martes, 12 de diciembre de 2006

¿Qué lugar tendrá Pinochet en nuestra historia?






Escucho los discursos de familiares y seguidores del ex dictador Augusto Pinochet durante su funeral en la Escuela Militar y me estremezco. A diferencia del escabroso mutismo del Gobierno y su oblicua estrategia apegada a la "institucionalidad", carente de visión de Estado y sentido histórico (en estas horas si que pena Lagos), estos personajes han determinado luchar por resignificar el lugar que Pinochet se merece en nuestra historia.

Ahora ¿será posible que en 20 años más Pinochet tenga una estatua en la Plaza de la Constitución? ¿Tendré entonces que explicarle a mi hijo que ese señor no era un "gran estadista", ni un hombre sabio que "nos liberó del cáncer marxista", que tampoco se "jugó por la causa de Chile y su grandeza? ¿Deberá usted acordarse de estos días con vergüenza por haber soportado estoico la reivindicación de "la obra" del general (r), por sobre el horror que sufrieron miles de chilenos durante su mandato? ¿Seremos responsables de que pase colado por el sedazo de la historia el lavado de imagen del ex dictador, como un viejito que dio la vida por su patria? ¿Aguantaremos la majadera insistencia de los medios por "empatar" la cobertura del deceso del anciano general? ¿Por qué sigue siendo Chile el único país en que no se le da a Pinochet el nombre que merece: dictador?

Para mayor abundamiento la definición del diccionario de la RAE:

dictador, ra.
(Del lat. dictatōre[m]).
1. m. y f. En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos extraordinarios y los ejerce sin limitación jurídica.
2. m. y f. Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás.
3. m. Entre los antiguos romanos, magistrado supremo y temporal que uno de los cónsules nombraba por acuerdo del Senado en tiempos de peligro para la república, confiriéndole poderes extraordinarios.

Otra pregunta es ¿quién manda al Ejército?. La periodista Patricia Verdugo escribió una columna que tituló así, adelantándose al funeral de Pinochet. En estas horas de discursos y homenajes en la Escuela Militar -de todos los chilenos según la doctrina Cheyre- la mayoría de sus párrafos cobran nueva vitalidad:

Primera pregunta: ¿Es el Ejército un organismo privado que puede decidir por su cuenta y riesgo lo que le venga en gana? La respuesta: no, se trata de un organismo estatal y, por ende, pertenece a todos los chilenos. Es uno de los cuatro organismos de la defensa nacional, cuyos salarios, armas, pertrechos y costoso entrenamiento son pagados con los impuestos de todos los chilenos. A ellos les damos –por ley- el “monopolio en el uso de las armas” justamente porque nos pertenecen a todos.

Segunda pregunta: ¿Quién manda al Ejército? Como ocurre en toda democracia, el poder militar está bajo el mando del poder civil. Hasta hace muy poco no era así, ya que la negociación que dio paso a la transición dejó “enclaves autoritarios” que impedían al Presidente de la República cambiar a los jefes del ejército, la armada, la aviación y la policía en caso de ser necesario. Además, les confería un rol clave en el Consejo de Seguridad Nacional que coartaba al Jefe de Estado. El cambio se logró durante la administración del Presidente Lagos.

Tercera pregunta: Si el ejército es obediente al poder civil, expresión de la soberanía popular, ¿quién realmente rendiría honores a Pinochet al momento de su funeral? Respuesta: todos los chilenos.

Cuarta pregunta: ¿Amerita el general Pinochet recibir honores militares? Respuesta: no, porque él mismo es el mejor ejemplo de quien transgrede gravemente el honor militar.

Vamos por puntos.

Rendir honores al general Pinochet es homenajear a quien indultó a los asesinos del comandante en jefe, general René Schneider.

Rendir honores a Pinochet es olvidar que su policía secreta asesinó, en Buenos Aires, al ex comandante en jefe Carlos Prats, su antecesor en el cargo. Y con él a su esposa.

Eso para empezar a hablar.

