domingo, 5 de abril de 2009

Lalo Parra: "Yo soy el tío de Chile"

Una entrevista del archivo con ese viejo grosso y sencillo que debe andar haciendo de las suyas esté donde esté.











(5 de junio de 2005)

Viene llegando de La Moneda. El 29 de junio cumple 87 años y Ricardo Lagos le hizo prometer que aguantará hasta cumplir un siglo. Y se lo toma para la risa. Le pidió café con pisco al Presidente. Le gustan las lolas. ¿El único lunar del año? No haberse ganado el Fondart. “Pero igual vamos a celebrar. El que nace chicharra muere cantando”.

Acérquese usted, que oigo poco”, me dice don Eduardo Emeterio Parra Sandoval, flanqueado por su sobrina Clementina y su esposa, Elizabeth Castro, mientras nos sentamos en el pequeño living de su casa en la población Cardenal Silva Henríquez.
Vestido con terno y pantalón blanco, camisa al tono y corbata color cabernet, el Tío Lalo enumera los conciertos que realizará para celebrar su cumpleaños, demostrando que sigue con las pilas puestas. Dice estar más enamorado que nunca de Elizabeth, “su Elita”. La mujer que lo “cazó” hace diez años, lo hizo sentar cabeza después de décadas de farra, décimas y canturreo guachaca, tiene 40 años menos que él. Pero se lo come con los ojos. Lo cuida. Le repite la pregunta cuando no escucha bien. Y mete la cuchara cuando el Tío Lalo dice que se está aburriendo porque se pone muy regalón. “Fíjese que a mí no me va a aburrir nunca”, responde Elita, que entremedio de algunas respuestas da su opinión sobre la relación que mantiene con el Tío Lalo, “su Lalo”.
-¿Cómo le fue en La Moneda?
-La verdad una maravilla, porque con nuestro Presidente Ricardo Lagos Escobar nos conocemos desde antes que él fuera Presidente. Aquí la gente me alaba mucho, me quiere mucho, y yo quiero mucho también al Presidente. Me recibió igual que los recibo yo cuando gente como ustedes llega aquí.
-¿Con un cafecito con pisco?
-Sí. Nos ofrecieron café, la Elita no recibió, la Clemen tampoco, pero yo sí le dije: “Un cafecito, pero con pisco”. Yo lo hago más como chiste, a veces en serio, pero no me iba a imaginar que me podían servir un café con pisco, y don Ricardo dijo: ‘Tráiganle; si él quiere un café con pisco, se le sirve”. No sé si estaré metiendo la pata con contar esto, pero es la verdad. Feliz y contento, lo pasamos bien, íbamos como por cinco minutos, ¿y cuánto estuvimos, chiquillas?
-Como una hora -dice Elita.
-¿Y qué le dijo el Presidente?
-Que estaba feliz, porque yo dije estoy feliz, agradezco que me hayan permitido esta entrevista ¿Y él que contestó, Cleme?
-Mi tío le dijo: “Gracias, don Ricardo por recibirme”, y el Presidente le dijo: “Yo las gracias te las doy a ti, porque no todos los días viene Lalo Parra a La Moneda”. Y se vino hasta con un regalo, un libro del centenario de Neruda -nos cuenta Clementina.
-Sí. Me regaló el libro de Pablo Neruda para que dure 100 años. Lo tengo que leer con toda calma, entender qué dice y durar los 100 años, ¡Que no es nada muy fácil! Y estar vigente también. Porque a mi edad estar cantando y guitarreando es difícil, pero es lindo también. ¡Y que me venga a decir el Presidente que dure hasta los 100 años es grave! Lindo deseo, pero sé que a los 90 ó 95 años mi máquina ya no va a funcionar igual.
-Pero hay hartos remedios ahora. Está el viagra.
-¡Exacto! Puedo durar hasta los 100 años, pero muchas veces uno es un estorbo. Cada vez uno va funcionando más mal que bien. Porque a los 75 años uno viene a convertirse en un niño y eso es gran verdad. Yo ya lo estoy sintiendo. ¿Por qué? Porque con mi mujer y con mi sobrina me pongo regalón, como si tuviera cuatro o cinco años.
-Tener dos mujeres que lo cuiden a uno es el sueño del pibe.
-Claro que es lindo, pero también después aburre, cansa.
-Fíjese que a mí no me va a aburrir nunca –apostilla Clementina.
-Dios quiera –susurra Tío Lalo.
-Pero usted está tiqui taca. ¿Por qué no nos cuenta el secreto?
-¡El mejor secreto es hacer el amor! Eso es gran verdad y todos los sabios sabemos eso, porque en ese aspecto encuentro que soy un sabio. A esta edad ya he aprendido mucho y sé que el amor lo hace revivir a uno. Y hacer el amor ¡más! Se terminan las enfermedades, termina cualquier malentendido con la gente, con la esposa. Es el mejor remedio para estar bien con su mujer, durar hartos años y seguir viviendo. Y yo lo estoy haciendo.
-Supe que tiene listas sus memorias.
-Es mi autobiografía. La escribí yo en décimas. Eso tiene un gran valor literario porque es muy difícil hacer décimas, y es muy lindo saberlas hacer también. Yo ya tengo experiencia, así que escribo mi vida con pelos y señales. Además, figura entremedio toda mi familia. Figura Nicanor, la Violeta, Roberto, Lautaro, Óscar, la Hilda. ¿Quién me falta ahí? Violeta ya dije.

