El próximo viernes 29 de junio se cumplen 34 años de la muerte del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, hecho ocurrido en el marco del levantamiento del regimiento Blindados Nº 2 de Santiago al mando del coronel Roberto Souper. Las imágenes del crimen fueron captadas por el propio Henrichsen en un acto que no tiene registro similar en el mundo. A continuación reproduzco un artículo sobre Henrichsen, escrita por Raúl Martínez, miembro de un grupo de realizadores argentinos que vendrá a Chile en los próximos días para concluir un documental sobre el caso del camarógrafo asesinado.
Leonardo Henrichsen, camarógrafo
El último enfoque
Hace casi 34 años, el reportero gráfico tomó su cámara, llamó a su periodista y saltó a la calle para ser testigo del levantamiento militar del regimiento Blindados de Santiago. Sin embargo, se convirtió en testigo de su propia muerte
Por Raúl Martínez R
El 29 de junio de 1973 fue el experimento, el ensayo general de lo que serían los días posteriores al 11 de septiembre de ese mismo año. Las calles sintieron rodar las orugas de los tanques y Santiago se inundó de olor a pólvora, corridas, incertidumbre.
Un centenar de conscriptos al mando del coronel Roberto Souper, pero coordinados y financiados por Patria y Libertad, comenzaron aquella mañana la sublevación que ya el mundo esperaba ocurriera.
Detrás de aquella noticia la televisión sueca envió a Chile al periodista Jan Sandquist y al camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen.
Ambos estuvieron en el país durante varias semanas entrevistando a diferentes personalidades del quehacer político; senadores, líderes de opinión, diputados, filmando marchas y protestas. Chile estaba en el centro de la atención del mundo y Sandquist junto a Henrichsen estaban aquí para contar lo que sucedía.
Un camarógrafo con clase
Todos quienes conocieron a Leonardo Henrichsen coinciden en una cosa: era un profesional de excepción, con gran manejo del lenguaje visual. Sabía lo que debía contar a través de las imágenes y eso quedó expuesto en reiteradas oportunidades.
Otra ventaja ante sus compañeros de labores era que manejaba perfectamente el inglés por su ascendencia irlandesa. Esto le permitía acceder a las revistas con las últimas novedades del mundo de las cámaras que llegaban desde Europa, lo que le dejaba un paso delante de los demás. Así lo reconocen quienes trabajaron con él en el rodaje de la telenovela "Rolando Rivas Taxista", o en el noticiero "Sucesos argentinos".
Entre otros muchos materiales, Henrichsen fue uno de los pocos que se aventuró detrás de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, país donde fue testigo del juicio a Régis Debray. En ese escenario, el camarógrafo filmó varias cintas del proceso las que le fueron arrebatadas por los Rangers y agentes de la CIA. Hoy esas películas fueron "desclasificadas", pero se debe cancelar por minuto entregado a quien lo solicite.
También estuvo en el infierno que se convirtió la bienvenida a Juan Domingo Perón en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires poco antes de venirse a Chile. En medio de la balacera cruzada, Henrichsen se puso de pie para grabar y atrapar con su cámara lo que sucedía. A pesar de lo que puedan pensar en contrario, Henrichsen no era un suicida, sino que estaba detrás de la imagen para contarla a los demás.
Chile en mi historia
Leonardo Henrichsen nació con una marca indeleble que al final iba a determinar su vida.
Su niñez la vivió cerca de donde hoy está emplazada la embajada de Chile en Barrio Norte o Palermo Viejo, en Buenos Aires. Ahí creció junto a sus dos hermanos en la plaza también llamada Chile.
Cuentan sus parientes que de pequeño jugaba con una escopeta de plástico, de esas que todos quieren para ser parte del imaginario de los cowboys en los parques junto a otros chicos para imitar a sus héroes de historietas y del cine western norteamericano que llegaba sin parar a las salas sudamericanas y de todo el continente.
En medio de sus juegos, el pequeño Leonardo llevó su rifle a la plaza Chile y la dejó caer por entre medio de una ranura que quedaba en el busto al padre de la patria chilena, Bernardo O'Higgins. No se sabe hasta hoy si el juguete fue rescatado o si aún permanece en el lugar. Pero el signo quedó ahí.
Cámara Eclair, doble chasis
Según cuenta el periodista sueco Jan Sandquist, con quien trabajaba en Chile Leonardo Henrichsen, ese 29 de junio de 1973 debían realizar una última entrevista al senador del Partido Comunista Volodia Teiltelboim. Sin embargo, la fuerza de la realidad sacó al reportero gráfico de su desayuno en el desaparecido hotel Crillón en pleno centro de Santiago a las calles más cercanas del palacio de La Moneda. Los tiros comenzaban y la sublevación del coronel Souper ya era una realidad.
Sandquist cuenta que al escuchar los disparos y ver pasar las tropas sobre los tanques por calle Bandera, comenzó a hacer un despacho en directo a la TV sueca. Era el golpe de Estado que estaban esperando no sólo ellos sino que todo el mundo. Mientras, Henrichsen en la calle le gritaba "Janne, bajá enseguida. Tenemos que filmar esto".
