miércoles, 29 de octubre de 2008

Ricardo Claro temido, odiado, admirado: Santificado sea tu nombre

(En aquel instante, reflexión me vino: ¡Qué tristes se quedan los deudos!". Extracto de Inspirado en Bécquer, poema escrito por Ricardo Claro Valdés en 1951).

Dueño de medios de comunicación y de una fortuna cuantiosa, su vida estuvo rodeada de un aura de poder, influencia y conflictos que lo transformaron en actor decisivo de los últimos 40 años de la vida política chilena. Sus enemigos susurraban su nombre con temor, porque nunca dejó de cobrarse una deuda. Obsesionado con el honor y la moral conservadora, hizo su mejor esfuerzo por limpiar su imagen de toda mácula. Sigue leyendo

Además:

Tomás Jocelyn-Holt y el Piñeragate: "Claro quiso echar pie atrás de lo que había hecho, pero ya era muy tarde"


No hay comentarios.: