Anteayer llegó a Viña haciéndose pasar por ciudadano español
Tras 52 días de fuga el paciente trabajo de la Policía de Investigaciones permitió la captura del prófugo más buscado de Chile. Toda su experiencia como comando y agente de inteligencia de nada le sirvieron ante un inocente truco utilizado por los detectives.
Por Jorge Escalante
A las cinco de la mañana llegaron a Avenida San Martín 1020, en Viña del Mar, veinte integrantes de la Brigada de Asuntos Especiales y Derechos Humanos de la Policía de Investigaciones (Baedh).
Los funcionarios sabían que el ex agente Raúl Iturriaga alojaba en el piso 19, en el departamento 192. Pero necesitaban estar seguros de que se trataba del prófugo más buscado de Chile.
Para vigilar el departamento con vista a la playa Acapulco, los hombres de la Baedh subieron a la azotea de un edificio contiguo. Desde allí veían los ventanales del departamento donde se refugiaba el “Giggio”. Esperaron pacientes. A las ocho de la mañana el habitante del 192 descorrió las cortinas y se asomó para chequear que todo estaba bien. Fue entonces cuando lo filmaron. Tras revisar la imagen y el comisario Sandro Gaete dio el vamos: ¡Es él, lo tenemos!
Iturriaga se dio algunas vueltas y fue a la cocina a prepararse el desayuno y estando listo se sentó a la mesa. Su pistola calibre 9 milímetros quedó encima de la cama, debidamente cargada.
Poco antes de las nueve de la mañana los funcionarios ingresaron al edificio signado con el 1020.
El señor Martínez
-¿Cómo se llama el señor del departamento 192?, preguntaron al conserje.
-Luis Martínez y llegó recién ayer, respondió el portero.
En ese momento llegó el repartidor de los diarios. Un detective ordenó al conserje: -¡Llámelo y dígale que subirán a dejarle su diario!
El hombre marcó el citófono y habló: -Señor Martínez, el repartidor subirá a dejarle el diario.
-Que suba rápido, respondió el supuesto ciudadano español.
Doce funcionarios se ubicaron sigilosamente en el pasillo del piso 19. El subinspector Ronald Ruiz, el más joven del grupo, pulsó el timbre con “El Mercurio” en la mano. Todos esperaron con los músculos tensados. Tras unos minutos el “Giggio” preguntó -¿Quién es?
-Su diario señor- respondió Ruiz con su mejor cara de niño.
-Un momento, dijo Iturriaga.
Y entreabrió la puerta y el diario se transformó en la orden de detención que le mostró el comisario Sandro Gaete. Ahí estaba el ex comando, en pijama y bata azul, con unos lentes ópticos puestos y un gorro en el tono.
-¡Usted es Raúl Iturriaga Neumann, prófugo de la justicia y queda detenido!- dijo Gaete. Detrás suyo su equipo invadió el recinto comenzando una revisión relámpago.
-¡Oiga, quién es usted, está equivocado, yo soy Luis Martínez, ciudadano español!, gritó el “Giggio” alterado.
Gaete le quitó el gorro de un manotazo -¡Usted es el prófugo Raúl Iturriaga y queda detenido. Vea, lea, aquí esta la orden de detención y aquí está mi nombre en este documento!
Ahí Iturriaga se entregó a su destino.
-Bueno, me encontraron, pero, por favor, no quiero prensa-, dijo bajando el tono y en ánimo conciliador.
-¡Aquí las órdenes las damos nosotros y todo esto se hará como digamos!, replicó Gaete.
El ex jefe de la Brigada Purén y del Departamento Exterior de la DINA, y entrenado comando, caía en las manos de la justicia como menos se imaginó. En bata y pijama y engañado con un diario de 300 pesos.
La mujer coordinadora
Los detectives no podían creer lo que presenciaban. El ex comando apenas había cambiado su apariencia y era reconocible en cualquier esquina. Se había cortado la barba cana, y oscurecido un poco el pelo y el bigote.
En el departamento tenía su computador portátil, medio por el que se comunicaba con el exterior y enviaba instrucciones a su familia, para que administraran el dinero, y mantenía estrecho contacto con Máxima Marotta Rozman, su conviviente.
Según fuentes ligadas al caso, ella coordinaba un red de oficiales (R) del Ejército, civiles amigos, y un par de abogados defensores de militares que lo ayudaron a mantenerse prófugo.
Antes de llegar a Viña estuvo en el departamento 91 del edificio de Las Hualtatas 5475, en Vitacura, que al igual que el de la V Región pertenece a Laura del Carmen Navarrete Espinoza, la gran ayudista del prófugo.
¿QUIENES LO PROTEGIERON?
Aunque el general (R) Raúl Iturriaga Neumann (alias el “Giggio”) fue detenido completamente solo, su intento de eludir la acción de la justicia no habría sido posible sin una sólida red de apoyo. Detenido en Viña del Mar debido al casi inevitable error de llamar por teléfono a un pariente cercano, el agente de la temible Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) -creada por el dictador Augusto Pinochet- deberá cumplir ahora la condena por el homicidio del militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Dagoberto San Martín.
Pero queda una materia pendiente: ¿quiénes son los integrantes de la red que le permitió, al jefe del siniestro lugar de torturas conocido como Venda Sexy, mantenerse oculto por casi dos meses? Numerosos diputados reclamaron ayer que se investigue quienes le permitieron al condenado eludir la justicia. Sin embargo, el juez Alejandro Solís, quien sentenció a Iturriaga, dice que los particulares que ayudan a un prófugo no cometen delito.
La Policía de Investigaciones conoce los nombres de algunos de los involucrados, varios de ellos militares en retiro, además de algunos parientes que han sido interrogados.
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-Un llamado telefónico a su hermano habria dado la pista clave
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