Desde Bandera con Moneda, donde hoy está la sede de un banco español, Henrichsen corrió hacia Agustinas. En aquella esquina dobló hacia el poniente, por la vereda donde está el Banco Central. En ese punto comienza la secuencia que quedó impresa en la cinta a colores de la cámara Eclair de doble chasis.
Henrichsen comienza a filmar y los primeros que quedan capturados es un grupo de personas que corre de los tiros que inundaban el centro de la ciudad. En el fondo de la imagen aparece una ambulancia seguida por un pequeño camión militar.
De ese vehículo desciende con aspavientos y gesticulaciones un soldado que parece ser el jefe del grupo. Con pistola en mano increpa, apunta, amenaza, grita. Es el primer rostro de lo que vendrá más tarde. Henrichsen lo atrapa con su cámara y el oficial dispara a quema ropa, sin lograr dar en el blanco por la distancia.
"Hijo de puta, soy periodista", espetó al militar. Sin embargo el sublevado no escuchó o no quiso oír el reclamo y ordenó disparar al testigo.
Un soldado detrás del oficial apunta, pasa la bala de su rifle y tira, sin resultado.
Un segundo apoya firme su pierna en el piso del camión, aguza el ojo para hacer blanco, pasa la bala al interior de la cámara y dispara.
Todo queda en la película de Henrichsen, quien continúa filmando, se tambalea hacia un lado y cae, mientras el foco apunta hacia el cielo nublado de fines de junio de Santiago.
Luego vino la agonía que duró muy poco, sus palabras a su compañero de labores reconociendo que se estaba muriendo, la llegada a la Posta Central y su posterior traslado a Argentina, donde descansa hace 34 años.
¿Quién mató a Henrichsen?
Como muchos misterios que aún están sin develar, el autor material del crimen de este camarógrafo argentino está cubierto por un manto de impunidad. Luego de años, los hijos de Leonardo Henrichsen interpusieron en 2005 una demanda contra quienes resulten responsables de su muerte. En primera instancia, la jueza que llevó el caso lo sobreseyó por prescripción. Sin embargo, el abogado demandante, Hiram Villagra, apeló ante la instancia superior, pues se trata de un crimen de lesa humanidad imprescriptible y donde no se puede aplicar la amnistía según la legislación internacional.
De todas maneras, algunos apuntan a que un grupo de oficiales comandados por el teniente Raúl Aníbal Jofré González fueron los que aparecen sobre el camión en la última cinta de Henrichsen. Las mismas indagaciones señalan que el cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez sería el que ejecutó el disparo homicida.
El último enfoque
Hace casi 34 años, el reportero gráfico tomó su cámara, llamó a su periodista y saltó a la calle para ser testigo del levantamiento militar del regimiento Blindados de Santiago. Sin embargo, se convirtió en testigo de su propia muerte
Por Raúl Martínez R
El 29 de junio de 1973 fue el experimento, el ensayo general de lo que serían los días posteriores al 11 de septiembre de ese mismo año. Las calles sintieron rodar las orugas de los tanques y Santiago se inundó de olor a pólvora, corridas, incertidumbre.
Un centenar de conscriptos al mando del coronel Roberto Souper, pero coordinados y financiados por Patria y Libertad, comenzaron aquella mañana la sublevación que ya el mundo esperaba ocurriera.
Detrás de aquella noticia la televisión sueca envió a Chile al periodista Jan Sandquist y al camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen.
Ambos estuvieron en el país durante varias semanas entrevistando a diferentes personalidades del quehacer político; senadores, líderes de opinión, diputados, filmando marchas y protestas. Chile estaba en el centro de la atención del mundo y Sandquist junto a Henrichsen estaban aquí para contar lo que sucedía.
Un camarógrafo con clase
Todos quienes conocieron a Leonardo Henrichsen coinciden en una cosa: era un profesional de excepción, con gran manejo del lenguaje visual. Sabía lo que debía contar a través de las imágenes y eso quedó expuesto en reiteradas oportunidades.
Otra ventaja ante sus compañeros de labores era que manejaba perfectamente el inglés por su ascendencia irlandesa. Esto le permitía acceder a las revistas con las últimas novedades del mundo de las cámaras que llegaban desde Europa, lo que le dejaba un paso delante de los demás. Así lo reconocen quienes trabajaron con él en el rodaje de la telenovela "Rolando Rivas Taxista", o en el noticiero "Sucesos argentinos".
Entre otros muchos materiales, Henrichsen fue uno de los pocos que se aventuró detrás de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, país donde fue testigo del juicio a Régis Debray. En ese escenario, el camarógrafo filmó varias cintas del proceso las que le fueron arrebatadas por los Rangers y agentes de la CIA. Hoy esas películas fueron "desclasificadas", pero se debe cancelar por minuto entregado a quien lo solicite.
