domingo, 5 de agosto de 2007

El regreso de la Iglesia obrera

La ofensiva social de la Conferencia Episcopal

La dura carta de monseñor Alejandro Goic y su papel en la solución del conflicto de Codelco no fueron un gesto aislado, sino que responden a una profunda preocupación de los obispos frente a la “inequidad escandalosa”. Y no pretenden quedarse en silencio.


Por Miguel Paz / La Nación Domingo (5 de agosto de 2007)

La desinformación de los medios y la falta de importancia que le dieron a la declaración de la Conferencia Episcopal de Chile (CEC). De eso se trata una carta de circulación restringida que envió hace unos días por correo electrónico Jaime Coiro. Según una fuente que tuvo acceso al documento, el jefe de comunicaciones de la CECh se quejaba en el correo de la actitud que adoptaron algunos medios al bajarle el perfil a las quemantes declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal, el obispo de Rancagua Alejandro Goic. Con el mail, “enviado a mucha gente”, asegura la fuente, “buscó contragolpear la desinformación de diarios que le dedican portadas a la Iglesia cuando se mete en temas sexuales”.

La razón era simple. En la declaración “Desafíos de fondo en los recientes conflictos laborales”, que leyó el 18 de julio pasado, el obispo Goic -en representación de la Iglesia Católica de Chile- hizo un duro cuestionamiento a las condiciones de trabajo del mundo de los subcontratados. “Desgraciadamente, en este régimen muchas veces el trabajo no se realiza en condiciones dignas y justas”, dijo, dirigiendo sus palabras al sector empresarial, en particular a Codelco, entonces sujeta a la huelga masiva de trabajadores subcontratados. “En este caso, como en otros, la violencia es el síntoma de una situación de inequidad evidente que no ha sido resuelta por nuestra sociedad. Los trabajadores tienen el legítimo derecho de movilizarse a través de sus organizaciones representativas para reclamar lo que la ley les confiere y en justicia les pertenece. Pero nada justifica la violencia ni el atropello a los derechos de otras personas”, agregaba la declaración. Ampliando el tema a los diversos sectores del gran empresariado, el prelado citó un punto en extremo sensible: la negociación colectiva en régimen de subcontratación.

EL PROCESO

La carta del presidente de la Conferencia Episcopal de Chile (CECH) no fue un gesto aislado, sino que responde a un proceso que había pasado casi inadvertido por los medios. En los mentideros eclesiásticos, donde la sutileza diplomática es una práctica tan cotidiana como rezar, en este caso, se apela a la franqueza. “La inequidad tiene mucho que ver con que hay pobres muy pobres, pero también con que hay ricos muy ricos. Algo que la Iglesia ha venido repitiendo desde el año 2005”, afirma una fuente eclesiástica que apunta al Informe del PNUD de ese año, donde Chile apareció entre las naciones con peor distribución de la riqueza en el mundo, como un hecho que remeció a la curia local. “Si sigues los documentos de la Iglesia verás que desde entonces ha mantenido la misma línea al respecto”, agrega.

¿Cuánto de la vehemencia demostrada por el obispo Goic estos días tiene que ver con ello? Mucho, dice un influyente personero de la CECH, quien reconoce que, aunque en la Iglesia coexisten diferentes matices en materia de educación y moral sexual, la Conferencia Episcopal representa la visión unánime de los obispos sobre las condiciones laborales de los trabajadores chilenos. De hecho, fue de la asamblea plenaria de los obispos, en abril pasado, de donde surgió la mentada declaración de Goic. Dicha asamblea se lleva a cabo dos veces al año, en abril y noviembre, y no es de suponer que la próxima reunión no profundice en la misma senda. Es más, un testigo de las tratativas asegura que el cardenal Francisco Javier Errázuriz aprueba la línea seguida por Goic y que incluso juegan un buen partido. “Se hacen pases, es notorio. Si no quisieran levantar polvo, no habrían puesto a un cura mediático y con llegada en diversos sectores como lo es Rodrigo Tupper, a cargo de la Vicaría Social”, señala la misma fuente, quien agrega otro elemento a tener en cuenta: “El cardenal ha hablado poco y es altamente probable que se esté guardando para el Tedéum”.