Sigamos con lo que dijo el general Joaquín Lagos Osorio durante la dictadura, evocando las masacres ocurridas en 1973, mientras era comandante en jefe de la primera división del Ejército: “Fue y es un dolor tan enorme, un dolor indescriptible. Ver frustrado lo que se ha venerado por toda una vida: el concepto de mando, el cumplimiento del deber, el respeto a los subalternos y el respeto a los ciudadanos que nos entregan las armas para defenderlos y no para matarlos” (1).

El general Pinochet violó todas las leyes nacionales e internacionales, incluyendo la Convención de Ginebra, para perseguir a los disidentes a su dictadura. Ordenó asesinatos, desaparición de prisioneros, torturas. Todo ello está debidamente acreditado en los informes oficiales de las comisiones Rettig y Valech. Con aprobación del Congreso y con cargo a fondos del Estado, se han pagado y se pagan indemnizaciones a las víctimas y sus familias.

Quinta pregunta: Si el Estado ha reconocido las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura de Pinochet, ¿cómo es que el Estado va a rendir homenaje, a través del Ejército, a quien fue el jefe máximo de los agentes del Estado que cometieron tales crímenes? Respuesta: no puede hacerlo.

No vamos a agregar el fraude al Fisco que investiga la justicia tras descubrirse la red de cuentas secretas y millonarias del general Pinochet. Alguien podría decir que mientras no haya sentencia hay que darle el beneficio de la duda o la presunción de inocencia.

Pero tenemos que anotar, finalmente, que rendir honores militares al general Pinochet constituye un acto deleznable en el marco de lo que la propia justicia ya ha establecido. Y constituye un acto que atenta gravemente contra la misma democracia que nuestros legítimos representantes –en La Moneda y el Congreso- han jurado defender.

Última pregunta: ¿Qué cree usted que van a pensar los jóvenes cadetes de la Escuela Militar si participan en honores militares para el general Pinochet? Respuesta: que todo lo que hizo quien está en el féretro estuvo bien hecho. Y mañana, siendo generales, pueden repetir esas acciones.

Si todos los políticos –desde el oficialismo y la oposición- nos repiten “nunca más”, si hasta el ex comandante en jefe Emilio Cheyre pronunció ese “nunca más” con solemnidad, ¿en qué quedamos? Muchos ciudadanos creemos que esto pone en jaque nuestra futura “seguridad” como nación y tenemos derecho a sentirnos desconcertados.


(1) Los Zarpazos del Puma

3 comentarios:

Anónimo dijo...

paz, discrepo en un punto. Si Lagos fuera el Presidente, probablemente habrían funerales de estado. Él, como todo un estadísta, habría ordenado honores para el ex-presidente.

.-

Miguel Paz dijo...

No hay como saberlo porque dejó la Presidencia. No obstante, hay algunos datos que indican lo contrario. Lagos dijo que no se le darían funerales de Estado a Pinochet debido a que no los merecía por no haber sido electo por mandato popular. El diseño que legó junto a Cheyre a este gobierno así lo estableció. Es más, según entiendo, Bachelet se ciñó a ese guión prestablecido.
Cuando digo que "nos pena Lagos" me refiero a que el señor y sus asesores eran maestros del manejo de imagen y la puesta en escena de hechos de relevancia histórica.
No tengo bola de cristal pero podría apostar un asado a que el día de la muerte de Pinochet, Ricardo Froilán habría dado un pomposo discurso en cadena nacional desde La Moneda fijando posición sobre Pinochet.
Para profundizar sobre el ex mandatario y las estrategias comunicacionales de su "Segundo piso" recomiendo el artículo "La máquina que Lagos importó de Londres" de Marcela Ramos, en The Clinic especial Lagos.
Full disclosure: quien escribe es cualquier cosa menos laguista.

Sanu dijo...

Estoy seguro que la historia hara que este dictador, pase a ser el viejito que dio todo por Chile, y lo levanto de su estado marxista, y yo digo que va pasar con Allende?

derrepente quizas O'Higgins no era tan valiente, ni Arturo etc etc...