domingo, 23 de enero de 2005
Reportaje Celfin
Celfin, la corredora que cambió los códigos del negocio bursátil
LOS CHICOS RUDOS LLEGARON A LA BOLSA
El banco de inversiones posó sus ojos sobre Entel esta semana. Reconocidos, admirados y despreciados, en el mercado más de uno espera que pierdan en esta pasada. Los otros grandes los miran con desconfianza y los poderosos, como Larraín Vial, han hecho sentir la molestia por su estilo de negocios lejano al amiguismo leninismo chilensis.
Miguel Paz / La Nación Domingo (tema de portada 23 de enero de 2005)
A mediados de la semana pasada las acciones de Entel subieron más de un 2 por ciento luego de que se supiera que el Grupo Hurtado, encabezado por Juan Hurtado Vicuña y Eduardo Fernández León, estaba interesado en la empresa telefónica. Pero al grupo Hurtado le salió Southern Cross al camino. A este último fondo de inversiones liderado por Norberto Morita, Raúl Sotomayor, Ricardo Rodríguez y Horacio Reyser, también se agregaron otros nombres de inversionistas que irían junto a ellos en el negocio.
Detrás de la movida de Southern estaba el banco de inversiones Celfin Capital y su corredora de bolsa Celfin Gardenweg, asesorándolos, y alineando a parte de su cartera de clientes con el grupo.
Desde agosto pasado corrían fuertes rumores sobre el interés de la controladora de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel), Telecom Italia, por deshacerse del 54,8 por ciento de la propiedad de la compañía, que actualmente cuenta con ingresos por más de 340 mil millones de pesos al año y más de un tercio del mercado de telefonía celular.
Si bien Juan Hurtado estaría adelantado en las conversaciones con los italianos, Southern Cross no se restaría del negocio y buscaría conseguir “el 20 por ciento de la compañía, mientras que el resto quedaría en manos de los otros inversionistas locales que lo acompañan”, en una operación que involucraría cerca de US$ 1.000 millones, según indicó el Diario Financiero.
Pero a fines de la semana, Celfin, en una más de sus intensas jugadas, buscaba cerrar el libro de órdenes mandatado por Southern, intentando “golpear” al grupo Hurtado. El martes este grupo reconoció tener conversaciones adelantadas con Telecom Italia, luego que la Superintendencia de Valores y Seguros le exigiera información al respecto y decidiera suspender la oferta y transacción de acciones de su filial, Almendral S.A. Esto debido a la variación al alza experimentada en el precio de sus acciones. De acuerdo al Diario Financiero, el poderoso grupo Matte entraría a Entel, junto a Hurtado Vicuña y Fernández León. En el intertanto Telecom se deja querer y escucha ofertas a la espera del mejor precio. Southern Cross ya anunció que no se dará por vencido y que competirá de igual a igual con quien le salga al paso, confiados en la mano de Celfin, corredora que ha transformado en su sello personal el competir en escenarios adversos a punta de ofertas y golpes rápidos, como una suerte de guerra de guerrillas en el señorial mundo de la bolsa.
Si bien aún es muy pronto para saber quiénes serán los nuevos propietarios de Entel, los más optimistas aseguran que el trato se cerrará antes de fines de mes.Lo que está claro es que el inicio de la pugna por una de las empresas más apetecidas del sector telecomunicaciones, junto a las últimas colocaciones de Celfin en la Bolsa (La Polar, Ripley, Soquimich), auguran un 2005 con más ejemplos de su estilo móvil y arriesgado. El mismo que el resto de los grandes y pequeños operadores de bolsa ha debido aceptar a regañadientes, desde que en noviembre de 2004, Celfin le “comió el plato” a Larraín Vial, la segunda corredora del país después de Banchile.
