O al menos eso es lo que cuentan los responsables de la revista porteña Ciudad Invisible sobre una funa al escritor Marcelo Mellado perpetrada por una columna de guerrilleros-poetas.
Declaración Pública de Revista Ciudad Invisible (O lo fome de tener que referirse a las viejujas de siempre)
El jueves 6 de diciembre la revista Ciudad Invisible organizó el último de tres conversatorios sobre la producción y circulación de la literatura escrita en nuestras ciudades, oportunidad en que específicamente convocaba a editores de la región y representantes del Consejo del Libro y la CORFO.
Uno de los invitados al encuentro era Marcelo Mellado, escritor y columnista de la revista, además de editor de la resurrecta editorial Economías de Guerra. Por disparatado que suene, Mellado no pudo ingresar al ex edificio del correo porque una patota de poetas, entre ellos Enrique Moro y Darío Prieto (plop), le tenía preparada una funa a la entrada del edificio.
Al parecer lo zamarrearon, le pegaron una chuletas y le tiraron unos huevos, acción que más que recordarnos el folclor algo anacrónico de las guerrillas literarias, se pareció a esos operativos estrafalarios que protagonizaban las viejas pinochetistas, todavía más cuando nos dimos cuenta que La Estrella y TVN red Valparaíso estaban alertados de la histérica performance.
Todo se habría producido por una columna del afectado en el Clinic, donde relataba en su estilo habitual una "velada poética" de esas que se fraguan en el Playa, que habría terminado muy mal, no sólo por la indigestión poética, sino también por el hurto de su mochila, computador personal incluido.
Si bien para la Ciudad Invisible este cahuín significó varias molestias, que nos obligaron incluso a la entretenida tarea de tener que lidiar con carabineros aquella tarde, los eventos no pasarían de ser una anécdota algo patética, para llenar a lo mejor un par de páginas insípidas de La Estrella y El Mercurio, si no fuera porque las justificaciones para la encerrona las hemos escuchado también en otros personajes, más de lo que hubiéramos imaginado.
Al parecer nuestro compañero Mellado cometió pecado capital, calumniando e injuriando en su columna no sólo a los chicos poéticos sino a PANCHO, La Patria Valparaisiense, la ciudad más linda y veleidosa del universo conocido. Para decirlo en otras palabras, nos desayunamos con la lesera chovinista, con los defensores de este puerto herido, que amarra como el hambre y la pata de la guagua.
Esta especie de declaración pública tiene por objetivo no sólo solidarizar con nuestro colaborador, sino hacer un llamado a imitar su ejemplo: ¡Ríase de los valparisienses, de los porteñistas, ellos no funarán jamás a Pinto, a Cornejo, al MINVU o las inmobiliarias, ellos son poetas, al estilo poético del Tiqui Gonzalez, de la Festival, de la Estrella; los Halcones del puerto nerudiano y bohemio se parecen demasiado a los Halcones de La Dama Blanca de la tortura, son cortados con la misma tijera conservadora y jamás cambiarán un pelo de Valparaíso pues la comodidad de su modo de vida es posible única y exclusivamente por el estancamiento físico y mental de esta ciudad. ¡No le compre la pomá a los poetas porteños, si puede sólo léalos, muy de vez en cuando eso sí, por el bien suyo y de la despistada Poesía!
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