domingo, 16 de febrero de 2003

Entrevista Marcelo Buscaglia






Marcelo Buscaglia, productor del under santiaguino
LA ASTROMISIÓN


Podría ser el hijo sudaca de una cruza entre lo que dejó el movimiento beatnik y Devo en su magistral video Whip it! Pero no lo es. Es Astrocaglia. Productor musical, dueño de una filosofía emparentada con el “Hazlo tú mismo” del punk, y uno de los personajes tal vez más sugerentes, complejos e incomprendidos por el mainstream de la noche capitalina.

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (16 de febrero de 2003)


A fines del año 2000 Marcelo Buscaglia aún no era Astrocaglia. Era un estudiante de filosofía y lentes como dos pantallas de televisión que dedicaba su vida a la mezcla de poesía con música y arte experimental.

En ese período realizó un ciclo de lecturas apoyadas por bandas de indie rock llamado “La legión independiente”, y que tuvo una pequeña convocatoria, mayor de la esperada.

Según Buscaglia, la idea original era “reproducir aquel espacio perdido del principio de los ´80 neoyorquino, que nos interesaba mucho”. Alrededor de esta idea se juntó con un par de amigos.

Los proyectos no funcionaron y un día, después de autoeditar su primer libro de poesía, “El Icaro a ras de carretera”, Buscaglia se dio cuenta que tenía 500 copias en su pieza. “¿Y qué hago con 500 libros en mi pieza?”, se preguntó.

Buscaglia: “Entonces conversé con la banda de un amigo, Game Over, para que tocaran ese día, que hiciéramos una lectura de poesía. Bastaron dos tocatas y vendimos todos los libros. Se podría decir que fue una especie de best seller, sin editorial, sin circuito, sin absolutamente nada”. Hasta ahí llegó su carrera en el mundo de la autogestión editorial. Surgieron dudas. Fue el primer paso de lo que podría calificarse como su metamorfosis en Astrocaglia, su otro yo nocturno, referencia obligada al astronauta chileno que algún día irá al espacio... dicen.

¿Si lo mejor que hacía y lo que más le agradaba era la producción de eventos y acciones que mezclaran lenguajes y expresiones artísticas, por qué no dedicarse a eso?

Buscaglia menciona que rompió con los circuitos literarios allá por fines del 2000. ¿Sus razones? “Yo no creo que la poesía se radique solamente en un grupito de intelectuales cerrado que dicen que leer poesía es solamente tomar un micrófono y darle. Es demasiado aburrido y por ello quebré con eso. Ahí nace el Astrocaglia”. Su siguiente y primer proyecto como Astrocaglia fue “Efecto Margarita”, una nobanda- instalación de arte, concebida para tres presentaciones de ruido, mucho ruido. “En ‘Efecto Margarita’ instalábamos textos en vivo y banda atrás, los textos estaban en un cassette que era conectado a una serie de efectos distorsionados en vivo”, dice riéndose.

ASTROS EN LA TROVA

En una de esas tocatas llegó al bar La Trova. Al dueño del club, Carlos Fuentes le gustó “esto que era una parada tan underground y tan interesante”. Ahí, Fuentes le propuso quedarse en el bar haciendo los “Miércoles experimentales”. “Entonces empecé a buscar bandas”, cuenta Astrocaglia quien actualmente es miembro de El cierre clerk de Ultraman, una agrupación “formada por compañeros de universidad donde tocamos con pianitos de juguete y mínimos recursos colocándonos como una banda de verdad pero con absolutamente nada”.

El 31 de enero Astrocaglia emitió desde su estación espacial ubicada en Quilicura la última transmisión vía Internet anunciando para esa noche la presencia en La Trova de Cenzi (Némesis), A la Luz Resistant (electroclash), Nhur (ex Gnosis) y DJ Pablo Rosenzvaig.

Al día siguiente, a las 9 de la mañana (hora del Este de Estados Unidos), el transbordador Columbia y sus siete tripulantes se desintegraron a 20 mil kilómetros por hora. A esa hora Astrocaglia estaba dormido. La noche anterior La Trova cerró cerca del amanecer.

Con su última producción Astrocaglia bajó el telón a un año y medio de organizar conciertos y actividades que incluyeron ciclos de jazz y electrónica: con un músico electrónico y un baterista de jazz fusionando sus sonidos; hip hop y música experimental, noches de bebop y gafas oscuras; grupos neofolk tan conocidos como Goli and the Sunamis; y un listado muy largo de bandas que encontraron en La Trova la posibilidad de tocar y/o experimentar. Pero eso se acabó. O como dice Astrocaglia, citando a la serie televisiva Los Supersónicos, en uno de sus originales comunicados: Hay que dar paso a los nuevos valores / Cómo quiénes / Como los marcianos.

Hoy, el dueño de La Trova está cansado y quiere vender parte de su participación en el local. Las versiones no confirmadas afirman que el periodista y músico de Marciano, Sergio Lagos, es uno de los más interesados en comprar.

Recordando su paso por el local, Astrocaglia dice que La Trova tuvo un proyecto hermoso pero como todas las cosas terminó: fue el único local de Santiago que se abrió a experimentar y a arriesgarse, donde en un momento pudieron tocar el rock and roll de Guiso, la banda del argentino Flavio Etcheto, Trineo, Original Hammster, Congelador, Rosario Bléfari, Han Solo, Javiera Mena... y un largo etcétera. “Todo ese tipo de bandas que venían del underground y que llenaron siempre, completamente ‘resistiendo en la velvet’ contra el mainstream”, cuenta.