CAJA DE PANDORA
El viernes 12 de noviembre el tenso ambiente en la Bolsa podía cortarse con cuchillo. Dos equipos peso pesado se enfrentaban. Por un lado Larraín Vial y Deustche Bank. Al otro, Celfin y Banchile.Un mes antes, Larraín Vial y Deustche Bank habían recibido del vicepresidente del conglomerado cervecero norteamericano Anheuser-Busch, William Kimmins, el encargo de vender más de 63 millones de acciones de la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU), equivalentes al 20 por ciento de la compañía.
En eso estaba Larraín Vial el martes 9 de noviembre cuando Celfin rompió una regla no escrita del código de la Bolsa y decidió entrar al negocio disputándole la exclusividad con los estadounidenses. Abrió un libro paralelo y forzó el paquete accionario a ser disputado en un remate abierto.
“Rompieron el esquema porque fueron directo al cliente a ofrecerle el trato con un libro de compra”, asegura a condición de anonimato un miembro del staff de Larraín Vial.
Hasta antes de eso, en la Bolsa, el poder entregado por un cliente a una corredora en particular se entendía como un pacto sagrado de exclusividad, por lo que presentar una contraoferta sin pasar por la oficina del corredor primario era, a decir lo menos, de mal gusto. Esto, según el implícito manual de etiqueta de la elite del mundo bursátil, que para algunos funciona como un verdadero cartel en que ninguno de sus miembros pierde.
Pero los socios de Celfin Capital no lo vieron así. El banco de inversiones, creado por Jorge Errázuriz Grez y Juan Andrés Camus en 1988, había entrado a la bolsa en 1997 comprando el 60 por ciento de Gardeweg y García -la que pasó a llamarse Celfin Gardeweg Corredores de Bolsa. En su breve historia, la corredora, de la mano de su gerente general y socio Maximiliano Vial, ha marcado hitos relevantes en la bolsa.
A mediados del 2004 ya estaba dentro de los top five; Jorge Errázuriz Grez era parte del directorio de la Bolsa y Celfin se destacó particularmente por la asesoría a Soquimich en la venta del 14 por ciento de Cementos Melón (US$ 69 millones) y la venta por más de 300 millones de dólares del 20,6 por ciento de Cencosud, en la apertura a bolsa del gigante del retail de propiedad de Horst Paulmann.
Estaban listos para devolverle la mano a Larraín Vial por el caso Aguas Andinas ocurrido en 2002. Por entonces, después de que Celfin ganará la licitación de Corfo del libro de órdenes para la venta del 7,8 por ciento de Aguas Andinas, Larraín Vial hizo circular un paper calificando el negocio negativamente. Además sembró sospechas sobre Celfin por el alto precio alcanzado por el paquete accionario (cercano a los 100 millones de dólares), asegura una fuente que conoció de cerca el caso.
Larraín Vial fue una de las corredoras que había participado en la licitación y quedado fuera.
Ahora, dos años después, Celfin ofrecía a Anheuser-Busch un mejor precio que sus corredores oficiales, Leonidas Vial Echeverría y Fernando Larraín Peña, por el 20 por ciento de CCU.
“Lo que hicieron fue igual que cuando buscas arrendar departamento: tú llegas antes a acuerdo con el dueño, y otro llega después pero con las lucas en la mano, y el departamento se lo lleva el otro”, dice el mismo ejecutivo de Larraín Vial. “No es ilegal pero si conoces la Bolsa, sabes que eso no se hace”, agrega molesto.Una opinión contraria sostuvo ante la prensa uno de los socios de Celfin, Juan Andrés Camus, después de esa operación. “No existen los poderes irrevocables”, dijo aludiendo a las críticas que le llovieron de la Bolsa.Confiados en su apuesta, “hostil” en opinión de la rueda bursátil y de Larraín Vial, en particular, Celfin escondía un as bajo la manga que descolocó ese “martes negro” a Larraín Vial: la alianza de Celfin con Banchile, la corredora más grande del país, ligada al Banco de Chile, de propiedad del grupo Luksic (que al mantener en su poder el 30 por ciento de CCU, levantó las sospechas, luego desestimadas, del círculo bursátil).Para un periodista que cubre el sector, la movida de Celfin fue como decirle a Larraín Vial, “ojo: nos crecieron las espaldas y podemos llevarnos toda la torta”.
