No pude evitarlo. Buscando un video en Youtube sobre el Golpe de Estado me encontré con esta hilarante animación de Neglihefe, uno de los tantos chilenos que están subiendo trabajos y archivos de video a ese sitio.
Parental Advisory. Explicit Lyrics.
Sólo para gente con mucho sentido del humor y capacidad para aguantar un guión repleto de palabrotas sacadas de la Academia de la Lengua de Daniel Vilches.
viernes, 8 de septiembre de 2006
jueves, 7 de septiembre de 2006
Reportaje / El Mercurio y La Tercera

Como ya ha pasado un tiempo de la publicación de este reportaje en el especial Caras EGO del 18 de agosto pasado, lo pongo a disposición de lectores y comentaristas. Pueden leer algunas de las variadas reacciones sobre la nota, en los blogs de María Angélica Bulnes, Eduardo Arriagada y Andrés Azócar
El Mercurio y La Tercera
Golpe a golpe
Impedir la arremetida de su competencia como un panzer. Esa es la misión de Cristián Zegers, el nuevo director del diario de Agustín Edwards. La batalla amenaza con ser igual o más fiera que la de la Pepsi contra la Coca Cola, la de Microsoft contra IBM o la de Piñera contra Claro. ¿El botín? La influencia, el prestigio y el poder de ser el medio de referencia para la elite chilena. Esta es la historia que no podrá leer el domingo en la prensa.
Por Miguel Paz
“Los diarios no son una familia, como se dice a menudo. En realidad son una guerra. Una guerra amistosa, pero guerra al fin y al cabo”. Cristián Zegers en revista Capital, 1997.
La soleada mañana del pasado lunes 20 de marzo el ex director de La Segunda, Cristián Zegers, recibió un escueto llamado telefónico de Agustín Edwards Eastman. “Vente hoy a almorzar a mi casa”, le dijo y colgó. Horas después, mientras comían a solas en la amplia residencia de Edwards en Lo Curro, éste le explicó el motivo de la invitación: “Quiero que seas el nuevo director de El Mercurio”. Zegers casi se atragantó con la noticia. Esperó mucho tiempo para oír esas palabras, pero ahora no podía creer lo que escuchaba. A sus 66 años, el abogado, Premio Nacional de Periodismo, ex subdirector de El Mercurio entre 1978 y 1980 y cabeza de La Segunda por casi 25 años, estaba más cerca de la jubilación que de emprender un nuevo reto periodístico. Aun así, le pidió a Edwards un día para pensar su respuesta, una actitud más ajustada a las formalidades mercuriales que a su deseo de aceptar inmediatamente, porque a primera hora del día siguiente dio el sí.
La tarde de ese martes 21 de marzo, cuando Zegers entró a la oficina de reuniones de El Mercurio, recibió un caluroso abrazo de su amigo Roberto Méndez, director de Adimark y miembro del comité asesor de la presidencia. Junto a éste se encontraba Edwards, quien hace sólo algunos momentos había anunciado a los editores el golpe de timón que todos sus asesores le venían insinuando hace tiempo: remover al ginecólogo Juan Pablo Illanes de la dirección responsable del diario.
Méndez era parte de ese coro, al igual que el gerente general Jonny Kulka, el editor nacional Héctor Olave, el consejero Jorge Lesser, y hasta los asesores más recientes: el mexicano José Luis Parra a quien Edwards conoció hace años en una reunión de la Asociación Mundial de Periódicos y el presidente de Icare, Alfredo Moreno. Para ninguno de ellos la sorpresa fue que Illanes recibiera el sobre azul, sino que Edwards se atreviera a hacer el cambio, pues todos compartían desde hace al menos cuatro años un diagnóstico lapidario: El Mercurio no tenía una dirección periodística clara y sus diferentes secciones funcionaban como feudos.
Algo refrendado por un personero del segundo piso del ex presidente Ricardo Lagos, que mantuvo contacto permanente con el diario: “El Mercurio es una especie de monstruo de muchas cabezas. Los editores competían y se contradecían unos a otros. Pero no es un lío de Edwards ni de ellos, sino de Illanes. Si eres director de diario, tienes que escribir y ensuciarte las manos”.
Illanes era director responsable desde mediados de los ’80. Llegó a ese cargo recomendado, entre otros, por Jaime Guzmán Errázuriz ante Agustín Edwards, a quienes unía un lejano parentesco familiar. A él le tocó la misión de encarar el nacimiento de La Epoca, una alternativa más progresista, y de enfrentar el fantasma de una eventual pérdida de liderazgo, tal como le sucedió al conservador ABC arrollado por El País, tras el fin de la dictadura de Franco en España. Illanes nadó con soltura, abriendo el diario a sectores de la nueva administración democrática. Era común escuchar el chiste que a El Mercurio le bastó con aumentar sus páginas sociales para conseguir la aprobación de la Concertación y convertirse en el gran diario de la transición, amén del famoso episodio en que Alvaro Bardón, presidente del Banco del Estado en la última parte del régimen militar, traspasó la deuda que tenía el periódico con la entidad al extranjero, para evitar que la Concertación pudiera presionar al Decano.
Dos décadas después, las arrolladoras fuerzas del mercado entraban a la protegida industria de la prensa. Por primera vez en los más de cien años de historia de El Mercurio aparecía una amenaza real a su liderazgo: La Tercera.
Desde el 2002, el buque insignia de Copesa, el imperio comunicacional de Alvaro Saieh, venía dándole espolonazos al transatlántico de Avenida Santa María 5542. La Tercera empezaba a ser un competidor de cuidado en lo comercial y un torbellino en lo periodístico. Capitaneado por su director Cristián Bofill, un periodista obsesionado con la política, el poder y el golpe noticioso, y medio emparentado con el actual ministro del Interior Belisario Velasco, uno de cuyos hijastros está casado con Magdalena, la hermana de Bofill.
A partir de ese año, La Tercera subió de 6 mil a 80 mil suscriptores en 2006 gracias, en parte, a la suscripción de fin de semana que incluye Qué Pasa y Paula. Y se estrechó la brecha de tirada de ejemplares en la semana y fin de semana, según el Informe del Sistema de Verificación de Circulación y Lectoría del primer semestre del 2006: 100 mil y 208 mil el diario de Copesa, versus 128 mil y 216 mil de El Mercurio, respectivamente. Es decir, entre sábado y domingo, donde se concentra el 70 por ciento del avisaje, El Mercurio supera la circulación de La Tercera por 8 mil ejemplares. Además, según un estudio de Kantar Media, La Tercera aumentó el año pasado su lectoría en los segmentos ABC1 (20.8%) y C2 (29.5%) durante el fin de semana. “Ahí, uno de cada dos lectores del diario pertenece a los grupos alto y medio alto”, dice Max Sichel, gerente general de Copesa.
En el ámbito de la inversión publicitaria, las cifras anteriores han sido asimiladas por agencias y avisadores. Desde el 2003, cuando El Mercurio recogía el 52% de la torta publicitaria en prensa escrita (ANDA), hasta febrero de este año, perdió casi siete puntos (45.7%), mientras que La Tercera subió del 15% al 19.5% (según Megatime).
El gerente comercial de El Mercurio, Patricio Moreno, asume a regañadientes el avance de su más cercano competidor:
“LOS AVISADORES EMPIEZAN A REPARTIR SU PUBLICIDAD EN AMBOS MEDIOS. La Tercera hizo un buen trabajo, se quedó y se ha metido, sobre todo en los sectores automotriz y grandes tiendas (dos de los diez que más avisan en prensa escrita)”.
Moreno explica que la percepción de La Tercera en los nichos medio y alto mejoró, e incorporó entre sus lectores a líderes de opinión. Un aspecto que todos los estudios realizados sistemáticamente por Roberto Méndez para El Mercurio donde ambos periódicos se medían comparativamente, así lo señalan.
El informe de Adimark de principios de este año ratificaba la tendencia, firme y consistente en el tiempo. Un alto ejecutivo de El Mercurio cuenta que “en todos los atributos de imagen evaluados (credibilidad, entretención, interés) el diario iba cayendo, no fuertemente pero en una curva marcada a la baja. Paralelamente se observaba una positiva evaluación de La Tercera y un crecimiento sostenido de su lectoría en los segmentos ABC1 y C2 el fin de semana”. El diagnóstico era claro. Si no se hacía algo, ambas curvas se encontrarían pronto, pues si bien hasta ahora El Mercurio no ha perdido su poder simbólico en la elite, también es cierto que en los 500 escritorios más importantes del país, los sábados y domingos hace rato dejaron de informarse exclusivamente a través de sus páginas. Es más, “en muchos casos lo primero que leen es La Tercera”, asegura Sichel.
La afirmación es refrendada incluso por periodistas del diario de Edwards, como Pilar Vergara, nueva directora de La Segunda: “Estaba a la vista la pérdida de fuerza (de El Mercurio) en segmentos no sólo de la elite, también entre la gente joven. La forma como La Tercera ha ganado terreno es notable”.
Este diagnóstico incluye a lo que muchos considerarían el público más duro del Decano, la UDI, buena parte de cuya plana mayor trabajó ahí en los ’80. “Dejé de comprar El Mercurio de Santiago. Me había pasado a La Tercera porque éste perdió fuerza y no me gustaba su línea editorial media gelatinosa y poco nítida”, señala el senador y ex almirante Jorge Arancibia. Algo que refrendó otro senador gremialista, muy dado a conversar con la prensa, cuatro meses atrás en una reunión social: “El domingo en la UDI primero leemos La Tercera, segundo La Tercera, y tercero La Tercera”.
Una de las razones de esta fuerte penetración en el mundo político la explica con ironía el diputado DC Jorge Burgos: “La Tercera se ha convertido en diariamente necesario”. En el PS, el senador Carlos Ominami concuerda: “Se ha vuelto imprescindible”. No obstante, siguen informándose por los dos diarios. “Quizás ahí radica lo novedoso añade Burgos, donde antes había un medio de referencia de la elite ahora hay dos”.
Y eso, en las oficinas mercuriales duele tanto como las críticas de que el matutino “no estaba interpretando la diversidad y los cambios de la sociedad chilena”, como asegura el senador RN Sergio Romero. O la de que “es un transatlántico muy lento al que le costó entrar al periodismo del golpe y recién lo está haciendo con Zegers”, como piensan en el ex segundo piso.
No obstante, El Mercurio sigue siendo ‘el diario’, sostiene el experto en medios de la UC Eduardo Arriagada. “(La Tercera) Es un diario muy unívoco. Se nota demasiado la voz de un solo buen periodista (Bofill) que no le sabe sacar partido o trabajar con otros buenos periodistas. (Bofill) Aunque logró hacer de La Tercera el medio que su dueño quería tener, uno que da que hablar en la elite”.
SAIEH, UN EMPRESARIO DE ORIGEN ÁRABE QUE EN MENOS DE 20 AÑOS AMASÓ UNA DE LAS PRINCIPALES FORTUNAS DE CHILE, creía como muchos otros magnates emergentes que el mejor mecanismo de protección es pertenecer a las familias tradicionales, “pero otro más eficiente aún, es tener un medio, porque es sabido que los dueños de los diarios no se pegan cornadas entre sí”, contaba en la prensa de 2002 un amigo suyo.
Diversas señales ha tenido El Mercurio de la amenaza que existe sobre su sitial de medio de las elites, como la entrevista que Eliodoro Matte concedió a La Tercera el domingo 16 de junio de ese mismo año, y que el Decano pudo empatar, ese mismo día, por una gestión personal de Edwards. “Fue la primera advertencia de que el centro de gravedad del poder mediático y una parte importante de la influencia sobre la clase dirigente se alejaban del diario”, dice un asesor de Edwards.
Como símbolos de este cambio de eje, vendrían después los documentos Nunca más y El fin de una visión, que el entonces comandante en jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre decidió publicar en La Tercera. Y este año, lo que hizo chirriar los dientes de la cúpula mercurial fue que el presidente Lagos optara por dar su última entrevista como jefe de Estado a ese medio, a ojos de los entendidos “el verdadero diario de oposición”, después de poner y mantener mucho tiempo el caso Mop Gate en la agenda.
La decisión de Lagos no fue casual. Para esto se conjugaron dos factores clave: “La Tercera en las municipales y al final del gobierno no se jugó tanto por la Alianza, como sí lo hizo El Mercurio abiertamente. Y la publicación (el miércoles 21 de septiembre del año pasado) de la carta privada que Lagos envió a Agustín Edwards. Ese hecho terminó por romper las confianzas. Después de eso el presidente jamás le iba a dar una entrevista a El Mercurio”, dice la misma fuente del segundo piso de Lagos.
El impasse ocultaba una historia cargada de simbolismo por la relevancia que Lagos le confería al Decano. En 1999, en plena campaña presidencial, durante un almuerzo en casa de Carlos Ominami con Juan Pablo Illanes, éste le advirtió al entonces candidato de la Concertación que “lo más feo que puede pasar con un presidente es que llame al director de un diario”. A lo que Lagos respondió: “Pero cómo me voy a perder la posibilidad de llamarlo”.
Desde entonces “Lagos se abstuvo de llamar a Illanes o a Edwards, pero les mandaba cartas”, dice un cercano al dueño de El Mercurio, que revela que don Agustín y sus colaboradores directos analizaron mucho si publicar o no la carta. No era la primera que Lagos escribía. “Antes había enviado al menos cuatro, unas dirigidas a Edwards y otras a Juan Pablo Illanes, en tono quejumbroso por el trato, según él injusto, que le estaba dando el diario, aclarando eso sí que eran misivas privadas. Esta, en cambio, venía con membrete oficial, por correo formal de La Moneda, y estaba escrita en un tono durísimo”, agrega.
EDWARDS ANDUVO TRES DÍAS CON LA CARTA EN EL BOLSILLO, DUBITATIVO, SIN SABER BIEN QUÉ HACER CON ELLA. Se la mostró entonces al gerente general Jonny Kulka, quien le dijo que debía publicarla. Cristián Zegers opinó lo mismo. Pero Edwards cavilaba y argumentaba que era personal, que tenía la dirección de su domicilio. Kulka le pidió el sobre para ver si estaba puesto el membrete de la Presidencia, pero éste se había extraviado en el periplo y no aparecía. Mandaron entonces a todos los empleados de la casa de don Agustín a buscarlo, hasta que lo encontraron. “Y como efectivamente tenía el sello presidencial, Kulka y Zegers lo convencieron de publicarla. Nunca se estimó un error”, cuenta un testigo de las dramáticas tratativas.
Zegers asumió formalmente la dirección de El Mercurio el lunes 17 de abril. Pero el primer fin de semana de combate, el parte de guerra fue negativo para él. Había conseguido entrevistas exclusivas con el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, y con el cardenal Errázuriz para hablar de la situación del cura Jolo, ambas para el domingo. Pero Bofill se adelantó, llevando a Velasco en portada de Qué Pasa, y al prelado en tapa de La Tercera. Ambas el sábado.
En el búnker de avenida Santa María desmerecieron el golpe asegurando que había sido un despliegue de pirotecnia periodística: “Nuestra entrevista al cardenal era larga, de contenido. La de La Tercera eran dos o tres preguntas con las que armaron un montaje”. Zegers tomó nota de la declaración de guerra.
SE COMENTA EN EL MERCURIO QUE BOFILL TENDRÍA EN EL DIARIO UN GARGANTA PROFUNDA que le avisaría sobre los temas de alto impacto que trae el Decano el fin de semana para anticiparse. Asunto desestimado en la redacción del diario de Copesa argumentando que es común enterarse de lo que lleva la competencia durante el reporteo de un tema.
Como sea, la primera medida de Zegers fue ordenar que si un personero le da una entrevista a La Tercera, “no lo llevamos en el diario”, dicen en El Mercurio. La segunda: citar en sus páginas cada error cometido por su competencia al informar una noticia.
El primer golpe lo dio el diario de Edwards cuando tituló que el periódico de Saieh puso en una nota sobre el asesor chileno de Evo Morales un retrato que no era del personaje. La Tercera devolvió el puñetazo cuando se cumplieron los cien días de gobierno de Bachelet, y ambos diarios coincidieron con encuestas del tema, “La Tercera hizo hincapié en que mientras el estudio del Decano consideraba 400 casos, la de ellos incluía a mil personas. Por su parte, El Mercurio desmintió las informaciones publicadas en La Tercera sobre la intención de Bachelet de hacer cambios en el segundo piso de La Moneda. Días después el diario de Copesa sacó en portada que, según los expertos, las conclusiones de El Mercurio respecto del aumento de un 23 por ciento de las denuncias de robos en Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea eran apresuradas”, destacó la periodista y académica de la Universidad Alberto Hurtado, Angélica Bulnes, en su blog de medios. Suma y sigue. En Vicuña Mackenna 1962 dicen que ha sido un error enfrascarse en esta guerrilla de citas y desmentidos y aseguran que no lo harán más. Porque les resta preocupación por sus lectores y porque “al final del día, el diario que manda es el que pone los temas en la agenda”, según dijo Bofill en un seminario de la Asociación Nacional de la Prensa el mes pasado. “Y si examinas los temas de alto impacto que se han discutido en los últimos años en Chile, te das cuenta de que algo hemos hecho: Mop Gate, las negociaciones gas por mar con Bolivia o la confesión de Gemita Bueno, por ejemplo. Hay que ver si la competencia hizo algo comparable”, señala una altísima fuente de Copesa.
“El objetivo de Bofill no es ganarle a El Mercurio, lo que quiere Cristián es que La Tercera sea el único diario que la gente poderosa, influyente y de la clase media tenga que leer para estar al día. Le da lo mismo si le toca competir con El Mercurio o el New York Times”, cuenta uno de sus hombres cercanos. Y en ese afán se ha equivocado de tesis más de una vez, como cuando insistía en que si Chile no firmaba la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que apoyaba la invasión de Irak, Bush no firmaría el TLC con Lagos.
La aversión de Zegers a ser golpeado es lo que le da tensión a esta disputa. “Don Agustín lo conoce. Sabe los puntos que calza. Al nombrarlo, quería dar una señal clara de que se acabaron las vacaciones en las Termas de Avenida Santa María”, afirma una alta fuente mercurial. Y agrega: “Su primera medida fue que los lectores pudieran darse cuenta de que el diario era de hoy y no de hace tres meses”.
Dos cambios radicales ha implementado el abogado. Uno, dotar de actualidad las editoriales, “que a diferencia de antaño, donde se demoraban tres días en responder a un hecho, hoy se escriben en el mismo día”, cuenta un editor. Lo otro ha sido privilegiar criterios noticiosos y vendedores en la portada, aunque esto implique romper con la rígida estructura del diseño. Las instrucciones para el staff suenan a primer año de periodismo: el diario debía golpear, marcar la pauta, exigir exclusividad.
Algo que el público está notando, según los estudios de Adimark. “Ahora lo estoy volviendo a comprar. Estoy seguro de que con Cristián el diario volverá a tener una mirada clara frente a los temas, donde se note su línea y ejerza su influencia y su pensamiento para recobrar el prestigio perdido”, dice el senador Arancibia.
Un reencanto del mundo conservador que no es casual. Admirador de Andrés Bello un retrato de él cuelga del muro de su oficina, junto a un crucifijo dorado y un facsímil de la primera edición de la Aurora de Chile, la historia de Zegers es la de un hombre forjado en el peso de la tradición y la preocupación por las instituciones. Nacido el 14 de febrero de 1940, en el colegio San Ignacio cultivó su devoción por la religión y la lectura. En la Escuela de Derecho de la Universidad Católica fue discípulo de Jaime Eyzaguire, un historiador hispanista que veía en el catolicismo preconciliar la salvación ante la decadencia de Occidente, y que influyó en otros jóvenes católicos como Ricardo Claro, Gonzalo Vial Correa y Joaquín Villarino. Zegers trabó amistad con ellos y formó el Grupo Portada, que dio vida a la revista del mismo nombre y a Qué Pasa. De hecho su señora, María Cristina Vial Risopatrón, es prima hermana de María Luisa Vial, la mujer de Ricardo Claro.
Mientras estudiaba Derecho se convirtió en redactor de El Diario Ilustrado, de un conservadurismo que haría palidecer al Porvenir de Chile. Recién egresado, Zegers llegó como ayudante de periodismo informativo en 1961 a la naciente Escuela de Periodismo de la UC, donde les hizo clases a las primeras generaciones. Ahí conoció a su mujer, con quien tuvo seis hijos: María Cristina (que murió en un accidente), Cristián que trabaja en D&S, María Angélica, periodista de Capital; Felipe, asesor de Salvador Said, Magdalena y Trinidad.
QUIZÁS EL MAYOR DOLOR EN LA VIDA DE ZEGERS HA SIDO LA MUERTE DE SU HIJA MAYOR, MARÍA CRISTINA. Sucedió a principios de los ’90, pocos días antes de un aniversario de La Segunda. Golpeado, el periodista se refugió en el trabajo y asistió a la celebración en el Hotel Crowne Plaza. “Era impresionante verlo recibiendo al presidente Aylwin y a los demás invitados mientras vivía el dolor por dentro. Después estuvo cerca de quince días acompañando a su señora, sin ir al diario”, recuerda uno de los periodistas del vespertino. Desde entonces, la familia visita la tumba sagradamente cada 1 de noviembre.
Definido por las reporteras que trabajaron con él en La Segunda como un machista empedernido, Zegers mantiene amistades de larga data con Pablo Baraona, Andrés Rillon, Andrés Sanfuentes, Joaquín Villarino, un club de toby que se junta con regularidad y que parte a Valparaíso con Germán Becker cada 21 de mayo para conmemorar el Combate Naval de Iquique.
Obsesionado por la lectura y la historia de diarios como Washington Post, ABC, USA Today, a Zegers le gusta la comida chilena de platos abundantes. Habitué de El Carrusel y el Rívoli, cuando está de fiesta parte a comer perdices en La Cascade.
Otra de sus aficiones es el cine de los ’50 y los musicales hollywoodenses. Una de sus películas favoritas es Singing in the rain con Gene Kelly. “La ve varias veces al mes”, dice su amiga Pilar Vergara, quien cuenta que después de enterarse de su nuevo nombramiento, el equipo de La Segunda le regaló un chaleco café abotonado para que Zegers reemplazara uno idéntico que usó por muchos años en su oficina del vespertino.
Para el nuevo director, no ha sido fácil que El Mercurio vuelva a tener un solo capitán. En el círculo de Zegers explican que éste comprendió que la única forma de hacer funcionar un diario tan grande es logrando mística de equipo con sus editores. “Es imposible que el director sepa y vea cada una de las cosas que llevarán al día siguiente, por eso Cristián se está preocupando de ejercer su liderazgo con persuasión en vez de autoridad. Quiere a todos jugando el mismo partido para que la gente compre el diario por pasión, no sólo porque es necesario”.
