domingo, 7 de enero de 2007
Lo que esconde el último round de Velasco con Andrade
DOÑA MICHELLE Y SUS DOS MARIDOS
El debate sobre la creación de una AFP estatal en que se enfrascaron los ministros de Hacienda y de Trabajo fue el último de una seguidilla de episodios en que ambos se han enfrentado. La disputa reflotó las diferencias políticas entre el economista ligado a Expansiva y el abogado vinculado a la Nueva Izquierda del PS. Además, puso en el tapete el intento de Velasco por liderar la reforma previsional que encabeza Andrade. La pregunta que persiste es: ¿a quién escucha la Presidenta?
Por Miguel Paz / La Nación Domingo (7 de enero de 2007)
El pasado miércoles 3 de enero, casi al finalizar el almuerzo que sostuvieron con la bancada de diputados de la UDI en Valparaíso para conversar sobre la reforma previsional, los ministros del Trabajo, Osvaldo Andrade, y de Hacienda, Andrés Velasco, recibieron de regalo una torta de chocolate del mismo porte para cada uno.
El inusual obsequio, idea del diputado Marcelo Forni, fue celebrado por los gremialistas que argumentaron que era “para hacer más dulce el paso de la reforma por el Congreso”, relata el diputado. Pero también fue interpretado por algunos comensales como un convite a los ministros para que “se repartan la torta”, en alusión al proyecto que comenzará a discutirse en la Cámara Baja el próximo martes y que provocó una disputa pública entre Velasco y Andrade, que se agudizó a comienzos de semana, amenazando con abrir un flanco en una de las reformas emblemáticas de La Moneda.
El 26 de diciembre, tras un encuentro con el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alfredo Ovalle, el titular de Hacienda declaró que “no es política del Gobierno promover la creación de una AFP estatal”; opinión que fue respaldada por el ministro de Economía, Alejandro Ferreiro.
Con ello, Velasco cerró la puerta a la discusión de una de las aristas de la reforma previsional que aún no se daba en el Congreso y que provoca opiniones divergentes en la Concertación: la posibilidad de que el BancoEstado pudiera crear a través de una filial su propia Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) al igual que el resto de los bancos. De paso, la opinión del economista provocó la furia de los diputados Sergio Aguiló (PS) y Pablo Lorenzini (DC), presidentes de las Comisiones de Trabajo y de Hacienda de la Cámara Baja, respectivamente, y de Juan Pablo Letelier (PS), quien encabeza la Comisión de Trabajo del Senado.
El principal argumento de los parlamentarios oficialistas consultados por LND es que con sus declaraciones, el titular de Hacienda “ninguneó” su labor legislativa, obligándolos a salirle al paso públicamente.
Así lo hizo saber Aguiló el martes 2 de enero en declaraciones a La Nación: “Es una falta de respeto insólita del ministro de Hacienda respecto a la labor del Parlamento. Hay que decirle que cuando un proyecto se envía al Congreso, son los parlamentarios los que deciden qué aprueban, qué rechazan, qué modifican. Además, también significa una falta de convicción democrática. Debe entender que no recibimos órdenes. ¡Si no recibimos órdenes de partido, menos las vamos a recibir del ministro de Hacienda!”.
En el Ministerio del Trabajo los ánimos tampoco eran de los mejores. Desde el punto de vista de Andrade, Velasco se adelantó al mostrar todas sus cartas, abriendo un frente de discusión política innecesario en la Concertación, ya que era sabido en el gabinete de Bachelet que los directivos de BancoEstado no están dispuestos a que la entidad ingrese al negocio de los fondos de pensiones, a no ser que el Gobierno lo disponga; situación ratificada por el presidente del BancoEstado, José Luis Mardones, el viernes a “La Segunda”: “El tema no está dentro del plan estratégico para el 2010”.
REUNIONES Y FILTRACIONES
Ante esto, ese mismo martes, Andrade indicó que “el proyecto de reforma no distingue qué bancos pueden tener una AFP”, aunque aclaró que “la pertinencia de la discusión de la existencia o no de una AFP estatal es una discusión posterior” (a la aprobación de la reforma previsional). Tras sus dichos, Velasco insistió que “no es prioridad del Gobierno” que BancoEstado tenga una AFP. Por la tarde, después de una reunión privada de los presidentes de partidos de la Concertación con el Comité Político de La Moneda en que se analizó el conflicto, el vocero de Gobierno, Ricardo Lagos Weber, zanjó el tema de la AFP estatal indicando que no es una prioridad para La Moneda, al menos no antes que el proyecto de reforma tenga luz verde del Poder Legislativo.
Cercanos a Andrade en la Nueva Izquierda, sector del PS al que adscribe, alegan que no es primera vez que Velasco “se sale de libreto”. Si bien le reconocen al economista su altísima calidad técnica, le critican que ésta sea inversamente proporcional a su tino político, y ponen como ejemplo sus declaraciones en el encuentro de la Enade en CasaPiedra, el 28 de noviembre. Entonces, ante un salón repleto de empresarios, Velasco propuso estudiar la “flexiseguridad” del modelo danés. Sus dichos se tradujeron en que Andrade desistió de viajar a Copenhague junto a Velasco para conocerlo in situ, argumentando cuestiones personales. Lo cierto es que el motivo real fue su profunda molestia con el economista por “abrir una cuña de la flexibilidad laboral antes de discutir la protección de los trabajadores”, aseguran.
Como sea, la noche del martes Velasco y Andrade se reunieron a cenar para intentar limar asperezas. Concordaron que Hacienda y Trabajo mantendrían una posición única frente a la reforma previsional y que cada cartera se haría cargo de la tramitación del proyecto en las comisiones respectivas de la Cámara y el Senado. En esta impasse, fue la ministra secretaria general de la Presidencia, Paulina Veloso, quien tendió un puente entre sus colegas. En la comida convinieron que Velasco se incorporaría a la ronda de reuniones con las bancadas que Andrade inició con los radicales y concluirá la semana próxima con RN. De ahí que el ministro de Hacienda lo acompañó en el almuerzo del miércoles en que los diputados de la UDI les entregaron tortas idénticas.
No obstante, la cita, de carácter reservado, se filtró al “Diario Financiero”, que al día siguiente publicó una detallada crónica sobre el contenido de la conversación. Esto no hizo más que ahondar las desconfianzas. El antecedente venía de la filtración a la prensa del contenido de la reforma previsional un día antes que la Presidenta hiciera su anuncio el viernes 15 de diciembre. En Hacienda contaban con detalles de la reforma que Trabajo no tenía, pero lo cierto es que a ninguno de los dos ministros les servía que la información llegara a los titulares. Hasta ahora, las recriminaciones son mutuas de quién es el culpable.
Establecida la frágil tregua del martes por la noche, los ministros sostuvieron un discurso único sobre la reforma y Andrade descartó que tuviese problemas con Velasco.
LA PUGNA POR EL LIDERAZGO
A pesar de las palabras de buena crianza del ministro del Trabajo, el “round” con el ministro de Hacienda ya se libraba en los inicios de la instalación del Gobierno, cuando el propio Andrade reveló a sus cercanos que Velasco quería “apoderarse” de la reforma previsional. Por entonces, el columnista Ascanio Cavallo pronosticó que la relación entre ambos secretarios de Estado sería “una prueba de fuerza decisiva”.
Por primera vez en los gobiernos de la Concertación una cartera sectorial como Trabajo se convirtió, gracias a las reformas que debe impulsar, en uno de los puntales del programa presidencial. Por ende, a diferencia de Nicolás Eyzaguirre, que gobernaba sobre los ministerios sectoriales con la billetera de Hacienda y una personalidad avasalladora, Velasco se enfrenta a la doble misión de limitar el avance de Trabajo y ejercer su liderazgo, que hasta ahora no ha desplegado a cabalidad.
“La cuestión no es nada fácil desde un punto de vista partidista: mientras Velasco es un outsider para el entorno cultural de la Presidenta, el ministro Andrade es un apparatchik del Partido Socialista”, escribió en abril Cavallo.
Velasco, un doctorado en Economía en la Universidad de Columbia y ex profesor de Harvard que estudió becado en Groton, un colegio de elite de Estados Unidos al que asisten los presidentes de ese país, y que luego pudo escoger entre las más prestigiosas universidades de la “Ivy league” norteamericana, es un economista como pocos que se codea de “tú a tú” con los empresarios, que lo aprecian y respetan, pero adolece de la experiencia política que da el trabajo militante callejero.
Además de sus nexos con Eduardo Bitrán y Karen Poniachik, los otros ministros oriundos de “Expansiva”, el think tank que presidió antes de ser designado en Hacienda, Velasco tiene buena llegada con Ricardo Lagos Weber y el asesor de “segundo piso” Francisco Javier Díaz (en casa de él conoció a Bachelet hace dos años). Y en su relación con la Presidenta pesan “la amistad que forjaron en la campaña presidencial, su anticlericalismo y los años de vida en Estados Unidos”, asegura uno de sus cercanos.
Andrade, por su parte, es un abogado laboralista de la Universidad Católica con postgrado en España y un militante histórico de la Nueva Izquierda. Curtido en el trabajo con sindicatos, es reconocido por su muñeca política. A diferencia de Velasco, un factor que le juega en contra es su bajo perfil público. De hecho, en los sondeos de opinión, su nombre es prácticamente desconocido por los encuestados. No obstante, sostiene una relación de amistad y complicidad de larga data con la Mandataria, a quien le decía “rucia” antes de llegar al Gobierno.
Tanto por la cercanía de Velasco y Andrade con Bachelet como por sus diferencias políticas, de trayectoria, estilo y los objetivos trazados para sus ministerios por el plan de Gobierno, la convivencia entre sus posiciones es un “nudo gordiano” casi imposible de desatar, explica una alta fuente de Gobierno. “Andrade resume lo que Bachelet quiere hacer y Velasco es lo que la Presidenta debe hacer. Andrade está en su corazón pero Velasco en su cabeza”, sentencia un influyente miembro de Expansiva. “Velasco todavía siente que tiene poco piso político, pero le hemos pedido que se atreva a más, porque las peleas que ha querido dar las ha ganado todas. La reforma previsional es de él”, asegura en tono triunfal el personero del think tank liberal.
De la vereda de enfrente admiten que puede que en términos económicos, Hacienda tiene la posibilidad de abrir o cortar la llave del erario fiscal, “pero hasta ahora el vocero de la reforma es Andrade. Es él quien va a mover los votos en el Congreso y no Velasco”, señala un reconocido líder PS de la Nueva Izquierda.
La gran interrogante de este Gobierno es dónde pondrá el acento: si en la aplicación total de un programa social que profundice hacia un “Estado de bienestar moderno”, como ha pedido Bachelet, en la mantención de la estabilidad económica por la que se han jugado históricamente los encargado de las platas fiscales, o bien en una ecuación que sintetice ambas posturas representadas por las dos almas de la Concertación. En todo caso, asegura la misma fuente de palacio, “la Presidenta se inclina por uno u otro ministro caso a caso y no se casa con ninguno”.
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