Era miércoles, preludio de una avalancha de autoridades de toda la región. En Santiago, la temperatura subía, como los vapores de los cuerpos apiñados como ganado en el metro subterráneo. Entonces José Miguel Insulza dijo sobre América Latina: "Hemos vivido un espejismo, donde hablar de lo público era feo, donde los problemas de la salud o la educación se solucionaban con las reglas del mercado. Pero eso no funcionó. No hemos crecido y eso no es izquierdismo, es que nos fue mal".
Citado por La Nación, luego, agregó que teniendo el 8% de la población mundial tenemos el record del 75% de los secuestros y multiplicamos por 4 los homicidios y otras formas de violencia. Que en 2005 los latinoamericanos eran tan pobres como en 1980, hay más desigualdad que antes, aumentó la inseguridad en el empleo, "la inversión de un millón de dólares en minería sólo genera un puesto de trabajo", en la salud "antes los hospitales públicos estaban mal gestionados y había corrupción, pero la gente tenía donde ir cuando enfermaban". Las encuestas actuales indican que los padres creen que sus hijos vivirán peor que ellos, "antes era al contrario, siempre se pensaba que los hijos vivirían mejor".
Paradojas políticas. Tuvo que convertirse en secretario general de la OEA. Debió alejarse miles de kilómetros de Chile. Se permitió mirar el cuadro desde otro ángulo. Sólo entonces José Miguel Insulza pudo hablar de fracaso. No es un detalle irrelevante. Es cómo si un toro de lidia se diera por vencido ante la abrumadora evidencia del talento asesino del torero. ¿En qué estará pensando?
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