Su mano dura se notó cuando María Elena Wood, columnista de El Sábado, le dio a Qué Pasa y La Tercera un adelanto de su documental sobre Michelle Bachelet, cuestión por la que fue eliminada del staff de colaboradores. Según confirmó CARAS EGO, la periodista de Qué Pasa Claudia Giner fue punto fijo de la documentalista durante seis meses. De El Mercurio, en cambio, nunca nadie la contactó.
El mensaje de Zegers a los editores ha sido de que El Mercurio tiene que admitir que está en competencia, que no tiene la vida asegurada. También ha dicho que el diario debe ser leído con el mismo vigor en La Dehesa y Maipú, y que debe conectar con los cambios de la sociedad chilena para que su liderazgo y nivel de influencia sean percibidos. Porque su gran desafío sigue siendo ser El Diario Institución.
De cuánta ‘conexión’ habla Zegers, es lo que se preguntan quienes lo sindican como un conservador que asumió con el beneplácito de un sector de la derecha más dura, representada en personajes como Hermógenes Pérez de Arce, quien hace rato decía que había que ser de izquierda para trabajar en El Mercurio. “En lo periodístico, conservador no es dice Pilar Vergara. Cristián no va a poner nunca el diario al servicio de nada que no sea el periodismo. Le interesa que la información se distinga de la opinión, que no se confundan”.
Otro miembro de la familia mercurial señala que “Zegers es un periodista fiel a los reclamos de la industria. Está aceptando que una cosa es la mirada personal, y otra lo que hay que hacer, como muy bien lo ha entendido Ricardo Claro en Mega. Un tipo conservador no coloca a Pamela Díaz en tapa del cuerpo C”, ejemplifica.
Pero un periodista de El Mercurio dice que hay que distinguir: “La línea editorial no tiene que ver con que aparezcan más o menos mujeres en pelota sino con lo valórico. No sé si con Zegers veamos en portada a un cura diciendo: Yo salí del clóset o Me quiero casar”.
Al menos en la campaña de relanzamiento de imagen que propuso Martín Vinacur, el creativo argentino que trabajó con Michelle Bachelet, había una promesa en esa línea. Sin embargo, los nuevos eslóganes que ideó el publicista, El Mercurio, el diario más abierto y ¿Querías un diario más abierto? Abrete a El Mercurio, fueron desechados junto a la campaña, que “consistía en mostrar artículos sobre el matrimonio homosexual, el aborto y otros temas valóricos, para demostrar que es menos conservador de lo que la gente piensa”, relata un ejecutivo que vio la propuesta. La versión oficial es que todo se detuvo por el cambio de director, ya que había que apreciar primero su estilo de conducción. La versión que circula internamente es que la apuesta de Vinacur desagradó a Edwards y Zegers porque era “demasiado liberal y rupturista”.
En reemplazo del ambicioso relanzamiento, se han conformado con desplegar gigantografías en paletas publicitarias promocionando el Club de Lectores, que cuenta con 120 mil suscriptores. Una estrategia “focalizada para llegar además del segmento ABC1, al C2, como un refuerzo del área comercial al objetivo del nuevo director”, dice Patricio Moreno, quien confiesa que “la apuesta de fondo es que si mañana los líderes de opinión tienen que botar a la basura un diario, sea La Tercera y no El Mercurio”.
En respuesta, La Tercera lanzó Open, revista que institucionaliza sus beneficios de modo similar al Club de Lectores. Y preparan, en absoluto sigilo, un suplemento cultural que sería distribuido junto a la edición sabatina, para capturar a un grupo intelectual cautivo de la Revista de Libros y Artes y Letras. La primera maqueta la elaboró Patricia Arancibia Clavel, pero Alvaro Saieh la desechó “porque la encontró muy cara”, afirma un cercano a la historiadora.
En La Tercera no quieren reconocer a Zegers como una amenaza a su estrategia. “Se sabe que la línea editorial de La Segunda y El Mercurio no son muy diferentes, por lo tanto no deberían haber muchos cambios, tal vez para Zegers conducir un periódico de mayor circulación y peso editorial puede ser un desafío importante”, indica Marco Silva, asesor de imagen y contenido de Copesa.
¿QUÉ VENDRÁ A FUTURO EN EL IMPERIO PERIODÍSTICO DE EDWARDS? No son pocos los que ven el cambio de dirección como un proceso de transición. Así lo señala al menos uno los asesores del patriarca: “Sus hijos están grandes y en algún momento uno de ellos tiene que asumir la dirección de la empresa. Si consideras que Agustín removió a Felipe de la subdirección de El Mercurio, y lo degradó inventándole ese cargo de vicepresidente ejecutivo de La Segunda; que Cristián después de su secuestro no tiene interés de volver a Chile... el que queda es Agustín J.”. Se trata de Agustín Edwards del Río, el sexto de los agustines, que ha remecido a la industria de la prensa conduciendo el exitoso reperfilamiento de Las Ultimas Noticias. Ahora suena como nombre fijo para ser el próximo hombre fuerte del grupo.
Sin embargo, a más altos niveles, todos saben que tratándose de don Agustín siempre hay un factor incierto que puede hacer cambiar las cosas. Pasa por el asesor de turno. Generalmente extranjero, obligatoriamente bilingüe y experto en power point. Y eso puede virar el rumbo de navegación y la velocidad de este transatlántico en cualquier momento. Será la prueba de fuego para Zegers.
miércoles, 6 de septiembre de 2006
¿Goodbye a los tironis, velascos y correas?
El domingo Economía y Negocios de El Mercurio destaca en un breve pero contundente texto titulado "Editores, inquietos por rol de empresas de comunicaciones" la preocupación de editores y periodistas de varios medios por la labor de las empresas de comunicación estratégica como intermediarias entre los periodistas y las fuentes de empresas de los sectores público y privado.
