El gran corresponsal de guerra Manu Leguineche decía que existen tres tipos de corresponsales:
los turistas, esos que van a la guerra, se sientan en el bar del hotel 5 estrellas a beber whisky y esperan el regreso de sus colegas para reportearlos y escribir "re-cor-tajes"; los fetichistas tecnológicos, aquellos que arriban al escenario de conflicto cargados de teléfonos satelitales, gps´s y de un cuantuay; y por último están los de la tribu, los que van a cubrir la guerra no porque les guste la guerra sino porque sienten que es su deber, los que no les cabe en la cabeza quedarse en el hotel o andarse preocupando de pendejadas técnicas. Los de la tribu son los que volverán a verse en el próximo estallido de estupidez humana, son los que preferirán perder una historia a perder a uno de los suyos, y soltarán el obturador si pueden salvar una vida. Son los que entienden que al final del día lo único que habrá valido la pena es seguir siendo un ser humano decente que se atrevió a contar la historia desde la calle de los vencidos... y eso no es poco.
Todo esto ¿a pito de qué? Robert Fisk cuenta desde Irak lo difícil que se le está haciendo a la prensa enfrentar la cobertura de la guerra.
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