domingo, 11 de septiembre de 2005

Entrevista Enrique Maluenda












Enrique Maluenda, a 20 años del fin del Festival de la Una
EL SUEÑO POR UN DÍA*

La semana pasada le hicieron un homenaje en TVN. El 18 lo pasará animando la mansa fonda que organizan sus hijos en La Florida. La nostalgia le sienta bien. El Rey del Mediodía ochentero quiere que “ojalá vuelva la onda retro” y cuenta cómo se apagaron las luces del set del Festival de la Una, un emblema de la televisión en dictadura. ¡Afírmese usted, compadre!

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (11 de septiembre de 2005)
Foto: Ernesto Merino

“¡¿Hola, qué tal?!”, preguntaba Enrique Maluenda. ¡Festival!, respondía el público. “¡Afírrrrrmese usted, compadre!”, gritaba el animador. Y aparecía un perico de Graneros cantando más desafinado que Paulina Rubio. “Su sueeeño pooorrr un díiiii-iiiii-aaaaaaaa”, entonaba el coro de la orquesta de Horacio Saavedra, y anunciaba la sección más esperada del show. Era el acabóse. Al afortunado ganador lo sentaban en un sillón de mimbre pintado de blanco, con respaldo tipo pavo real, le cumplían su sueño y lo tapaban de regalos.

-“Su sueño por un día” era notable.
-Sí, era muy bonito.
-¿Qué le gustaba de la sección?
-Me gustaba porque había emoción.
-¿Qué caso recuerda con más cariño?
-Me acuerdo de un padre cesante que llevó a su hijo que sufría de un cáncer terminal. El niñito era músico y le gustaba la batería. Su sueño era que le regalaran un carrito para que su padre pudiera vender productos. Cuando entrevisté al niñito, por supuesto produjo emoción. Tenía ocho o nueve años y soñaba también con tocar la batería del Pato Salazar. El Pato se la cedió, y tocó un tema con la orquesta de Horacio Saavedra. Después de eso, el niñito recibió el carrito para el padre y se puso a llorar. La gente estaba toda emocionada. Yo mismo tuve que contenerme. Recibió productos, le regalamos de todo, le dejamos el carro listo para que saliera a vender el caballero, y cerramos regalándole una batería al pequeñito. Eso fue el quiebre total. Eso fue uno de los grandes momentos de “Su sueño por un día”.

Enrique Maluenda y el Festival de la Una siempre fueron sinónimo de televisión de dictadura. Pese a que el animador siempre se cuidó de hablar o participar públicamente en política. No como Antonio Vodanovic, que alegraba las noches estivales de la Quinta Vergara para las damas de rojo, alcaldesas designadas y militares con charretera de la platea.

Maluenda tenía su propio estilo. Uno que estrujaba el show para el pueblo. Pan y circo a la hora de almuerzo con el Mago Oli, Magali Acevedo, Zalo Reyes y el inolvidable Willy Benítez.

Otro clásico del Festival de la Una era la sabrosalsa Deyco. Maluenda abría una lata, se zampaba un bocado y le daba otro a sus modelos, que tenían que poner cara de “Hmmmm, qué rico”. El animador era tan convincente que un colega medio idiota de este reportero, en su infancia engulló una sabrosalsa completa y terminó mal.

“Lo que no le puede haber gustado a tu colega es que estaba fría. Pero se puede comer perfectamente. Por lo menos sabrosalsa Deyco”, dice Maluenda riéndose. Y para reforzar sus dichos cuenta que a veces hacía traer frente a las cámaras una caja de sabrosalsa y la vaciaba ante ellas. “Tomaba cualquier lata y la comía ahí para demostrar que todas estaban preparadas para servirse así”.

-¿Qué fue de Poncho Lindo, los órganos Bontempi, o betún Virginia? Un publicista me decía que hicieron un gran negocio porque la gente se acuerda hasta hoy de esas marcas.
-Virginia, que fue uno de los auspiciadores de harto tiempo, tiene una enorme industria en Viña del Mar. El otro día estuve allá invitado por el gerente general y me decía con orgullo: “Enrique, en gran parte, esta industria se debe a ti y al programa”. En el caso de Poncho Lindo y guitarras Tizona, ellos eran obsequiantes nada más. No eran auspiciadores. La gente todavía se acuerda, aunque no sé si están vigentes.
Lo mismo pasó con Enrique Maluenda. El año 87 todo acabó para el “Príncipe” de la TV. El Festival de la Una bajó la cortina. Después de nueve años en pantalla, un general designado por Pinochet quiso subirle el pelo a Canal 7 con miras al plebiscito del Sí y el No. De un plumazo le dieron la “PLR” a los Poncho Lindo, las ollas Marmicoc, los órganos Bontempi, la sabrosalsa Deyco, los calefont Splendid, el betún Virginia, las guitarras Tizona y a Enrique Maluenda.

