domingo, 16 de abril de 2006

Entrevista Camilo Escalona

Escalona revela detalles inéditos de la condena de Manuel Contreras por el caso Letelier
“PINOCHET CONVENCIÓ A FREI QUE IBA A DAR UN GOLPE”


A una década de un desconocido capítulo de los años más frágiles de la Transición, el secretario general del PS detalla la crisis del gobierno de Frei por la amenaza de asonada si el “Mamo” iba preso. “¡Dile a Pinochet que mande desde La Moneda!”, le dijo al ministro de Defensa, Edmundo Pérez Yoma, cuando este afirmó “Aquí va a haber un Golpe”. Lo que sigue, son los entretelones de una reunión en que la democracia estuvo a punto de tambalear. Y más. Mucho más.

Por Miguel Paz (versión larga de entrevista aparecida en LND del domingo 16 de abril de 2006)


-Una de las autocríticas de Enrique Correa, ex secretario general de gobierno de Aylwin, fue que al momento del “boinazo” y del “ejercicio de enlace” optaron por bajarles el perfil por miedo a un Golpe.
-Ellos se preocupaban de aplacar la bestia pero se esforzaban tanto que daba la sensación de que la bestia mandaba.

-¿Si el gobierno no hubiese cedido a las presiones de Pinochet, cree que la gente podría haber “aplacado la bestia”?
-Exactamente. Pinochet ya no estaba en condiciones de quebrar el orden constitucional. Se demostró el año ´95. Ese año yo era presidente del PS y cuando fue la condena de Manuel Contreras, Pinochet llegó a convencer a la autoridad democrática (Eduardo Frei) que iba a dar un golpe de Estado si metíamos a Contreras en la cárcel. A mí un general fue a decirme “no lo vamos a entregar”. Le dije “Bueno, si no lo van a entregar significa que ustedes mandan y si ustedes mandan dígale a Pinochet que mañana dé el Golpe y se tome el Palacio de La Moneda, pero yo no voy a ser cómplice”.

-¿Quién fue ese militar?
-A lo mejor algún día lo digo pero por ahora me lo voy a reservar.

-¿Qué presiones recibió Eduardo Frei?
-Para Pinochet un día de presidio de Contreras era inaceptable. ¡Un día! Y ese era el punto: había que meterlo preso ¡un día! No importaba cinco años, diez, veinte, daba lo mismo. Entonces, cuando Pinochet mandó a que todos los oficiales de la Guarnición de Santiago, la más poderosa desde el punto de vista militar, se instalaran “en un picnic” afuera de la cárcel de Punta Peuco, ahí Pinochet llamó al ministro de Defensa (Edmundo Pérez Yoma) y le dijo “Mire, no puedo sujetar a mi gente así que aquí va a haber un Golpe”.

-¿Qué hizo usted?
-Tuvimos una reunión tumultuosa, tremenda, en la casa de Carlos Figueroa y el ministro de Defensa dice “Aquí va a haber un Golpe”. Yo le respondo “bueno, que lo dé, ¡pues!”. Porque si aquí ni siquiera hay autoridad para hacer respetar un fallo en los tribunales es mejor que se transparente y que manden ellos. Ahí me dijo (Pérez Yoma): “Estai loco huevón”. ¿Y tú? -le dije yo- ¿tú no estai loco, huevón? O sea que aquí nosotros tenemos que hacer la voluntad de Pinochet ¿¡Eso no es estar loco!? ¡O sea, somos los monigotes civiles que hacemos lo que Pinochet manda desde la Comandancia en Jefe! Entonces dile, ¡dile a Pinochet que cruce la Alameda y mande desde La Moneda, poh!, pero yo no voy a estar aquí para ser la fachada de la democracia protegida.