El mismo personero de la CECH asume que, obviamente cuando se trata de temas valóricos y de las congregaciones, hay diferencias. “Pero el contenido de la afirmación de la inequidad es bastante unánime, porque la declaración salió de la asamblea plenaria de obispos”. El matiz, agrega, puede estar en que “haya algunos de ellos que discrepen del lugar en que se plantea la declaración, de la manera o de a quienes se le plantea, pero del contenido no creo que haya ningún obispo que esté en desacuerdo”.

Ese es uno de los puntos que más se recalca: el regreso al mundo social, o a como se dice en chileno, a “meter las patas al barro”. Sin embargo, otros de los personeros consultados precisa que el denominado "giro" de la Conferencia Episcopal a una postura más decidida en materias laborales no es tal, pues corresponde a la línea histórica de la Iglesia Católica en pos de los más pobres. Así lo expresa la fuente: “La Iglesia se mantiene en la línea que ha estado siempre, haciendo una convocatoria a todas las personas creyentes y de buena voluntad para discutir el tema como país”. La única diferencia, quizá, está en la fuerza y la forma con que el presidente de la Conferencia alzó esta vez la voz, interpelando al empresariado y el Gobierno. “La Iglesia está dispuesta a aportar en lo que pueda y busca los canales de diálogo para abordar estos temas”, asegura la misma fuente, que pone como ejemplo las declaraciones que hizo el obispo Gonzalo Duarte, por lo general adscrito a la línea más conservadora, en el marco de la V Conferencia General del Celam. “Tenemos la vergüenza nacional de ser uno de los países de Latinoamérica con más inequidad en la distribución de los bienes y con más inequidad en las oportunidades, particularmente en el tema educacional”, señaló a principios de año.

Por eso, el piso desde el cual habla Goic está dado por las últimas cartas de los obispos sobre la “iniquidad escandalosa”. Es decir, no se trata de su opinión personal, sino de la voz de la Conferencia Episcopal y de la Iglesia Católica de Chile, con la aprobación del cardenal Errázuriz. Algo que descoloca a algunos empresarios católicos que ven en el tema laboral un peligro. Sobre todo después de las negociaciones entre Codelco y los trabajadores subcontratados en que la Iglesia “fue un factor fundamental en la resolución del conflicto”, tal como asegura Cristián Cuevas, líder de los subcontratistas.

OFENSIVA MEDIÁTICA

Con todo, la misiva que envió Coiro surtió efecto en algunos sectores, y fue coronada por una seguidilla de declaraciones del obispo de Rancagua a mediados de semana. El miércoles, en entrevista con Radio Cooperativa, Goic mostró su sorpresa y molestia por la escasa cobertura de los medios respecto a la posición de la Iglesia en materia laboral. “Cuando la Iglesia habla a temas de moral sexual le dan cobertura, pero cuando habla de temas de moral social no”, ejemplificó. En la misma entrevista hizo un llamado a crecer en “equidad y justicia social”, asegurando que de lo contrario “el conflicto va a venir”, y respondió además a las críticas que había hecho en la víspera Eliodoro Matte. Durante un encuentro de la Asociación Chilena de Seguridad, en que fue distinguido con el premio Visión Empresarial”, el empresario y cabeza del poderoso grupo que lleva su apellido denunció el “clima antiempresarial” que campearía tras las negociaciones de Codelco con los subcontratados. “La intención de la Iglesia es buscar la unión y la comunión de todos”, respondió Goic cuando le preguntaron por las declaraciones de Matte, un católico practicante que estuvo vinculado a los Legionarios de Cristo.

Canal 13, por su parte, también reaccionó. El mismo miércoles 1 de agosto, un reportaje del periodista Arístides Progulakis en Teletrece contó la historia de “los trabajadores subcontratados” y mostró “su cruda realidad”. La pauta siguió el jueves en la noche con una entrevista al obispo Goic. Según un ejecutivo de la estación, así como el cardenal Errázuriz, gran canciller de la Universidad Católica, movió sus piezas para evitar la difusión del comercial de la campaña del sida, en este caso hizo sentir su peso en Canal 13 para que se diera a conocer la postura de la Iglesia.

Goic volvió a insistir, ahora sobre el sueldo mínimo. “En un país donde el 90 por ciento son creyentes en Cristo, donde hemos resuelto juntos el paso de un régimen de facto a uno democrático, ¿no será el momento ya de abrir un gran debate nacional para ver como distribuimos la riqueza? Yo me pregunto: ¿Es posible vivir con un sueldo mínimo de 140 mil pesos? Con profundo respeto, invito a debatir esta deuda pendiente que tenemos con los más pobres de Chile”, declaró.


EL BALANCE DE CRISTIÁN CUEVAS

“La Presidenta es prisionera de los tecnócratas”


Cristián Cuevas fue socialista toda su adolescencia y edad adulta. Pero en 1999 cayó bajo el influjo de Gladys Marín. “Viendo que los socialistas comenzaron a renunciar y acomodarse en el poder, dije que no tenía nada más que hacer ahí y me hice militante comunista. La Gladys fue el faro que iluminó cuando todos renunciaban a las ideas. Ese coraje y esa actitud de movilizar de ella, tiene que ver con lo que soy hoy día. Fue más por el liderazgo e influencia de ella que por la concepción ideológica que me hice comunista”, asegura indicando que “el mundo empresarial chileno y transnacional subestimó al movimiento sindical porque estaba acostumbrado a una relación con sindicatos asimilados, domesticados y hasta financiados por ellos”.

-¿Y después de la huelga qué?

-Vamos a realizar un cónclave en Antofagasta para definir la hoja de ruta que vamos a seguir para instalar la negociación supra-empresa, para que las compañías privadas cumplan con la ley de subcontratación e ir eliminando la precarización laboral en el sector.

-Se dice que el PC instrumentalizó esta movilización.

-Eso es no conocer a los trabajadores. Soy militante del PC, pero pensar que hay una instrumentalización en un movimiento tan amplio, donde convergen miradas de dirigentes que son militantes de la Concertación, de otros cercanos a la derecha y de una mayoría de trabajadores sin militancia, es una pequeñez.

-¿El apoyo de la Iglesia Católica fue decisivo?

-La Iglesia supo ponerse a la altura del minuto y supo interpretar los fenómenos que estaban ocurriendo a nivel social. Cuando las instituciones no fueron capaces de escuchar la voz de los trabajadores, la Iglesia fue un factor fundamental.

-El conflicto con Codelco reinstaló el dilema de las dos almas de la Concertación. ¿Cómo vivieron ese tironeo?

-Acá hubo una crisis de la institucionalidad y del gabinete, que se confrontó muy fuerte durante esta huelga. Había sectores que querían resolver este conflicto, que es producto del incumplimiento de Codelco y de los compromisos que la Presidenta adoptó con la Coordinadora Nacional de Trabajadores Contratistas, para avanzar en beneficios y derechos para los contratistas.

-¿Por qué dices que la Presidenta no cumplió su palabra?

-Yo creo que la Presidenta está encapsulada y prisionera de los sectores tecnócratas y de Expansiva. Los sectores sociales y de trabajadores que eligieron a la Presidenta sienten que no los está escuchando. Ella va a tener que definir su mirada: si está por seguir profundizando la desigualdad o está por ir eliminando las situaciones negativas que afectan al mundo social.

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