Con un timing envidiable acaba de aparecer por editorial Sudamericana el perfil de Evo Morales escrito por el periodista argentino Martín Sivak. Confieso que no he leído el texto y seguro demorará un poco en llegar a Chile pero conociendo a Sivak desde ya me atrevo a recomendarlo. ¿Por qué? Son pocos los periodistas que están en el lugar justo en el momento adecuado. Tanto más reducido es el grupo de los que además detecta a un personaje en ciernes como hizo, casi de casualidad, hace más de una década, Sivak con Evo y no lo deja pasar, al punto de ser definido como el periodista que mejor conoce al presidente de Bolivia (con todos los riesgos que esto implica a la hora de abordar una biografía).
La historia de cómo se conocieron profesionalmente ambos personajes es de aquellas que suelen atraer a la más abúlica sala de clases de aspirantes a reporteros. Con 19 años a cuestas y colaborando desde Buenos Aires con un diario boliviano que no recuerdo, a Sivak le tocó ir a des-cubrir un encuentro de líderes de pequeños grupos de izquierda reunidos en la capital argentina.
A poco del estallido de Chiapas, el 1 de enero de 1994, el influjo del subcomandante Marcos y su cambio de paradigma de cómo hacer una revolución, revolucionaba la discusión de los asistenes al plenario de la variada fauna izquierdista latinoamericana. Pero "Evo estaba pendiente del Chapare. Algunos compañeros habían sido hospitalizados después de resistir el desalojo de un corte de rutas. En Bolivia regía el estado de sitio y gobernaba Gonzalo Goni Sánchez de Lozada, poseedor de un patrimonio de 50 millones de dólares y de un español con acento estadounidense que le daba aires de embajador", escribió Sivak en un notable perfil titulado "Evo sin suéter", que publicó revista Gatopardo en marzo de 2006, cuando toda Europa hablaba de este mandatario indígena que se había reunido dos meses antes con el presidente y el rey de España, enfundado en un suéter desafiando el protocolo.
En aquella crónica, el periodista abría los fuegos con aquella historia:
"Soy Evo. Cuando se presentó, Evo Morales tenía una sola preocupación: sacarse el frío de los huesos. Pretendía entrar en calor con una técnica simple: repiqueteaba los pies contra el suelo, se frotaba las manos con el pantalón y metía la cabeza en el pecho, como hacen los nadadores antes de lanzarse de cabeza al agua.
"Parecía uno de los cientos de miles de quinteros y albañiles bolivianos que llegaban a Argentina para trabajar por un jornal dolarizado que después giraban a los departamentos de la república. Pero Evo era un invitado de una larga lista de invitados que la revista América Libre, patrocinada por varios partidos comunistas de América Latina, había organizado para evaluar las consecuencias del neoliberalismo en el continente".
"Morales vestía pantalones grises, un buzo azul con una línea roja que le atravesaba el pecho y una campera negra. Nadie le prestaba atención: ni a su vestimenta ni a él. Un año después del alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el centro de atención para los asistentes al seminario y para la izquierda continental eran los zapatistas. Evo estaba pendiente del Chapare (...)".
Ese mismo año 2006, en mayo, entevisté a Sivak para que me hablara de la relación de Morales con Hugo Chávez y diera pistas de lo que pensaba el mandatario altiplánico cuando anunció la nacionalización de los hidrocarburos.
Más tarde, Martín me preguntó si podría ayudarle para su libro con algún reporteo en Chile sobre la relación de nuestro gobierno con Bolivia y de qué era lo que se pensaba y decía de Evo en las conversaciones de pasillo de La Moneda, cuando las cámaras y grabadores se apagan. Prometí hacerlo pero no cumplí, de la misma forma que cualquier hijo de puta metido a reportero se mete en una historia para luego olvidarla por completo, enceguecido por la siguiente y la que viene después de aquella.
Sivak me tuvo paciencia pero terminó rindiéndose. Si aquí se aplicara la máxima de que un periodista es tan bueno como su último artículo, debo haber estado en el último lugar de la lista.
Por todo esto me alegré mucho cuando abrí el mail con el comunicado del lanzamiento de Jefazo, retrato íntimo de Evo Morales y me puse a leer la reseña:
¿Cómo un pastor de llamas aymará, luego jefe sindical de los campesinos cocaleros, logra convertirse en el primer presidente indígena de Bolivia con un récord de votos? ¿Y cómo transcurre su vida hoy en la vorágine de un gobierno sin sosiego?
Evo Morales es una de las figuras más fascinantes de las últimas décadas y su fama trasciende ampliamente los límites de América Latina. Sus primeras medidas –un plan de nacionalizaciones, una reforma agraria y una alianza con Hugo Chávez y Fidel Castro– hicieron que el gobierno de Estados Unidos lo ubicara en el nuevo Eje del mal, y que la oposición interna lo acusara de buscar una dictadura civil y de polarizar al país.
Jefazo cuenta, en sus capítulos pares, la historia personal de Morales; en los impares, la cocina de los años de su convulsionado mandato; en unos y otros asoma el drama contemporáneo de Bolivia.
Si los periodistas acostumbráramos a pedir disculpas por nuestras faltas, esta sería la mía Martín. Felicidades por el libro y mucha suerte.
*Lee un adelanto de Jefazo en Crítica Digital (formato .pdf)
1 comentario:
Me llama mucho la atención algunos terminos que usa por ejemplo: ¿Cómo un pastor de llamas aymará,... logra convertirse en el primer presidente indígena ...
Pues este señor no habla ningun idioma nativo.
¿seguira siendo indigena aymara?
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