La nota, referida a un artículo de la última revista de la ANP, señala que en los medios "preocupan las prácticas que se han generado, como la presencia de un profesional de la agencia de comunicaciones en una entrevista, o la negociación de una información que le interesa al medio de comunicación por otra que le interese a la empresa".
También asegura que "inquieta que como la relación entre empresa de comunicaciones-cliente es una intermediación pagada, las informaciones que emanan de la empresa podrían ser dosificadas al gusto del generador de noticias y no a la necesidad de los medios y, por consiguiente, del ciudadano común".
En el último párrafo cita el texto de la ANP en su parte quizá más dura: "No puede dudarse tampoco de que dichas empresas pueden ayudar a tener acceso a personas reacias a hablar. Pero la compensación de esto suele ser un acuerdo previo en torno al contenido y a los límites de la entrevista. Y eso, definitivamente, no es periodismo".
Esta potente señal quizá sirva para que dichas empresas entiendan que deben cambiar algunas de sus prácticas.
El artículo está comentado en el blog de Arturo Arriagada y se puede leer en la revista de la ANP.
La nota, referida a un artículo de la última revista de la ANP, señala que en los medios "preocupan las prácticas que se han generado, como la presencia de un profesional de la agencia de comunicaciones en una entrevista, o la negociación de una información que le interesa al medio de comunicación por otra que le interese a la empresa".
También asegura que "inquieta que como la relación entre empresa de comunicaciones-cliente es una intermediación pagada, las informaciones que emanan de la empresa podrían ser dosificadas al gusto del generador de noticias y no a la necesidad de los medios y, por consiguiente, del ciudadano común".
En el último párrafo cita el texto de la ANP en su parte quizá más dura: "No puede dudarse tampoco de que dichas empresas pueden ayudar a tener acceso a personas reacias a hablar. Pero la compensación de esto suele ser un acuerdo previo en torno al contenido y a los límites de la entrevista. Y eso, definitivamente, no es periodismo".
Esta potente señal quizá sirva para que dichas empresas entiendan que deben cambiar algunas de sus prácticas.
El artículo está comentado en el blog de Arturo Arriagada y se puede leer en la revista de la ANP.
domingo, 3 de septiembre de 2006
Reportaje / Fusileros

LA HISTORIA INÉDITA DE LOS FUSILEROS DEL ATENTADO A PINOCHET
DE SANTIAGO A VIETNAM
A 20 años de la emboscada al general Pinochet, la increíble historia del escape de los frentistas que burlaron la justicia. Su paso por Moscú. Su instrucción militar en Vietnam y La Habana. Su participación en los Batallones de Lucha Irregular del Ejército Sandinista. Su regreso clandestino a Chile. Y la sorpresa de encontrarse con que el PC ya había descartado la lucha armada. Tres de ellos lo cuentan todo.
Por Miguel Paz y Javier Rebolledo / La Nación Domingo (3 de septiembre de 2006)
Tras el fallido magnicidio de Augusto Pinochet el domingo 7 de septiembre de 1986, en el que murieron cinco escoltas, la CNI y los organismos policiales iniciaron una infructuosa cacería para encontrar a los 21 fusileros del FPMR que participaron en la llamada Operación Siglo XX.
Más de 200 opositores fueron detenidos a la bandada, entre ellos el ex Presidente Ricardo Lagos; ninguno tenía vinculación con el hecho. Sólo el 22 de octubre, Investigaciones detuvo a Juan Moreno Ávila, “Claudio” o “Sacha”, fusilero del Grupo de Retaguardia o Unidad 504, dirigida por Mauricio Arenas Bejas, “Joaquín”.
Pero la captura de "Sacha" les habría parecido insignificante de haber sabido que el sábado 20 de septiembre, 11 de los 21 chilenos más buscados del país se reunieron en la parrillada Don Lalo, ubicada en Irarrázaval con Campos de Deportes. Hasta el restaurante ñuñoíno fueron convocados por Cecilia Magni Camino, “Tamara”, y José Joaquín Valenzuela Levy, “Ernesto”, quien se adiestró en Cuba y combatió en Nicaragua hasta la victoria sandinista en 1979. "Ernesto" dirigió el atentado y "Tamara" estuvo a cargo de la logística y, junto a César Bunster, de arrendar los vehículos y la casa de La Obra 06210-B que fue el cuartel general del comando.
Los asistentes a la cita escuchaban atentamente las palabras de la joven rubia: “La orden es salir de Chile”, les dijo "Tamara", que, pese a sus modales aristocráticos y educación de elite en el Grange, integraba la Dirección Nacional del FPMR y se había ganado el respeto de los combatientes.
El destino: Argentina.
El anuncio de "Tamara" no sorprendió a "Alejandro", "Rodrigo", "Juan", "Marcos", "David", "Fabián", "Patricio" y "Óscar". Otros, como "Sacha", manifestaron su deseo de quedarse. “Puedo dar más acá”, explicó Moreno Ávila, sin saber que los peritos policiales habían identificado una de sus huellas dactilares en la casa de La Obra. Un mes más tarde fue apresado y confesó la rutina de algunos de sus compañeros del atentado.
Muchos de los que oían a "Tamara" en la parrillada no superaban los 21 años, entonces la mayoría de edad legal. Compungido, uno de ellos le dijo a Mauricio Hernández Norambuena, “Ramiro”, su jefe en la Unidad 503 en la emboscada a Pinochet: “Soy menor de edad y mis viejos ni cagando me darán permiso”.
"Rodrigo" recién tenía 18 años y estudiaba Historia en el Pedagógico. Su familia no volvería a saber de él hasta mediados de 1989.
“Eso lo solucionamos”, lo tranquilizó "Ramiro", riendo.
Tras concertar futuros encuentros con cada fusilero y darles instrucciones para obtener documentación falsa, "Tamara" dio por finalizada la asamblea con una breve frase, asegura Héctor Maturana, uno de los fusileros: “Aunque quieran desarmarnos, no lo lograrán”.
