Nuestra amiga Marisol García es una de las afortunadas profesionales seleccionadas para asistir a la Nieman Conference on Narrative Journalism en Harvard. El encuentro realizado la semana pasada contó con invitados de un amplio espectro del periodismo y Marisol prometió comentar y compartir apreciaciones sobre los tópicos que a su juicio fueran más relevantes.
A continuación un texto suyo en base a la apertura de la conferencia:
“Soy periodista y estoy de pie”
(Viernes 20/03/09)
“¿Cuántos de ustedes han perdido el trabajo en los últimos 16 meses?”, preguntó en la mitad de su charla la periodista Connie Schulz, encargada de dar hoy la bienvenida a la nueva Nieman Conference on Narrative Journalism. Desde atrás vi unas quince manos levantadas. Manos de reporteros, editores, críticos. Manos de un gremio que ha debido sumar a la recesión en marcha una revisión profunda sobre el efectivo interés público hacia su trabajo. Manos con la autoestima por el suelo, para ser francos. “Pensé que serían más, pero ¡ánimo!”, invitó la conferencista. “Quiero que todos repitan conmigo: “¡ESTOY CANSADO DE ESCUCHAR SOBRE MI DECLIVE! Hey, escuchen: Yo soy una periodista y estoy de pie”.
(Viernes 20/03/09)
Recordé las arengas de autoafirmación erótica de Tom Cruise en Magnolia. El salón del Sheraton de Boston era parecido al que acogía al actor y su patética audiencia en esa película, y el tono de la charla mutaba de a poco hacia una decidida autoayuda de urgencia para un público al borde del complejo crónico de inferioridad. Incluso en esta dinámica de Harvard, de grandes nombres y quesos a entretiempo, ha sido imposible abstraerse de lo mal que está nuestro gremio y lo peor que todo el mundo nos hace sentir. A falta de un título más uplifting, la conferencia de este año asume la incomodidad colectiva: “CONTAR HISTORIAS EN TIEMPOS TURBULENTOS”.
La turbulencia no es externa, sino que late en el trabajo diario de todos los periodistas que hemos llegado hasta aquí: becados o con viático; con un salario aún estable o -ay— intentando sobrevivir en el freelanceo. Nos sentimos de pronto como en un encuentro de puzzleros o filatélicos: entusiastas, sí, pero en un área que parece importar cada vez menos, que sólo podemos comentar entre nosotros, que adquiere rasgos de práctica vintage.
“No hay nada de lo que disculparse ni defenderse”, vuelve a arengar Connie Schulz. “El modelo de negocios está roto, pero ustedes no están rotos, no está roto lo que hacen ni lo que saben”. Pide que vayamos a la web, y leamos cuanto antes una columna en Poynter.org: TEN REASONS YOU SHOULD HIRE A JOURNALIST, de Jill Geisler:
-Los periodistas son multitaskers.
-Los periodistas saben usar la web.
-Los periodistas poseen una gran ética de trabajo.
Etcétera.
No hemos llegado aquí a buscar consejos, al menos este año. Hay quejas en los pasillos, en los salones, en el coffee break. Nadie se viste muy bien ni ostenta gadgets (el único buenmozo es Jon Lee Anderson). Hemos venido a escucharnos, sobarnos la espalda y lamentarnos en conjunto. El estilo puede esperar. Hoy se requiere, con urgencia, autoafirmación.
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