La noche del jueves 11 el libro de órdenes para el remate del viernes estaba cerrado, y Banchile y Celfin ya habían lograron hacerse con cerca de 300 millones de dólares para acceder al 100 por ciento de las órdenes de compra, gracias al interés de sus clientes privados de alta liquidez y de AFPs como Habitat y Cuprum.
El viernes 12 a las nueve y cuarto de la mañana, los principales ejecutivos de Celfin estaban en la rueda y ofertaron 21 pesos más que los $2.820 de la postura por acción de CCU hecha por Larraín Vial. Según informes de la Bolsa de Santiago, “lograron la adjudicación con una prorrata de 75 por ciento para sus clientes”.Aunque recibió una suculenta comisión estipulada por contrato con Anheuser-Busch, y pese a que el mismo día logró recaudar 44 millones y medio de dólares al colocar 228 millones de acciones del Grupo Security, la corredora de Leonidas Vial y Fernando Larraín había sido derrotada por los nuevos chicos rudos de la plaza en la mayor colocación del año.
“Para una corredora como Larraín Vial que tiene siete décadas de historia que venga una empresa con menos de diez años de vida a moverle el piso es difícil de aceptar”, se escucha decir en la Bolsa.Pero no fue solo el hecho de caer contra Celfin lo que hizo que Manuel Bulnes, gerente general y socio minoritario de Larraín Vial, rehusara estrecharle la mano a uno de los socios fundadores de Celfin, Jorge Errázuriz Grez. Banchile, según Bulnes, había ingresado como interesado en el libro de órdenes abierto por Larraín Vial, con lo cual -argumentó- estaba al tanto del negocio. “Es falta de lealtad, es falta de ética”, alegó respirando por la herida. La Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), encargada de velar por que las operaciones bursátiles se mantengan dentro de la ley, no pensó lo mismo y le dio el visto bueno a la maniobra de Celfin y Banchile.Con su arrojo, Celfin atrajo hacia sí el interés de los grandes inversionistas institucionales de las AFP por tenerlos com o corredora, pero abría una caja de Pandora, cosechando la ira de los “señores de la Bolsa”, molestos por la arremetida de estos jugadores de nuevo cuño. Sobre el estilo de hacer negocios de Celfin, un funcionario de gobierno lo califica de “borderline, al límite pero dentro de lo legal”.Para bien o para mal algo se había quebrado el 12 de noviembre, día bautizado como el “super viernes” en la rueda de calle La Bolsa 64. Y no fue un jarrón.
SIN AMIGOS
Al día siguiente del “superviernes”, César Barros, columnista de vasta trayectoria y conocimiento de las finanzas, representó la voz de los descontentos con la actitud de Celfin, en La Tercera:
“A medida que el mercado financiero en Chile crece y se hace más apetitoso y competitivo, el ambiente del fair play entre amigos corredores de bolsa se diluye. Y las ganancias de corto plazo, al modificar las tradiciones, resultan terriblemente tentadoras (...) la palabra empeñada y la tradición se devalúan, contra la ganancia rápida y la fama”.
Falta de lealtad, falta de ética… repitieron desde Larraín Vial, amenazando con convocar al Comité de Ética de la Bolsa, cosa que finalmente se diluyó y convirtió en una amonestación a ambas corredoras. A Larraín Vial por “emitir públicamente juicios sobre la conducta de otros corredores”, y a Celfin y Banchile por entrar de forma paralela al negocio.
Por escrito y con un lenguaje cuidado pero acusando el golpe del “estilo Celfin”, el directorio de la Bolsa de Comercio zanjó la pugna en su reunión del lunes 29 de noviembre:
“Si bien buscando un mejor precio para el cliente y sin infringir normas jurídicas, se ha utilizado una forma para desplazar a una corredora que tenía una orden vigente que se aparta de las prácticas empleadas por los corredores que siempre han respetado ese hecho como un mejor derecho”.
