Desde La Moneda me cuentan que Marta Hansen renunció ayer a su cargo. Más allá de las "razones personales" que esgrimió la profesional para partir, todavía se desconocen los factores que influyeron en su decisión, o si acaso su salida fue pactada ya que era sotto voce que algunos habitantes del segundo piso de Palacio la querían fuera del círculo de la mandataria, incluso desde antes de iniciado el gobierno.
Conocida por su carácter destemplado, desde que se integró al staff de la campaña presidencial de Bachelet, Hansen mantuvo una tirante relación con los periodistas que cubren las actividades presidenciales. Principalmente porque en vez de facilitar el acceso a la Presidenta, la jefa de prensa lo entorpecía. De hecho, una de sus iniciativas más criticadas por los reporteros fueron los "puntos de prensa", en los cuales Hansen permitía sólo dos preguntas a Bachelet, que eran revisadas previamente por ella. Otro aspecto que se le criticó a Hansen fue el trato dado a los corresponsales de la prensa extranjera, quienes se encontraban casi siempre con un rotundo "NO" cuando solicitaban una entrevista con la Presidenta. Hasta marzo pasado, por ejemplo, en el despacho de la sección de Prensa Internacional, había cerca de 300 peticiones de entrevistas sin responder. Uno de los episodios más comentados sobre este tema, data de la época en que lideró el equipo de prensa de la campaña presidencial. Entonces, el afamado periodista y corresponsal de guerra Jon Lee Anderson, autor de célebres perfiles de Augusto Pinochet, Fidel Castro y Hugo Chávez, aprovechando una visita a Chile, llamó al comando y pidió una entrevista con la candidata de la Concertación. La negativa de Hansen fue tajante. "¿Sabrá Bachelet quién era el que la quería entrevistar?", se preguntó tiempo después un medio de comunicación.
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