CAÑA MALA

-¿Es muy difícil ser Parra en Chile con todo el peso del apellido?
-Tiene dos significados la pregunta. Si ha sido muy difícil ser un Parra habría que preguntarle a mi papá y a mi mamá, que me hicieron (se ríe). Y lo otro, si es Parra tiene la obligación de ser artista, escribir, cantar y tocar su guitarra.
-¿Usted siente que hay gente que ha abusado del apellido?
-Fíjate que no. Si se ponen Parra es porque les gusta el arte, les gusta la música. Y yo, los que conozco, que no voy a nombrar a nadie, del momento que son Parra y lo hacen bien, merecen tener el apellido.
-¿Por qué siempre se viste de blanco?
-Me encanta vestirme de blanco. Recuerdo yo que al mirarme a un espejo mi ropa blanca, digo: “Esta es la ropa blanca de la nieve de la cordillera, que de repente hace maldades, como las tragedias de últimamente, pero es lo más lindo del mundo. Como ver la cordillera de los Andes blanqueando”. Esa es una de las razones que doy para mi ropa blanca y lo comparo también con una novia de ropa blanca. Significa una mujer pura. Después comparo las palomas de la Plaza de Armas o de cualquier plaza del país, las palomitas blancas. Lo más lindo. Lo más hermoso. Y tantas cosas blancas que hay hermosas, entonces digo: “Yo también tengo que vestirme de blanco”.
-Como un novio de la vida.
-¡Exactamente! Y estoy convencido que a la gente le gusta y eso me interesa mucho, que la gente me interprete, me conozca. Donde voy, no estando lloviendo y a veces lloviendo, voy con mi ropa blanca.
-¿Le gustó hacer la publicidad de Tapsin?
-(Se ríe). Fue tremendo de lindo eso. Gracioso. Y lo hicimos con unas ganas tremendas de que sepa la gente quiénes somos los Parra, que no tan sólo podemos cantar cuecas, tonadas, jazz guachaca, sino que podemos también hacer grandes asuntos comerciales y publicitarios. Salió premiado como el mejor comercial de Chile, y eso para nosotros es un gran honor. Tapsin también ganó plata con eso.
-¿Hizo un servicio de utilidad pública para todos los que están con caña el domingo?
-Exacto. Y se lo dije una noche a todos los capos de Tapsin que nos invitaron a una cena. A ellos, que son la gente más habilosa en cuanto a negociante. Les dije: “Nosotros nos vamos a ir luego por mi salud, pero antes les voy a encargar ya que esta fiesta más de alguno la va a seguir y mañana va a amanecer con la caña mala, que tengan a mano Tapsin”. ¡Fíjate! Recomendarle a quienes fabricaron eso. Pero yo soy así de franco y esperamos que algún día lo volvamos a hacer. -¿Y cuando salga esta entrevista, usted va a estar con la caña mala o la buena?
-No sé, pero no importa porque voy a tener en mi velador mi trago y mi Tapsin (se ríe).
-No pase más publicidad, pues. Mejor hablemos de otra cosa ¿Cómo está preparándose para su cumpleaños 87?
-Feliz, estoy arreglándome para que todo salga bien. Está a cargo mi hija Clarita Parra. Está mi mujer, Elizabeth Castro. Mi sobrina Clementina. Está mi nieta Toñita. Así que esto va a salir bien porque pensamos celebrarlo en todo Chile (ver recuadro).
-¿Cómo era la noche antiguamente en La Piojera, en la Confitería Torres? ¿La política se hacia junto con la fiesta?
-Mira, ahí en la política nosotros no nos metemos en nada. Yo soy tío de Chile.
-Me refiero a si los políticos eran más buenos para la jarana.
-Esta bien que me corrija. Era algo hermoso, en esos lugares estábamos como en nuestra casa. Visitábamos este Café Torres, no se vendía solamente café, era el nombre no más. Ahí iban grandes políticos, intelectuales, artistas.
-¿Y La Piojera?
-Conocí mucho La Piojera con Nicanor, con Roberto, con la Violeta, con la Hilda. Era nuestro lugar favorito para ir a cualquier hora. En la entrada estaba día y noche gente vendiendo huevos duros con tortilla que nosotros comprábamos y los garzones de La Piojera nos ponían pebre y enseguida a tomar el trago que quisiera uno. Ahí, para los huevos duros había que tomar vino tinto, había chupilca, había chicha, de todo trago y de toda clase de gente. Muchas personas creen que La Piojera se llamaba así por los piojos ¡No! Lo que pasó fue que al Presidente en ese tiempo, Arturo Alessandri, lo llevaron a conocer el negocio y no le gustó mucho porque había todo tipo de gente. Pobres, ricos, gente chute que se llamaba en ese tiempo. Alessandri, siempre con sus chistes medios pesados, dijo: “Ustedes me trajeron a una piojera”, y no faltó el público que se rió pal’ mundo, y le pusieron La Piojera.