La resolución del presidente de la institución, Pablo Yrarrázaval, y del directorio, representado por Alvaro Saieh (dueño de Copesa y de Corp Corredores de Bolsa SA, filial de Corpbanca) entre otros, no dejó contento a nadie en Larraín Vial y levantó comentarios airados en la rueda bursátil. Leída de otra forma la declaración avalaba el método de Celfin y le daba con la puerta en la cara a una tradición comercial forjada con los códigos de la elite local en 1893, año de la fundación de la Bolsa.
Ya no basta con entender los rituales ocultos de la práctica bursátil y operar sobre la base de esa singular mezcla de familia y negocios que ahí imperaba.
Los intentos, semi exitosos en otras ocasiones, por retrasar el ingreso a la rueda de competidores, como los bancos que recién entraron mediante filiales a fines de los ’80, ya no sirven, explica un entrevistado. “El trato de caballeros se acabó”, dice. “El mercado ahora es chico. El 50 por ciento de la bolsa ha cambiado, y quedan apenas 33 corredoras de las más de 50 que había antes. Ante este escenario nadie quiere perder un negocio y eso implica jugar más fuerte”. Una alta fuente gubernamental que maneja información sobre la bolsa sostiene que ya se están viendo los efectos de la actuación de Celfin en el caso CCU.
“La bolsa es una sociedad de amigos. Es como un frente periodístico. Estás tanto tiempo con otros profesionales que se forma un club donde es mal visto que tu colega te golpeé con una exclusiva. Y el que golpea en la bolsa es Celfin. Con esa actitud quebraron el grupete de amigos. A partir de ahora nadie puede tener exclusivas y eso va a endurecer la competencia y los codazos en la bolsa van a ser más duros”, afirma, asegurando que por eso este año la SVS con el directorio de la Bolsa deberían llegar a consenso en un código de conducta y autorregulación, el que está en discusión desde el año pasado.
En la SVS confirmaron que la autorregulación es él tema de su agenda 2005. Pero en la Bolsa aseguran que esto no ocurriría antes de que Leonidas Vial se cobre venganza de Celfín. “Ahí se va a armar el código de autorregulación rápidamente... Antes de que Celfin alcance a responder”, explica un corredor independiente.
Por el significado simbólico de su caída, Larraín Vial se llevó la peor parte en la pasada de Celfin. “Puesto en términos futbolísticos”, asegura la misma fuente de gobierno, “en la cancha de la Bolsa, Larraín Vial era el jugador más potente. Por su larga historia e influencia entre los corredores tienen gran poder. Son el conservadurismo hecho empresa. Entonces, cuando llega este ´líbero` -Celfin-, rudo, con plata sobre la mesa y dispuesto a pagar el libro de compra completo, se rompe el equilibrio que el club de caballeros mantuvo por más de un siglo”.Desde entonces, en el viejo edificio de la Bolsa de Comercio la competencia arrecia y se espera la venganza del “Rey León”, apodo de Leonidas Vial en el ambiente, el más influyente y socio mayoritario de Larraín Vial (posee el 30 por ciento). Desde la vereda del frente, en Celfin lo desestiman: “Una cosa es competir y otra es sacarse los ojos de manera desleal”.
SEÑOR COBRANZA
Hijo de Juan de Dios Vial Larraín, ex rector de la Universidad de Chile, Leonidas Vial dirige junto a Fernando Larraín la corredora que lleva sus nombres. Se trata de uno de los grupos económicos más importantes del país, clasificado en el lugar 59 de 91, según el registro de la SVS, integrado también por compañías como CIC, Larraín Vial Administradora General de Fondos y Santana S.A.