-Finalmente Contreras fue preso.
-Por eso fue tan importante lo que ocurrió. Había que meterlo un día a la cárcel y cuando meten a Contreras en la base naval de Talcahuano, con la complicidad de la Armada, y pasan las semanas sin que lo entreguen, parecía que nunca iba a ir preso. Entonces, el director de Gendarmería era Claudio Martínez, militante socialista, y yo le decía “Oye, apúrate, poh. ¿Cuándo te haces cargo? Este compadre tiene que estar preso”. Y él me decía que la Armada presentaba partes médicos y se metía a tribunales. Hasta que ya no hay más partes médicos ni excusas y va Claudio Martínez a la base naval. Entra Martínez a la pieza de Contreras y le dice: “Señor Contreras, está detenido bajo la responsabilidad de Gendarmería de Chile”. En la puerta queda un gendarme y ya no un infante de Marina. (Martínez) me llamó desde Talcahuano. Me dice: “¡Quedó preso!”. Le dije “te pasaste, pero no puede quedar ahí dentro, tiene que estar preso en un recinto de Gendarmería”. Entonces, el día que un helicóptero dejó a Contreras en Punta Peuco dije: “Quedó claro, Pinochet no era capaz de quebrar la institucionalidad”.

DE LA RDA A PUDAHUEL

-Estuvo cinco años clandestino durante la dictadura.
-Cinco años y tanto, sí.

-Hay algunas anécdotas de esa época...
-¡Ah, chupalla! Volví clandestino en una época en que era verdad que no se movía una hoja sin que Pinochet lo supiera. Con Clodomiro Almeyda acordamos un plan de retorno clandestino, del que yo fui jefe, y creamos una estructura paralela capaz de hacer política sin estar sometida al control de la CNI.

-¿Fue una orden de Almeyda?
-Sí. Me vine para eso el año ´82. Me acuerdo del Festival de Viña. ¡Era tremendo! La gran noticia de febrero del ´82 era el traje de hojalata de la Raquel Argandoña. ¡Ese el Chile cultural! Con una dictadura hipócrita, fundamentalista en lo religioso pero que le daba circo a los pobres en el despliegue de la Rafaella Carrá cantando “¡Caliente, caliente!”. Era un país que me hizo crujir el alma. Y la guinda de la torta ese mes fue el horrible asesinato de Tucapel Jiménez. Ese es el país que teníamos: circo en Viña y asesinato y degüello para los opositores.

-¿No le daba miedo volver a Chile?
-Sí, poh. Tenía 26 años y me moría de miedo. Dormía a saltos. Me despertaba el ruido de mis dientes al rozarse por la tensión. Después volví al exilio a contarle a Almeyda que la idea de resistencia que había afuera estaba idealizada. Pero eso cambió el ´83 con las protestas nacionales. Toda la gente que vivía sola en su miedo se dio cuenta que la mayoría estaba en lo mismo. O sea, ¡resulta que mi vecino también protesta como yo! ¡Y el del frente también! La mayoría estaba como las pelotas y se dio cuenta de esto. Ahí los partidos crecieron. Las protestas fueron un milagro popular.

-¿Cómo entraba a Chile? Me contaron...
-¡Jajaja!

-Que una conocida periodista se hizo pasar por su pareja y entraron al país por el mismísimo aeropuerto “Arturo Merino Benítez”.
-Sí, es verdad. La primera vez que volví clandestino a Chile llegué en un vuelo de Iberia directo de Madrid a Santiago. Todo funcionaba bien, tranquilo, pero cuando el avión aterrizó y se produjo un estremecimiento y el corazón me latió como que se me iba a salir por la boca. Me dio un ataque de pánico que no podía controlar. Afortunadamente era el aeropuerto viejo y no había mangas ni ninguna de estas cosas que hay ahora. Era febrero. Hacía calor y los trabajadores que empujaban las escalas se demoraron muuuucho y de a poco se me fue pasando el ataque de pánico. Cuando me bajé y enfrenté la caseta de Policía Internacional ya había recuperado el control. Menos mal. Gracias a la ineficiencia del aeropuerto pude controlar el pánico.

-¿Usted estuvo a cargo de los militantes socialistas chilenos en la escuela de cuadros Wilhelm Pieck de la República Democrática Alemana?
-Así es. Pero no era una decisión mía, era una decisión del Partido Socialista, cuyo secretario general era Carlos Altamirano.

-Con quien usted tenía diferencias.
-Yo era un militante disciplinado. Tenía diferencias con Altamirano en mi fuero interno que explotaron el año ´79 cuando el PS se dividió de manera dramática por los mutuos recelos que teníamos por el ´73. El conflicto entre Almeyda y Altamirano fue un estallido retardado del ´73.