EL FONDART DIJO NO

-Aparte de los conciertos para celebrar su cumpleaños, ¿está pensando en grabar algún disco?
-Fíjate que estábamos ensayando muchos temas para el nuevo disco porque creíamos que íbamos a ganar el proyecto Fondart, pero nos dijeron no en el Fondart. No sé si tienen razón ellos. No creo. Porque íbamos a cantar toda la familia Parra. El disco se iba a llamar “Tío Lalo canta en familia”. ¡Con eso teníamos para convencer a medio mundo! Pero el Fondart dijo: “No, fíjate que estamos cabreados con el Tío Lalo”.
-Disculpa, amorcito, hasta su hermano Nicanor iba a participar -dice Elita.
-Hasta Nicanor, la Isabel Parra, Ángel Parra padre, Ángel Parra hijo, Javierita Parra, Clarita Parra, Toña Parra, Lautaro Parra, todos los Parra vigentes.
-¿Y Nicanor canta?
-Iba a cantar conmigo. Estábamos ensayando ¡Y no sale el Fondart!
No es que esté quemado por no ganar plata, sino que porque no supieron apreciar esto. No tuvieron la menor idea de que los Parra somos los que estamos dando el tremendo apoyo moral a Chile, aportando con toda nuestra cultura. Entonces, ¡imagínate! Pero así somos los chilenos. Así procedemos y así morimos.
-¿Y qué razones le dieron?
-Que no, no más. Se ve solamente quién ganó. Y no estoy enojado con nadie, pero tenían que haber mirado qué va a hacer el Tío Lalo esta vez. ¡Era un proyecto más grande que un buque!
-¿Lo va a hacer igual?
-Lo voy a hacer igual por mi cuenta, y cuando lo vean ellos, lo oigan, ahí van a ver la equivocación que tuvieron al decir “esto no nos interesa”. Tiene que interesarles tratándose de la cultura de Chile. No es llegar y grabar cualquier cosa. Esto se iba a hacer, como ya dije, con todos los Parra. Ellos no entendieron eso.
-¿Los chilenos somos mal agradecidos?
-Claro. Presentó proyectos también Javiera Parra. No le dieron ni bola. Dos años que la Javierita está presentando proyectos donde enseña la cultura con su canto. Por ahí otro Parra, Juan de Dios, hijo de Nicanor, con un gran proyecto también, tampoco le dieron bola. O sea, no quedó ningún Parra. Entonces, uno piensa “¿qué pasa?”. Y luego me contesto: “Qué te va a extrañar si estamos en Chile”.