También estuvo en el infierno que se convirtió la bienvenida a Juan Domingo Perón en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires poco antes de venirse a Chile. En medio de la balacera cruzada, Henrichsen se puso de pie para grabar y atrapar con su cámara lo que sucedía. A pesar de lo que puedan pensar en contrario, Henrichsen no era un suicida, sino que estaba detrás de la imagen para contarla a los demás.
Chile en mi historia
Leonardo Henrichsen nació con una marca indeleble que al final iba a determinar su vida.
Su niñez la vivió cerca de donde hoy está emplazada la embajada de Chile en Barrio Norte o Palermo Viejo, en Buenos Aires. Ahí creció junto a sus dos hermanos en la plaza también llamada Chile.
Cuentan sus parientes que de pequeño jugaba con una escopeta de plástico, de esas que todos quieren para ser parte del imaginario de los cowboys en los parques junto a otros chicos para imitar a sus héroes de historietas y del cine western norteamericano que llegaba sin parar a las salas sudamericanas y de todo el continente.
En medio de sus juegos, el pequeño Leonardo llevó su rifle a la plaza Chile y la dejó caer por entre medio de una ranura que quedaba en el busto al padre de la patria chilena, Bernardo O'Higgins. No se sabe hasta hoy si el juguete fue rescatado o si aún permanece en el lugar. Pero el signo quedó ahí.
Cámara Eclair, doble chasis
Según cuenta el periodista sueco Jan Sandquist, con quien trabajaba en Chile Leonardo Henrichsen, ese 29 de junio de 1973 debían realizar una última entrevista al senador del Partido Comunista Volodia Teiltelboim. Sin embargo, la fuerza de la realidad sacó al reportero gráfico de su desayuno en el desaparecido hotel Crillón en pleno centro de Santiago a las calles más cercanas del palacio de La Moneda. Los tiros comenzaban y la sublevación del coronel Souper ya era una realidad.
Sandquist cuenta que al escuchar los disparos y ver pasar las tropas sobre los tanques por calle Bandera, comenzó a hacer un despacho en directo a la TV sueca. Era el golpe de Estado que estaban esperando no sólo ellos sino que todo el mundo. Mientras, Henrichsen en la calle le gritaba "Janne, bajá enseguida. Tenemos que filmar esto".
Desde Bandera con Moneda, donde hoy está la sede de un banco español, Henrichsen corrió hacia Agustinas. En aquella esquina dobló hacia el poniente, por la vereda donde está el Banco Central. En ese punto comienza la secuencia que quedó impresa en la cinta a colores de la cámara Eclair de doble chasis.
Henrichsen comienza a filmar y los primeros que quedan capturados es un grupo de personas que corre de los tiros que inundaban el centro de la ciudad. En el fondo de la imagen aparece una ambulancia seguida por un pequeño camión militar.
De ese vehículo desciende con aspavientos y gesticulaciones un soldado que parece ser el jefe del grupo. Con pistola en mano increpa, apunta, amenaza, grita. Es el primer rostro de lo que vendrá más tarde. Henrichsen lo atrapa con su cámara y el oficial dispara a quema ropa, sin lograr dar en el blanco por la distancia.
"Hijo de puta, soy periodista", espetó al militar. Sin embargo el sublevado no escuchó o no quiso oír el reclamo y ordenó disparar al testigo.
Un soldado detrás del oficial apunta, pasa la bala de su rifle y tira, sin resultado.
Un segundo apoya firme su pierna en el piso del camión, aguza el ojo para hacer blanco, pasa la bala al interior de la cámara y dispara.
Todo queda en la película de Henrichsen, quien continúa filmando, se tambalea hacia un lado y cae, mientras el foco apunta hacia el cielo nublado de fines de junio de Santiago.
Luego vino la agonía que duró muy poco, sus palabras a su compañero de labores reconociendo que se estaba muriendo, la llegada a la Posta Central y su posterior traslado a Argentina, donde descansa hace 34 años.
¿Quién mató a Henrichsen?
Como muchos misterios que aún están sin develar, el autor material del crimen de este camarógrafo argentino está cubierto por un manto de impunidad. Luego de años, los hijos de Leonardo Henrichsen interpusieron en 2005 una demanda contra quienes resulten responsables de su muerte. En primera instancia, la jueza que llevó el caso lo sobreseyó por prescripción. Sin embargo, el abogado demandante, Hiram Villagra, apeló ante la instancia superior, pues se trata de un crimen de lesa humanidad imprescriptible y donde no se puede aplicar la amnistía según la legislación internacional.
De todas maneras, algunos apuntan a que un grupo de oficiales comandados por el teniente Raúl Aníbal Jofré González fueron los que aparecen sobre el camión en la última cinta de Henrichsen. Las mismas indagaciones señalan que el cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez sería el que ejecutó el disparo homicida.
*En "Morir es la Noticia", libro editado por Ernesto Carmona que rinde homenaje a periodistas asesinados durante el régimen militar, hay un capítulo dedicado a Henrichsen. El libro se puede descargar acá.
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