-Estuvieron más de la mitad de la dictadura peleados, acusándose de amarillos y cabeza de pistola.
-Pasamos puro peleando como el perro y el gato, por eso ahora estamos juntos.
-¿Cómo se da su encuentro con Ricardo Núñez si pasaban peleando?
-Esto parece un tango (toma aire y piensa). Más de una vez en la RDA que hoy no existe, en un Berlín Oriental que no existe, invitados por el Partido Socialista Unificado que tampoco existe, bajo la cortina de hierro que tampoco existe, y teniendo de fondo el poderío de la Unión Soviética que también desapareció, coincidimos, bajo la nieve en un invierno duro o benévolo, Ricardo Núñez, Michelle Bachelet y yo, en las duras contingencias de la derrota del ´73 -porque no hay nada más duro en nuestras vidas que eso-, y a pesar de eso, nos vimos sumidos en un conflicto descontrolado en que el único propósito de los socialistas era derrotarse los unos a los otros. Ahora que cruzamos el umbral de los 50 años, me resulta obvio, una actitud de elemental responsabilidad política el que podamos decir: Hoy nos unimos tras un objetivo absolutamente conducente e inequívoco: que a Bachelet le vaya bien. Tenemos la o-bli-ga-ción de actuar juntos.

“NO NACÍ PARA SER ASESOR”

-Una vez usted escribió que “la izquierda es un camino largo que nos compromete pero que nos interpela a reflexionar cada día más, con más profundidad y coherencia” ¿Valió la pena tener paciencia?

-Sí. La idea de que la izquierda tiene buenas intenciones pero gobierna mal fue completamente desmentido con Ricardo Lagos. Y una figura de la izquierda, Michelle Bachelet, fue la que le dio liderazgo a la coalición para propinarle una derrota política, social y electoral tremenda a la derecha. La respuesta es sí. La izquierda logró caminar con viento a favor.

-Para que se diera ese resultado tuvo que aceptar cosas como que el Presidente Lagos lo mandara al subterráneo de La Moneda.
-(Se ríe). No, si él no me mandó al subterráneo. No creo que haya sido una intención de él. Pero yo no tenía simpatías del entorno íntimo del Presidente y estuve un año en una oficina en el búnker que, por sus características, creó una imagen de menoscabo. Yo, dándome cuenta de ello, actué para no entorpecer un primer año de gobierno difícil. No le iba a estar echando pelos en la leche a Lagos por la ubicación de mi oficina. A pesar de que me daba cuenta del menoscabo.

-¿Estando allí, tan lejos de Lagos, nunca tuvo dudas de haber aceptado la pega de asesor?
-Mira, no lo he dicho nunca. Ese año me convencí de que no nací para ser asesor. Soy una persona que tiene opiniones muy marcadas de los temas. Así que cuando se dibujaron las parlamentarias del 2001 fui donde Lagos y le dije: “Presidente, Arauco me espera” (se ríe).

-¿Qué le respondió él?
-Bien, pues. Él se lo esperaba.

EL PODER DE LOS “TERNOS JHONSON´S”

-En el PS también hay o hubo diferencias estéticas y culturales, por un lado los socialistas de corbata italiana, por otro los “ternos Johnson´s”, los de su sector.
-(Se ríe) Me gustó esa invención suya. Pero Osvaldo Andrade tiene una dificultad -entre carcajadas pone sus manos en círculo imitando un cuello gigante- ¡es que no tiene camisa posible!, así que igual tiene que recurrir a la exclusividad. Involuntariamente eso sí, ah.

-A los “ternos Johnson´s” les tocó bailar con la fea pero ahora les toca torta. ¿De cuántos pisos es la torta que se está comiendo Escalona hoy?-¿Torta? No. No tengo esa sensación...

-¿Me va a decir que con Bachelet presidenta le ha ido mal?
-Voy a recoger el guante, no me gusta eludir las preguntas. El martes, cuando en el Senado se discutió el proyecto de reajuste de pensiones, donde se ubican los ministros estaban sentados Andrade, Paulina Veloso, Andrés Velasco, Ricardo Lagos Weber y Alberto Arenas, el director de Presupuestos. De cinco, tres son militantes socialistas. De izquierda. Y cuando veía a personas del más alto nivel técnico como Evelyn Mattehi y pre-presidenciables como Allamand interlocutando con Arenas, no creo que me estoy comiendo una torta pero sí siento que es otro país. Es otro país. E incluyo en esta reflexión a Velasco y a Lagos Weber. Son la nueva hornada.