Ante mi cara de interrogación se apresura a explicar: “resistiendo en la velvet significa permanecer en una producción de underground de contenido” Buscaglia estudia Filosofía. El alter ego aplica las lecturas en su discurso y las complementa.

“ANARCHY MERCHANDISING”

El universo de Astrocaglia está lleno de citas a la cultura pop y de la convicción de desarrollar un estilo de hacer las cosas, mezclando y utilizando todas las herramientas a su alcance: publicidad, diseño, periodismo, Internet, gestión cultural. Pero sin ni uno. Es la anarchy merchandising, que Astrocaglia aprendió de la autogestión
de los músicos, antes que de su círculo de amigos escritores y poetas. “Encontré su parada mucho más arriesgada y activa que sentarse a tomar vino navegado dos horas y decir ‘bueno, vayan a comprar mi librito de poesía que está en una feria de Bellavista’. Vi que los tipos se hacían sus propios discos, sus afiches. Vi que generaban un espacio y que tenían medios de comunicación que los apoyaban como Súper 45, Perdidos en el espacio, y que no estaban comprando el arrastre post democrático de incorporarse al Fondart y un montón de esos dispositivos que te dicen: participa y te financiamos tu producción cultural. Y estos tipos nada. Yo no he participado en ningún proyecto y he podido realizar producción cultural, no sé si de nivel, pero sin participar en esos fucking proyectos ni tampoco ir a agarrarle la verga a nadie”, dice.

Por eso, promueve que “lo único que necesitas para producir es un computador y un celular desde tu pieza”. Tal vez es cierto. Mientras conversamos me muestra flyers y afiches de todas las cosas que ha ideado a pulso en su “estación espacial”. Hablamos de los comunicados de prensa que manda antes de cada evento. Son parte del anarchy merchandising que sirve para promocionar lo propio. Un ejemplo:

Nueva transmisión.

Entro a un bar. No se si quedarme o no. Dos viejitas bebiendo Malta. Me quedo. Soul Syster. De vez en Cuando. Claudio Bertoni. De los tenedores plásticos de los elásticos pollitos dicen…a los asépticos etni’palillos de restoranes techno’sushi…ambient pro activo con corte de pelo a lo bruce lee, te saco una foto con mi teléfono celular, luego bebemos algo de espíritu con licor tailandés, a ver si uno de estos días subimos el Everest, my movil net is forever in onnn (sic).

Comentario con leve sonrisa de Bruno Truglioni.... sábado 5 am, a una promo dinámica. Prosit.

Cierre de transmisión.

El lector con cara de ¡Exijo una explicación!

LOS FETICHES

Desde que asumió su personaje, Marcelo Buscaglia, ha buscado proponer una fuerte pero alambicada crítica a “estos grandes momentos de terror tecnológico” y a la homogeneidad del mundo musical y literario establecido. Y la culpa según él se debe en parte a “que lo que sucedió en gran parte de los ´90 era solamente transicional. Cosas como En la cocina hay olor a gas, que realmente importan poco, y toda una generación de escritores que terminaron a 500 pesos, regalados casi en las librerías, siendo que eran las promesas del recambio de la literatura chilena”. Y remata: “Mucha de esta producción de arte noventero terminó siendo una especie de fetiche de transición democrática: que no dijera nada, que no dañara nada y que fuera completamente obsecuente a las buenas costumbres de la transición”.

De ahí que su trabajo siempre incluye a astronautas, dinosaurios y Ultraman; tres fetiches personales que junto a la idea de hallar en las ruinas lo necesario para desarrollar música y arte, representan la paradoja del Chile actual. “Por ejemplo, el astro o Astrocaglia. Es muy divertido pensar en el astronauta y la astronáutica chilenos en un Tercer Mundo. La única escena espacial que podís tener es una vinculada a las artes. Lo mismo pasa con El cierre clerk de Ultraman, que quiere decir que al héroe se le ve el cierre. Es todo una gran maqueta”. La incorporación de los dinosaurios como fósiles completan el cuadro de ese lugar “mula”, que tiene la cultura en nuestro país.

FIN DE LA MISIÓN

Cuando le pregunto qué está cocinando en su estación espacial ahora que dejó La Trova, me cuenta que anda buscando parches de trajes de astronauta aunque se le ha hecho difícil conseguir alguno. Me río y le digo que hable en serio.

“Tres cosas, a lo más: hacer un Lulapalooser, un encuentro de bandas experimentales; seguir produciendo igual y explorando en eventos híbridos y en nuevos contenidos. Eso creo que es lo importante hoy. Lo que hice y pretendo seguir haciendo es estar off side, fuera de todo circuito aunque estando dentro. Esta es la Astromisión de Astrocaglia”, me dice, a punto de levantarse de la mesa. A la cinta le queda poco y las pilas están a punto de morir.

No puedo dejarle sin interrogarlo por lo obvio.

-¡Por supuesto que sí!- exclama. -Me gustaría ir al espacio con una banda y que tocáramos en un asteroide y amplificarlo: ¡la cagá!

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