Reconocido por haber sabido cultivar un estilo que le ha permitido comprender el lenguaje y “buenas formas” del juego de la Bolsa, Leonidas Vial es el líder de la corredora. Su socio mantiene un perfil de segundo orden, aunque aporta la experiencia y contactos adquiridos desde que se inició en los negocios en los ’60 como parte del llamado grupo Los Pirañas, junto con Javier Vial y Ricardo Claro. La habilidad histórica de Leonidas Vial para percibir los momentos adecuados de ataque y repliegue en el mercado le han granjeado importantes cuotas de poder e influencia, capitalizadas en su vicepresidencia del directorio de la Bolsa y su excelente relación con su presidente, Pablo Yrarrázaval.Rotulado como “El señor de la Bolsa” en un perfil del diario Estrategia, Leonidas Vial se revela en este escenario como alguien que ha sabido mantener el balance del mercado, saliendo en ayuda de los corredores más chicos o defendiendo el statu quo, tal como lo hizo a fines de los ’90 cuand o las corredoras filiales de los grandes bancos comenzaron a hacerse con mayores pedazos de la torta accionaria.
Del mismo modo, Vial no ha trepidado en velar, en su calidad de segundo mayor corredor de bolsa, en que al edificio bursátil sólo ingrese GCU (Gente Como Uno). Junto a Pablo Yrarrázaval lideró la batalla contra la postulación de Enrique Monasterio e Inverlink por contar con una acción de la Bolsa, cosa que Monasterio finalmente consiguió... con las sabidas consecuencias. La historia de “self made man”, que sin educación superior logró realizar una meteórica carrera desde que ingresara a la corredora como junior en 1973, le otorga a su imagen carisma suficiente para atraer a personajes como Nicolás Ibáñez, el amo y señor de D&S. Este último, confió a Larraín Vial el remate de agosto pasado en que la compañía dueña de los supermercados Líder obtuvo un aumento de capital que bordeó los 160 millones de dólares. Huelga decir que en el camino ascendente de Leonidas Vial algo tuvo que ver su familia. Vial es nieto de Isabel Larraín Vial, hermana de Fernando Larraín Vial, padr e de Fernando Larraín Peña y uno de los fundadores de la corredora en 1934. Sin duda una competencia desleal para los otros juniors de la empresa, como consignó LND en octubre pasado en un reportaje.
En esta nota se informó del posible uso de información privilegiada por parte de Larraín Vial en la venta de acciones de Entel durante la primera semana de octubre. A raíz de este hecho, la Superintendencia de Valores y Seguros inició una indagación informal de “recopilación de antecedentes”.
Una vez que se incorporó como socio de la corredora, Leonidas Vial estableció una amplia red de contactos e ingresó al grupo de confianza de su socio Fernando Larraín Peña.
Pero a su vez estrechó lazos con Eduardo Fernández León y Juan Hurtado Vicuña, los mismos que hoy, tras los anuncios de la semana pasada, buscan hacerse del control de Entel junto al clan Matte.
“Nadie le hace una pasada a Leonidas Vial como la que le hizo Celfin sin pagar por ello”, dice un habitué de la rueda que conoce el estilo de “El Rey León”.
“Por eso se esperaba con tanta ansia lo de La Polar con Celfín”, dice, en alusión al mandato que le dio Southern Cross a Celfin para colocar a la venta su 51,7 por ciento de La Polar, un negocio que según cifras oficiales recaudó US$ 210 millones el 4 de enero.
“Muchos pensaban que Leonidas Vial le haría una pasada magistral a Celfín en ese negocio. La semana previa había mucha expectativa en el mercado y se habían filtrado varios datos a la prensa, pero aunque lo intentó, no pasó nada”, explica la misma persona, sugiriendo posar los ojos sobre la dura competencia que se viene por el paquete accionario de Entel. Quizá ahora, Larraín Vial entre a la cancha junto al grupo Hurtado y Eliodoro Matte, y el “León” pueda rugir por sobre los nuevos “golden boys” del mercado, propinándoles el golpe que muchos en la bolsa ansían.
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