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domingo, 22 de julio de 2007
El extraño episodio del ex chofer de Juica
Un desconocido episodio se vivió hace un mes en el despacho del ministro en visita del caso Calle Conferencia, Víctor Montiglio. Mientras el juez interrogaba al ex agente de la DINA y la CNI Carlos Miranda Meza, por su responsabilidad en los asesinatos de la cúpula clandestina del Partido Comunista en mayo de 1976, éste tiró sorpresivamente sobre la mesa una licencia de conducir del ministro de la Corte Suprema Milton Juica. Miranda Meza ingresó a trabajar en el Poder Judicial a mediados de los ’90 y fue destinado como chofer del magistrado, sin que el “supremo” conociera su historial represivo hasta 2001, cuando Miranda Meza debió comparecer ante la justicia por un caso de derechos humanos y fue apartado de sus funciones. Por eso, cuando Montiglio vio de quién era la licencia, miró extrañado al hombre –que fue procesado el pasado jueves por el propio Montiglio–, guardó la cédula y, sin hacer comentario alguno, se la devolvió a su legítimo dueño.
viernes, 25 de mayo de 2007
Ex agente represivo se suicidó en cárcel 5 estrellas
La noticia del suicidio de Carlos Marcos Muñoz, un ex agente de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) de 56 años de edad involucrado en el caso Calle Conferencia, obligó al Ejército a iniciar una investigación sumaria para determinar cómo fue que Muñoz se ahorcó cerca de las 08:40 horas de la mañana de ayer en dependencias del Batallón de Policía Militar (BPM) de Peñalolén en Santiago.
Según señala una nota de La Tercera hoy, la familia del malogrado sujeto denunció falta de seguridad en el recinto militar, la inexistencia de cámaras de vigilancia, así como un liviano régimen carcelario. Esto, según plantean los deudos, habría permitido que Muñoz se suicidara en uno de los baños destinados para los procesados recluidos allí, amarrando una sábana a los barrotes de una ventana para colgarse.
Lo que no cuentan el matutino ni la familia es que la falta de vigilancia de los reclusos en el BPM se debería a órdenes del propio Ejército. La institución castrense se propuso dar el "máximo confort" al "personal en situación especial", eufemismo con que se llama a los altos oficiales y suboficiales que pasan su prisión preventiva en el Batallón. Esto fue comprobado en mayo del año pasado por el periodista Javier Rebolledo y quien escribe. En ese período entramos subrepticiamente al BPM y pudimos constatar que las condiciones de presidio de los ex militares procesados por violaciones a los DDHH eran más parecidas a las de un hotel que a las de una cárcel.
Las “palabras de bienvenida” del instructivo que se le lee a los procesados cuando ingresan al BPM son elocuentes. Aseguran que constituye un gran desafío y alta responsabilidad recibirlos “en este nuevo recinto militar, diseñado con modernas medidas de confort y seguridad, para el efecto de brindar la más grata estadía y el resguardo de vuestra integridad física”. En tal sentido, dice el texto, “ha sido preocupación del mando que estas instalaciones dispongan del máximo de comodidades y áreas de esparcimiento, de manera de hacer más llevadera su permanencia”.
La investigación mencionada, que duró cerca de tres meses, fue la tapa de LND del 18 de junio de 2006 bajo el título "Hotel cinco estrellas: La cárcel VIP de los altos oficiales del Ejército". La nota pasaba lista a los múltiples beneficios del presidio: visitas a toda hora, salidas del recinto, internet inalámbrica, gimnasio, tv cable, atención de mozos y mucamas y un largo etcétera.
Entre tantos cuidados me imagino que fue difícil para los custodios de Muñoz imaginarse que atentaría contra su vida.
Según señala una nota de La Tercera hoy, la familia del malogrado sujeto denunció falta de seguridad en el recinto militar, la inexistencia de cámaras de vigilancia, así como un liviano régimen carcelario. Esto, según plantean los deudos, habría permitido que Muñoz se suicidara en uno de los baños destinados para los procesados recluidos allí, amarrando una sábana a los barrotes de una ventana para colgarse.
Lo que no cuentan el matutino ni la familia es que la falta de vigilancia de los reclusos en el BPM se debería a órdenes del propio Ejército. La institución castrense se propuso dar el "máximo confort" al "personal en situación especial", eufemismo con que se llama a los altos oficiales y suboficiales que pasan su prisión preventiva en el Batallón. Esto fue comprobado en mayo del año pasado por el periodista Javier Rebolledo y quien escribe. En ese período entramos subrepticiamente al BPM y pudimos constatar que las condiciones de presidio de los ex militares procesados por violaciones a los DDHH eran más parecidas a las de un hotel que a las de una cárcel.
Las “palabras de bienvenida” del instructivo que se le lee a los procesados cuando ingresan al BPM son elocuentes. Aseguran que constituye un gran desafío y alta responsabilidad recibirlos “en este nuevo recinto militar, diseñado con modernas medidas de confort y seguridad, para el efecto de brindar la más grata estadía y el resguardo de vuestra integridad física”. En tal sentido, dice el texto, “ha sido preocupación del mando que estas instalaciones dispongan del máximo de comodidades y áreas de esparcimiento, de manera de hacer más llevadera su permanencia”.
La investigación mencionada, que duró cerca de tres meses, fue la tapa de LND del 18 de junio de 2006 bajo el título "Hotel cinco estrellas: La cárcel VIP de los altos oficiales del Ejército". La nota pasaba lista a los múltiples beneficios del presidio: visitas a toda hora, salidas del recinto, internet inalámbrica, gimnasio, tv cable, atención de mozos y mucamas y un largo etcétera.
Entre tantos cuidados me imagino que fue difícil para los custodios de Muñoz imaginarse que atentaría contra su vida.
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