-¿Qué de mito y qué de verdad hay en su influencia sobre Bachelet? ¿Usted es su Ottone?
-Nooo, poh. Si por todo el mito ni siquiera puedo conversar con la Presidenta. Es 100% mito. Porque lo que es normal con un hombre, en el caso de una mujer presidenta es delicado y ella no puede correr el riesgo que se construya la idea de que hay un poder detrás del trono. Y lamentablemente conmigo construyen ese mito. Por eso entiendo que ella se privó de tener un diseño de Segundo piso, como el de Lagos.






RECUADRO 1
LAS ELECCIONES DEL PS

-¿Piensa hacer algo para evitar las rencillas de la elección del PS del 23 de abril?

-Es que la cosa no va a cambiar ya. Soy pesimista.

-La interna de su partido se está pareciendo a las peleas de la UDI.
-Lamentablemente.

-Isabel Allende, candidata a presidir el PS por la lista “Grandes Alamedas”, dice que si usted se postula al cargo por cuarta vez es porque le gusta el poder.
-Bueno, ella ha sido más veces que yo miembro de la mesa y todos saben que en el PS hay una dirección colegiada. Así que estar en la presidencia o en la mesa significa formar parte de ella. Yo no prejuzgo a Isabel pero no me gusta la falta de reciprocidad.

-¿A qué se refiere?
-Yo evito hacer acusaciones o prejuzgar las intenciones de los demás. Creo que no ha habido reciprocidad de parte suya en eso. Pero bueno, falta una semana no más.


RECUADRO 2
“HUBO SOCIALISTAS QUE MURIERON LUCHANDO EN NICARAGUA”


El secuestro de Cristián Edwards, el hijo del dueño de “El Mercurio”, y el asesinato de Jaime Guzmán en abril de 1991, realizados por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez – Autónomo, detonaron la creación del polémico Consejo de Seguridad Pública dirigido por Marcelo Schilling. “La Oficina” estaba encargada de desmantelar a los grupos armados. Escalona, a quien se le vinculó con el organismo, lo desmiente; habla de Raúl Pellegrín, “Rodrigo” o “Comandante José Miguel”, uno de los líderes más carismáticos del FPMR, y revela la muerte de militantes del PS en la guerrilla centroamericana.

-Se dijo que usted fue parte de “La Oficina”.
-Nunca estuve metido. Para nada, en ese tiempo yo era diputado.

-¿Cuál es su evaluación de ese organismo para desmantelar a grupos como el FPMR-A?
-Siempre defendí a Schilling. Siempre. Porque las excusas de Pinochet para mantener la DINE (Dirección de Inteligencia del Ejército), se legitimaron con la muerte de Jaime Guzmán. No sé quienes tomaron esa decisión pero siento que cometieron un error histórico. Y nosotros teníamos que defender la democracia. A la democracia hay que defenderla aunque te duela.
En el Frente Patriótico, tal vez por lo breve de su vida, no comprendieron que había otro Chile después del 5 de octubre del ´88. Pero siento que fueron vidas humanas que se perdieron estérilmente, como el caso de Raúl Pellegrín. Lo conocí cuando estuve exiliado en Cuba. Yo tenía veinte años y Pellegrín era un muchacho de una inteligencia sobresaliente. También compartí en Moscú con el hijastro de Volodia Teitelboim, Roberto Nordenflycht, que murió de un disparo en el aeródromo de Tobalaba. No sé. (Por un instante se queda en silencio). Dentro de mis dolores está ese dolor también porque fueron vidas muy valiosas que se perdieron. Nosotros también perdimos algunos de los nuestros.

-¿Dónde?
-No lo había dicho nunca pero hubo socialistas chilenos que murieron heroicamente en la selva centroamericana luchando por la libertad de Nicaragua o de El Salvador. Pero cuando nos embarcamos en el “No” supimos comprender que había un cambio de escenario y cuando ganamos con el “No”, que iniciábamos la construcción de un nuevo país. Por eso no hubo ningún socialista chileno que se pusiera contra la democracia. Nunca.

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