El éxito fenomenal de News Corporation, del que Rupert Murdoch es presidente del consejo, se debe mucho a su reestructuración de la parte financiera de las propiedades de medios informativos —y a asumir riesgos. El libro Rupert Murdoch’s China Adventures, de Bruce Dover, ofrece una lectura inteligente sobre una apuesta importante hecha por Murdoch que lo dejó perplejo: intentar llegar a los 380 millones de hogares chinos con televisión, con noticias y entretenimiento al estilo de la cadena televisiva Fox.
Dover, representante de News Corporation en China de 1992 a 1998, nos lleva al interior del negocio y la mente de su jefe.
Gran parte del libro se ocupa de las consecuencias de un discurso dado por Murdoch ante anunciantes, en 1993, donde dijo que “los avances en la tecnología de las telecomunicaciones han demostrado ser una amenaza ambigua a los regímenes totalitarios de todas partes”.
Pero News Corporation acababa de adquirir Star TV, cadena de televisión satelital con sede en Hong Kong, con el plan de lograr acceso a los hogares en China continental. En respuesta a la amenaza de Murdoch, muestra Dover, Pekín prohibió la venta de antenas parabólicas privadas.
Murdoch, anticomunista, inició así una década de serviles acciones para controlar el daño en China.
Su compañía eliminó el canal BBC de Star TV; canceló la publicación de las memorias de Chris Patten, último gobernador colonial británico de Hong Kong; y pagó un adelanto por la biografía de Deng Xiaoping, entonces líder supremo, escrita por su hija. También organizó una “coinversión” —en la que suministró el capital— con El Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista.
El asunto se vuelve interesante cuando el magnate Liu Changle aborda a Murdoch para sugerir un canal en idioma chino, Phoenix, en asociación con CCTV, la televisión estatal.
Liu parece ayudar a implementarlo, y los programas de realidad y de entrevistas de Phoenix demuestran ser un éxito. Sin embargo, dice Dover, la iniciativa perdió 53 millones de dólares en sus primeros tres años.
CCTV, por su parte, recibió un curso sobre los secretos profesionales de Murdoch financiado por él mismo. Y durante todo ese tiempo, escribe Dover, Liu le permitió a los servicios de seguridad de Pekín monitorear las operaciones internas de News Corporation en China.
Así que los astutos comunistas se robaron la receta de Murdoch y lo espiaban, y él lo financió.
En diciembre de 1998, tras años de súplicas, Murdoch por fin consiguió una audiencia con Jiang Zemin, entonces dirigente del partido chino, para intentar convencerlo de ponerle fin a la prohibición de antenas parabólicas, que le costaba tanto dinero a Star TV.
En diciembre de 1998, tras años de súplicas, Murdoch por fin consiguió una audiencia con Jiang Zemin, entonces dirigente del partido chino, para intentar convencerlo de ponerle fin a la prohibición de antenas parabólicas, que le costaba tanto dinero a Star TV.
De acuerdo con Dover, Murdoch invirtió 60 millones de dólares en una iniciativa del hijo de Jiang. También reubicó a su propio hijo, James, en China.
“Murdoch”, concluye esta crónica, “de ningún modo fue infalible”. Pekín se atuvo a una estrategia: usar a News Corporation para ayudar a los medios controlados por el Gobierno a aprender técnicas modernas.
Incluso después de que había obtenido acceso de transmisión para una provincia a cambio de darle a la propaganda del Estado acceso a los mercados internacionales de medios, sus programas fueron llamados una amenaza a la moral.
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