¿La indemnización del animador? “Un par de pasajes a Europa como agradecimiento”, dice Maluenda con la vista fija en la cordillera, que da a su departamento de Vitacura.
Estamos en el piso 11. Esta entrevista sale el día 11. Ironías de la vida. Por un 11 como hoy, la imagen de Héctor Enrique Maluenda Meneses quedó asociada con el régimen militar. ¿Y su show? Quedó en la retina de más de una generación.

-¿Siente que lo castigaron en la tele después del Festival de la Una, que recibió el pago de Chile?
-No. Chile tiene un mal pago con su gente, pero en lo personal no me siento maltratado porque trabajé muy bien. Hice tres programas que fueron exitosos y me quedé muy satisfecho por eso.
-¿Y en todos estos años no intentó volver con el Festival de la Una?
-No, claro que no. Ahora menos que nunca porque hay gente nueva frente a las cámaras que es muy buena, como Felipe Camiroaga o Kike Morandé. Además, ya cumplí mis objetivos. Estuve 40 años en la televisión en Chile y trabajé en cuatro países.

El ex animador del Festival de la Una habla despacio. Es cuidadoso con sus palabras. Como Don Francisco, cuando le ponen un grabador enfrente. Se ve tranquilo.
En el living del departamento hay una mesa repleta de retratos familiares. Maluenda con su mujer. Maluenda con sus hijos. Maluenda embutido en un traje que brilla como el bronceado y los dientes blancos de la foto. Son instantáneas de cuando estaba en la cresta de la ola televisiva.

Pero el tiempo pasa. Incluso para un “rostro”. Él lo sabe. Quizá por eso no le interesa volver a la tele. ¿Para qué? “Si culturalmente los programas de hoy en su mayoría no aportan absolutamente nada”, argumenta. “Simplemente una entretención muy pobre en base a pelea, a chisme, a rencilla. Los programas que llaman la atención del público no tienen ninguna trascendencia, nada de cultura. Nosotros hacíamos programas de entretención más alegre, más bonita, más cálida. En fin, eran programas de mensajes bien hechos”.

A Maluenda le gustan las palabras “enseñanza” y “mensaje”. Incluso se ha comparado con un profesor. Precisamente, esta semana dio clases en “Buenos días a todos” durante un especial de lo mejor del Festival de la Una.

-¿Le gustó el homenaje?
-Fue una grata invitación y fui muy bien atendido. Me gustaría que lo recalcaras eso, que fui muy bien atendido en “Buenos días a todos”. Fue un verdadero homenaje. Qué bueno que nos miren como espejo. Eso me halaga muchísimo. Ojalá, y yo creo que va a ocurrir, que se vuelva a la onda retro, a hacer programas de ese tipo.

LA FONDA DE LOS MALUENDA

Las fiestas kitsch con “Pepito TV” a la cabeza se repiten incesantes. Eduardo, el hijo de Gonzalo Beltrán, está a punto de estrenar “80’s, el soundtrack de una generación”. El periodista David Ponce prepara el libro “Crónicas de resistencia cultural en dictadura: Alerce, La Bicicleta, Nuestro Canto y Centro Cultural Mapocho”. Álvaro Díaz, melómano insomne y uno de los creadores de “31 minutos”, escribe, cansado de tanto “revival”, que éste “es una buena mierda”. Maluenda, tal vez, no lo perciba, pero el país ya está en onda retro.

La fonda que preparan sus hijos Claudia y Rodrigo va por ahí. Ambos crearon -“en homenaje a su padre”, dice el ex animador con orgullo- la productora Enrique Maluenda, que organiza eventos que reviven las secciones del Festival de la Una, para municipalidades, cajas de compensación y otras instituciones.

Precisamente ahora están afinando detalles de “La semana de la chilenidad”, que realizan por tercer año consecutivo para la Municipalidad de La Florida en la plaza de Abastos (avenida La Florida con Américo Vespucio). Maluenda animará el jolgorio de punto en blanco desde el viernes 16 hasta el lunes 19. Promete que va a ser un tremendo espectáculo. “Tendremos tres grandes humoristas chilenos: Álvaro Salas, Che Copete y Dino Gordillo. Además va a estar Cecilia, Giolito y su Combo, Mario Guerrero, y tendremos un homenaje a Lalo Parra”, dice entusiasmado y se apura a pasar el aviso: “La página web es www.enriquemaluenda.cl”.

-Le van a hacer la competencia a la Yein Fonda.
-Sí. Para que el santiaguino tenga donde elegir. Y una de las opciones va a ser ésta.

Álvaro Henríquez en una entrevista, por esta misma fecha, el año pasado dijo: “Maluenda, pese a ser facho y todo, también es un referente”. Henríquez, en los ’80, vivía en Concepción. Él sabe lo que fue crecer con un universo televisivo reducido a la transmisión de Canal 7. Porque para quienes sólo accedían a la programación de los canales 13 y 11 con una semana de atraso, Enrique Maluenda era todo. Y eso no es poco. Aunque al autor de frases como “sígueme, camarita amiga” ya no le interesan los sueños que duran sólo un día.


*Esta nota apareció con el título "Retro entre los retros". Pero como este es el journalist cut le pongo el que iba originalmente.

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