domingo, 8 de octubre de 2006

Altazoociedad / El Imperio contrataca


Llegamos con pinta de reporteros serios y terno nuevo. Era nuestra primera cena con Josemari. La idea era gozar su discurso libertario sobre la defensa de los valores occidentales. Pero fue imposible. Los anfitriones de la mesa 1 le hicieron ojitos y se encandiló. El flamante Doctor Honoris Causa de la Andrés Bello prefirió contar chistes a Ricardo Claro, Luis Cordero y a un auditorio que en España estaría a la derecha del franquismo.

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (8 de octubre de 2006)


Jueves 5 de octubre, 20:30 horas. La Universidad Andrés Bello ofrece una cena de gala con cuarteto de cuerdas, entremeses fríos y atún en honor al flamante doctor honoris causa de la casa de estudios, “Presidente Excelentísimo Señor José María Aznar”. Manuel

Krauskopf, rector de la UNAB entra raudo al edificio con su señora. Ha preparado un discurso en el que más tarde citará a Bernard Shaw, quien dijo “la libertad significa responsabilidad”. Una frase de perogrullo que saca aplausos y recuerda esas ideas de antaño cuando algunos de los invitados a esta cena decían que había que proteger al sistema de las mayorías ocasionales. Como si las mayorías no fueran ocasionales.

Comienzan a llegar los invitados. Entre ellos no están Longueira, Lavín ni el Gute. Los tres mosqueteros que se han disputado la venia de Aznar, el apóstol del Partido Popular, destacan por su ausencia.

La encuesta de LND en la entrada es: ¿Aznar o David Cameron, el nuevo gurú inglés de Lavín y Pancho de la Maza? Patricio Melero se hace el leso buscando la mesa en que le toca sentarse. Baldo Prokurica dice “ambos”. Jacqueline van Rysselberghe le hace la cruz al inglés y se confiesa fanática del ibérico, pero dice que no le gusta su bigotito y que es igual de chico que el caudillo Franco. ¿Acaso no es por eso que anda acá? Allamand, que llega acompañado de Cristina Bitar, no responde. Otros pasan rápido. Cuando vemos a René Cortázar, uno de los pocos DC que se aparecen por la cena, cambiamos la pregunta. ¿Qué le parece que Navarro diga que Foxley es pro norteamericano? “Paso”, responde el chico mateo del Cieplan para no quemarse con su ex compañero del centro de estudios. ¿Cuándo vuelve a TVN? “Paso de nuevo”, dice el economista con olor a talco de bebé.

La fauna es variada. Altos oficiales de Marina, la bancada juvenil de la UDI en pleno, el síndico de la “U”, José Manuel Edwards, María Angélica Cristi, Andrés Chadwick, Julio Dittborn, que echa la talla con Jaime Fillol y otros personajes.

A estas alturas todo parece irrelevante. Aznar aún no aparece y ninguno de los mencionados está destinado a la mesa top. Sucede que en la entrada de la casona se ha dispuesto un listado alfabético de los invitados con el número de la mesa que le corresponde a cada uno. Un recorrido por la lista indica que a ambos costados de Aznar se ubicarán Ricardo Claro, Hernán Larraín, Cristián Zegers, Luis Cordero, Martita Larraechea, Manuel Krauskopf, Carlos Larraín y Miguel Ángel Poduje. Parece la lista de créditos de “El imperio contraataca” o la mesa de los caballeros del Santo Grial. Sólo falta el cura Hasbún y cierto señor olvidado por los invitados para cerrar el cuadro de Aznar y sus apóstoles. Si alguien gritara Marx, aquí quedaría la embarrada.

En eso estamos cuando aparece Ricardo Claro, gran caballero de la Orden de Malta, dueño de “Capital”, “El Diario Financiero” y Mega.

El infaltable Sebastián Piñera aparece con Cecilia Morel. Descubre que su destino es la mesa 2. Hace una mueca. Las chicas de sociales de “Cosas” quieren irse a casa. Pero la jefa, Mónica Comandari, y Aznar aún no han llegado. Cruzan los dedos para que no aparezcan. La suerte no las acompaña, porque están en eso cuando llega el “doctor” Aznar con dos guardaespaldas coños. ¿Josemari, qué pasa con Garzón? ¿Le gusta el grupo rock Garzón? Aznar apenas me mira. Faltan los efectos especiales de “CQC” para que sus ojos escupan rayos de electricidad verde. Pero los hombres de negro no vinieron a la fiesta. Dicen que don Ricardo lo prohibió porque con Aznar no se juega. La irreverencia, obvio, termina donde comienza el bolsillo. Ovación total mientras Aznar entra al amplio salón de la casona donde le esperan los invitados. Más aplausos. Ricardo Claro, que de efusividad conoce poco, aseguran sus empleados, salta de la silla para asegurarse el privilegio de ser el primero en saludar a Su Excelencia Josemari.

Piñera, a pocos metros de la escena pero a kilómetros del simbolismo que confiere estar en la mesa, mira a Carlos Larraín, presidente de RN, quizá con qué pensamientos en la cabeza. Le apunta con el dedo. Lo mueve como diciendo “ya me las vas a pagar” o “tú sabes que yo soy el que debiera estar ahí”. Es probable. Pero el factor radio Kioto de Ricardo Claro y el “Piñeragate”, mezclado con el origen gremialista de los organizadores del evento, pesan más que su 46,5% de votación popular en la última presidencial.

Pablo Zalaquett está en problemas: se quedó sin mesa. Le ofrecen esperar a que todos estén sentados para ver dónde situarlo o que se vaya derechito a la número 49, un redondel al fondo de la sala. “Pablo, siéntate con nosotros en la mesa del pellejo. Al menos se ve a Aznar”, bromea un reportero. El alcalde antipíldora del día después declina. A los dos minutos, Zalaquett se cuela mágicamente en la mesa de Piñera.

El discurso del rector de la Andrés Bello pasa sin mucho rating. Todos esperan el turno de Aznar. “No hay nada maz peligrozo que un político con micrófono, sobre todo a estaz horaz de la noche”, parte diciendo. Risotada general. “Graciaz a los medioz, zi es que hay alguno”. Jajaja. “Estoy muy contento con mi toga, mi birrete y anillo. Como no me cabe en la maleta me lo voy a llevar puezto mañana”. Más aplausos. Es oficial: Aznar se tragó un cómico. Sigue. “Tengo fama de zer zequerón, zeco, zerio pero no ez azí”, explica, y asegura que puede probarlo con una anécdota. “En una oportunidad tuve que recibir a Vladimir Putin. No noz conozíamos, entonzes el zervicio de inteligencia me entregó un perfil zuyo. Mira, Putin, le dije, miz zervicios de inteligencia me han dicho que erez un hombre muy frío, que rara vez te ríez pero que ze pueden hazer tratoz contigo. Zacando un papel de la chaqueta, Putin me dize: ahora yo te voy a contar lo que miz zervicios de inteligencia dicen de ti: erez un hombre muy frío, que rara vez te ríez pero que ze puede hazer tratoz contigo”. Ovación generalizada. Aznar se ha ganado sus lucas y cierra la velada besando señoras y sacándose fotos con su fan club.

Con la oreja puesta en la mesa 2 oímos a una señora NN ubicada junto al colado Zalaquett: “Qué encantador es”. “Así son los españoles”, sonríe la Chechi Morel. “Dan ganas de seguirlo escuchando”, dice excitado Pablo Z. Piñera, quien un par de horas antes se reunió con Aznar en el Hotel Ritz Carlton y le tiró flores ante los periodistas, remata: “Sí. Es increíble como las personas importantes están aprisionadas por las muletillas”. ¿Y Boston?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ricardo Claro, Orden de Malta, el eje del Nuevo Orden para Latinoamerica en Chile.

www.plunabombardier.blogspot.com