“Entonces no comprendimos el alcance de sus palabras. Pero cuando los problemas con el PC se agudizaron volvimos a recordarlas”, dice Maturana, residente en Bélgica desde 1994, cuando le fue conmutada la pena de presidio perpetuo por extrañamiento.
Los jóvenes desconocían que tras la fallida emboscada, la dirección del PC evaluó con preocupación la “autonomía” con que operaba el Frente y decidieron intervenir la organización armada porque sentía que se le escapaba de las manos.
Un mes antes, el 6 de agosto, la CNI asestó un duro golpe al FPMR al descubrir la internación de armas de Carrizal Bajo. Ese hecho, junto al fracaso de la Operación Siglo XX, quebró la confianza que el PC había construido con la DC, y significó un alejamiento del PS Almeyda y el MIR de la tesis insurreccional.
EN BUENOS AIRES
En los días siguientes, los ocho fusileros que debían salir del país fueron llevados a una casa del FPMR en La Reina Alta, donde les proveyeron de documentación falsa y se encontraron con "Tamara", quien les entregó dinero y las rutas de salida.
La mayoría partió a Argentina en parejas por el paso Puyehue en Osorno. El resto cruzó la cordillera por el paso Los Libertadores. A "Rodrigo" –quien actuó en el atentado con esa chapa y jamás fue identificado en la investigación del fiscal Torres– y Héctor Maturana les tocó hacerse pasar por estudiantes que iban a conocer Bariloche. Vestidos a la moda, con zapatillas Ocean Pacific, jeans Wrangler y camisas amasadas, compraron una cámara fotográfica para acentuar el “look” universitario.
En la frontera con Argentina bajaron del bus junto a los demás pasajeros. Mientras esperaban que el resto pasara por Aduana, observaron a un carabinero del retén fronterizo y se les ocurrió una idea:
–Oye, ¿te querís sacar una foto con ese paco? –dijo "Rodrigo" entusiasmado.
–¡Ya! –respondió Maturana observando a un efectivo policial.
–Capitán, ¡sáquese una fotito con mi compadre! De lo contrario, ningún amigo nos va a creer que fuimos a Argentina.
El carabinero aceptó la propuesta arreglándose el uniforme. Nunca se enteró cuán cerca estuvo de los hombres que emboscaron a Pinochet.

El 30 de septiembre, la totalidad de los fusileros ya estaba en Buenos Aires, alojados en los hoteles Alfa y Callao, en el centro de la ciudad. Se reunieron con una militante del Frente, quien les entregó pasaportes chilenos con identidades falsas y les dijo que partirían a Moscú. Además, les dio distintas sumas de dinero para el encargado financiero de la dirección del PC chileno en la Unión Soviética. "Daniel" recuerda que la mujer le dijo: “Cuando estén en Moscú lo más probable es que hablen con gente del Comité Central. Les pido encarecidamente que digan que son de la Jota y no del Frente”. Era otra señal de que los problemas entre el PC y los comandantes del FPMR aumentaban.
OCTUBRE ROJO
A fines de octubre, los fusileros viajaron rumbo a Moscú por separado vía Madrid, Roma y Frankfurt. En las escalas que debieron efectuar en Europa se enteraron por los diarios de la detención de sus compañeros en Chile. Finalmente llegaron a Moscú y se hospedaron en el Hotel Oktober, que pertenecía al Estado y estaba destinado a las “visitas no oficiales”, miembros de movimientos guerrilleros de África, Centroamérica y Latinoamérica que debían mantener su estadía en la URSS en el anonimato.
Los encargados de atenderlos interrogaron a algunos de los frentistas sobre la Operación Siglo XX. “Se mostraban especialmente interesados en saber por qué habían fallado los cohetes Low”, asegura "Juan", miembro de la Unidad 502 del atentado.
En sus breves estadías en el Oktober, los fusileros se reunieron con Hugo Fazio, hombre de confianza de la dirección exterior del PC en Moscú, ligado a su estructura financiera. Según cuatro fusileros, Fazio recibió de sus manos el dinero traído desde Argentina. Un ex militante de la Jota que pasó por el hospedaje también asegura haber llevado recursos para los dirigentes en Moscú. El actual director del Instituto Cenda no quiso referirse al tema. “Sólo hablo de temas económicos actuales”, señaló.
"Rodrigo" fue el último en pisar suelo moscovita, a mediados de noviembre. Tras ser deportado a Argentina viajó a La Habana, donde alojó en un departamento de protocolo en calle Ayistarán, cerca del Estadio Latinoamericano, junto a César Bunster.
Durante su permanencia en La Habana, el joven se reunió con dos comandantes del FPMR: "Juan Carlos" y "Roberto Torres " (Eduardo Villanueva) en el Hotel Tritón. Lo interrogaron por un día completo sobre el atentado y registraron la conversación en una grabadora.
En Moscú lo recibió Volodia Teitelboim, al igual que a otro fusilero y un ex militante comunista, aseguran. Algo que Teitelboim desmintió a este medio.
Recién a la mañana siguiente, "Rodrigo" llegó al Hotel Oktober. Allí se enteró que sus compañeros habían sido enviados a Vietnam. Él también debía partir.
BUENOS DÍAS, VIETNAM
Si en el atentado al general Pinochet los ocho fusileros recibieron su bautismo de fuego, en Vietnam se graduaron como expertos en técnicas que desconocían. Bajo la atenta mirada del mayor Luong, un veterano de la guerra con Francia y Estados Unidos, los fusileros, junto a 12 militantes del PC, recibieron una férrea instrucción militar durante ocho meses en una mansión de Hanoi.