“NO VOY A ENCONTRAR OTRO LALO PARRA”

-Pero la gente lo quiere a usted.
-Naturalmente. Yo me considero uno de los artistas más populares de Chile.
-¿Y eso no se lo dijo al Presidente Lagos, aprovechando que lo tenía al frente?
-Fíjate que no quise. Me acordé de eso, pero por no hablar de nadie no se lo dije. Pero le conté de un último libro que tengo, de la niñez de Nicanor Parra. Porque hay grandes libros sobre Nicanor de todos estos escritores que escriben lindo ¡Pero de los 20 años para arriba de Nicanor! Ellos no tienen idea cómo fue Nicanor desde los 20 años para abajo. De la vida juvenil e infantil de Nicanor. Y también por ahí están esperando que me muera para publicar el libro, porque dicen: “El Tío Lalo se va a morir y ahí se va a vender harto el libro”.
-Si sigue con la receta que me dijo antes van a tener que esperar bastante.
-Ojalá dure hasta los 100 años, ojalá dure lo más que se pueda, porque tengo el deber, el derecho de aportar con algo a la cultura de Chile, y también por qué quiero vivir para no dejar sola a mi mujer, que ella es tan joven, y después que me muera ¡cualquiera me la va a quitar! Por eso no quiero ni por nada apartarme de ella, porque uno se muere y se acabó.
-Para mí no. Yo siempre le digo: lo amaré a usted siempre, hoy y mañana, siempre, y después de la muerte lo seguiré amando como lo amo –le contesta Elita.
-Lindo eso, pero...
-Fue mi primer pololo y esposo. Imagínese, a los 37 años y nunca tuve pololo; me dedique solamente a trabajar. No voy a encontrar otro Lalo Parra igual, así que cuando ha estado mal él, yo también me he ido muriendo con él, porque lo quiero demasiado –nos dice su esposa.
-Yo conozco 500 viudas. Todas han dicho lo mismo. Después se muere uno y a los pocos meses están diciendo “la vida y para qué” y cantando cuecas con su enamorado. Lo encuentro lo más natural, tienen que rehacer su vida, sobre todo ella que es tan joven, 40 años menor que yo.
-Yo también estoy enferma, delicada de mi salud, así que lueguito lo voy a seguir a usted; capaz que me muera yo antes que usted –le dice ella.
-No, por nada del mundo. Yo quedaría solo. ¡Mentira! (se ríe), Yo me caso de nuevo, no estoy pa’ estar solo ni un día.
-Hagamos un trato: eso se lo pregunto mejor el próximo año.
-¡A los 100 años mucho mejor! Seguiré con Elita hasta el fin. Todo el mundo sabe cómo la quiero, cuánto la quiero, cómo somos. Estoy feliz con ella. ¿Te cuento un secreto? Hace diez u once años que no sé de carrete, solamente dos o tres veces hemos salido, la Clementina, la Elita y yo. Pero antes de los diez años que estamos juntos con la Elita, eso lo hacía todos los días. Era otra vida la que llevaba. Estaba solo un rato, y después acompañado de cada lola, porque ¡me encantan las lolas! No sé por qué (dice riéndose).
-Lo seguí tantos años. Nunca me podía acercar a él por lo mismo -ironiza Elita.

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