La casa, ubicada en el centro de la ciudad, estaba acondicionada como Escuela de Tropas Especiales, las fuerzas de elite del Ejército Popular vietnamita. En ese lugar, los 20 cadetes cumplieron un duro régimen que partía cada mañana con clases teóricas y seguían después de almuerzo en un polígono en las afueras de la ciudad con prácticas de tiro y defensa personal, entre otras cosas. Aunque no se les otorgaban grados, por ser una escuela clandestina, los jóvenes se graduaban con casi la misma preparación de un subteniente o jefe de pelotón, aseguran varios de ellos.
Desde el principio hubo roces entre los fusileros y los miembros del PC y la Jota. Para los primeros, que venían de atentar contra Pinochet, y se encontraban en un punto de no retorno, recuerda "Daniel", muchas de las formalidades de los comunistas, como tener reuniones de células para discutir la situación política del país, no tenían sentido, estando lejos con un régimen tan estricto.
Uno de esos muchachos del PC también recuerda esa etapa: “Había algunos que ni siquiera eran militantes comunistas. Otros veníamos de una historia de militancia fuerte. La difícil convivencia fue una evidencia de las diferencias que teníamos entre nosotros y que después se explicitaron en el quiebre entre el PC y los autónomos”.
Mientras estuvieron en Vietnam, los cadetes fueron visitados en dos ocasiones por Jorge Montes. Al ex miembro del Comité Central del PC, fallecido hace cuatro años, le tocó escuchar las quejas de ambos bandos y mediar entre ellos. En su segunda inspección les informó para qué se estaban preparando. El grupo de fusileros debía partir a Nicaragua vía La Habana, y el resto a Chile.
EN NICARAGUA
En La Habana, cuatro fusileros fueron destinados a un curso de francotirador en Punto Cero. Los otros fueron enviados a Managua como asesores militares de los Batallones de Lucha Irregular (BLI) del Ejército sandinista. El objetivo era que los fusileros ganaran experiencia combativa para cuando les tocara regresar al país. Eran parte de una generación de chilenos internacionalistas del Frente, el PC y el PS que combatieron a la Contra. En esa tarea murieron 20 chilenos.
Los copiosos aguaceros, las extensas jornadas de marchas con el barro hasta las rodillas, los largos operativos de rastreo y las escaramuzas con los contras son las imágenes más recurrentes en la cabeza de los fusileros.
Llevaban varios meses en Nicaragua cuando recibieron la visita de "Manuel", encargado del FPMR en Nicaragua. Les habló de la división entre el Frente y el PC y les aseguró que había un grupo de “cabezas de pistola” que estaban tratando de separarse del partido.
“La noticia nos impactó. Justo ahora que los ‘niveles de lucha’, supuestamenten habían ascendido nos vamos a dividir”, cuenta "Rodrigo" que pensaron en ese momento.
Tres meses después fueron evacuados a Managua y de ahí a La Habana. Antes de irse, "Rodrigo" recibió una llamada de "Rafael", superior suyo del Frente en Nicaragua: “Los están engrupiendo”, le dijo, y agregó que era la mayoría de la dirección del FPMR la que encabezaba la separación del PC.
“Después de la llamada de ‘Rafael’ se sucedió otra. Era César Quiroz, quien me cita a una reunión”. Quiroz llegó al encuentro acompañado de Hugo Fazio y del comandante "Daniel Huerta", miembro de la dirección del FPMR. "Huerta" era, en verdad, aseguran seis ex frentistas consultados, Martín Pascual, actual investigador del Instituto Cenda. Pascual negó a LND ser Huerta o haber estado en Nicaragua.
La reunión versó sobre la división y alcanzó momentos de alta tensión. Sobre todo cuando uno de los fusileros preguntó cuándo volverían a Chile. “Fazio contestó que nuestro tema era complejo y que él calculaba que en unos cinco años más”, dice "Rodrigo".
“Discutimos fuertemente. Nos dijeron que ‘Salvador’ (Galvarino Apablaza), ‘José Miguel’ y otros comandantes siempre tuvieron actitudes divisionistas. Nosotros preguntábamos cómo podía ser eso, si ellos se habían jugado el pellejo por el partido”. "Daniel", evoca la conversación con Quiroz: “Nos tiró el speach de si nos íbamos con las armas sólo nos quedaríamos en eso”. El tirante encuentro finalizó con la decisión de los fusileros de quedarse en el Frente. En adelante serían tratados como disidentes y recibirían la visita de César Bunster, quien intentó convencerlos de regresar al seno del PC. Pese a que en un primer momento de la pugna interna, Bunster había optado por el Frente Autónomo, dice Maturana: “Estando todavía en Punto Cero nos fue a ver para decirnos que nos quedáramos en el Frente y no con los viejos”.
DE LA HABANA A SANTIAGO
Tras la división, seguida de cerca por el régimen de Fidel Castro, que observa con desagrado la decisión del PC de terminar con la lucha armada, los fusileros regresan a La Habana. Alojan en una residencia del Frente, donde se reúnen con Juan Gutiérrez Fischmann, “El Chele”, y otros comandantes que preparaban el regreso a Chile. Sólo uno de los fusileros, "David", decide permanecer en el PC.
A fines del año ’87, Fidel ya había reconocido al Frente Autónomo como organización. A mediados de diciembre llegó "Ramiro", después de liberar al secuestrado coronel Carreño en Brasil. Traía noticias frescas de cómo se había vivido la división en Chile y fotos de Carreño prisionero. A contar de los últimos días de ese año, los fusileros iniciaron el retorno a Chile en oleadas, entrando clandestinamente al país por Argentina.
Ya en Chile, en el marco de la política de Guerra Patriótica Nacional (GPN), instaurada por el FPMR Autónomo en 1988, algunos de los fusileros participarían en operaciones de envergadura, como el asalto al retén Los Queñes del 21 de octubre de 1988, en el que murieron Cecilia Magni y Raúl Pellegrin, el máximo líder de la organización. Un golpe del que el Frente no se recuperaría jamás y que los fusileros sentirían profundamente hasta que abandonaron la organización.
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