Extrañeza han provocado en las últimas dos semanas las declaraciones vertidas por el controlador del Banco de Chile, Andrónico Luksic Craig, luego que el Tribunal de la Libre Competencia (TDLC) fallara el 10 de abril pasado a favor de la institución bancaria en el caso conocido como "La guerra del plasma".
En un dictamen histórico, el TDLC condenó a Falabella (del grupo Cuneo-Solari-Del Río) y a París (controlada por Horst Paulmann y Cencosud) a pagar multas por 8 y 5 millones de dólares, respectivamente debido a que "presionaron a sus proveedores", boicoteando una feria tecnológica del banco de los Luksic en 2006. La sanción fue por colusión y abuso de posición dominante.
El último cargo es el mismo que la Fiscalía Nacional Económica (FNE), a cargo de indagar este y otros casos que llegan al TDLC, imputó el 5 de marzo pasado a CCU, cervecería ligada a Luksic, quien ha criticado públicamente el requerimiento, pese a ser idéntico al que le favoreció ante Falabella y París.
Según la formulación del fiscal Enrique Vergara, CCU hizo abuso de su posición dominante en el mercado de distribución de bebidas alcohólicas y de fantasía al "prohibir a distribuidores minoristas la comercialización de productos cerveceros de la competencia, mediante cláusulas de exclusividad en sus contratos".
El tema, sin embargo, no es el único material de comidillo en el mundo empresarial y regulatorio. Las opiniones vertidas por el secretario del TDLC Jaime Velozo, en un artículo de Qué Pasa sobre el abogado Cristóbal Eyzaguirre, elogiando al socio del bufete del empresario Ricardo Claro por cómo dirigió la estrategia legal del Banco de Chile contra Falabella y París, fue visto como una indiscreción que le puede costar caro. ¿Por qué? Pues si a Eyzaguirre le toca defender a Luksic y la CCU ante el Tribunal de la Libre Competencia, Velozo estaría en una incómoda y observada posición.
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viernes, 25 de abril de 2008
viernes, 18 de abril de 2008
Los telefonazos y correos que inculparon a Falabella y París
El tema de la llamada ''guerra del plasma'' no es nuevo pero sí muy sabroso. La sentencia del Tribunal de la Libre Competencia, que dictó millonarias multas contra Falabella y París por boicotear una feria tecnológica del Banco de Chile en 2006, incluye un detallado registro de llamadas y de e-mails con amenazas de ejecutivos de las multitiendas a sus proveedores. Al más puro estilo Tony Soprano, los "consiglieri" del retail les decían que eligieran "con quienes se iban a acostar" e insistían, como diría el Padrino, con ofertas que nadie puede rechazar .
Lo extraño de todo esto es que ningún medio puso mayor hincapié en lo que decían los gerentes de Falabella y París en sus llamadas y correos, rescatados por la Fiscalía Nacional Económica en una investigación muy rigurosa. Así que decidimos "desclasificar" la información. Es un decir, pues muchos de los mails amenazantes están ahí en el fallo, claritos, esperando que los leas si tienes tiempo.
El Banco de Andrónico Luksic Craig había ideado una fuerte campaña promocional junto a Travel Club con la idea de promover el uso de su tarjeta de crédito, ofreciendo a sus clientes televisores de pantalla de plasma, a pocos meses del inicio del Mundial de Fútbol de Alemania 2006. El gancho: cómodas 12 cuotas sin interés y la oferta de otros productos de electrónica, computación y telefonía celular en las mismas condiciones de pago.
La Feria IN Tecnología-Banco de Chile se realizaría entre el 6 y el 9 de abril de ese año en Casa Piedra pero bastó que el domingo 2 de ese mes apareciera un aviso de página completa, promocionando la feria en El Mercurio, para que se prendieran las luces de alerta en las oficinas de gerencia de Falabella y París. Los ejecutivos de las dos súper tiendas de retail salieron entonces a presionar a sus proveedores, amenazándolos de “retirar sus productos de las góndolas” si acaso osaban participar.
Cuando Michael Kanaan habló ese mismo lunes con Héctor Rodríguez, gerente de la división comercial de la multitienda París, el mensaje fue más claro todavía: “Me dijo que Travel Club es eso, un club para viajes, no un organismo para comercializar productos electrónicos, y que Sony no podía ser como las putas [sic] que se acuestan con unos y otros, que teníamos que elegir con quien nos íbamos a acostar”.
Las amenazas surtieron efecto inmediato. Sigue leyendo
Lo extraño de todo esto es que ningún medio puso mayor hincapié en lo que decían los gerentes de Falabella y París en sus llamadas y correos, rescatados por la Fiscalía Nacional Económica en una investigación muy rigurosa. Así que decidimos "desclasificar" la información. Es un decir, pues muchos de los mails amenazantes están ahí en el fallo, claritos, esperando que los leas si tienes tiempo.
Así parte esta historia:
La mañana del lunes 3 de abril de 2006 el teléfono de Michael Kanaan, gerente de ventas de Sony, sonó como nunca con llamados de sus principales clientes del mundo del retail. En las dos oportunidades que habló con él, el ejecutivo de Falabella Fernando Casado insistió en lo improcedente que podría ser para Sony participar en una feria tecnológica organizada por el Banco de Chile para sus clientes, con el apoyo de la empresa Travel Club, su partner a cargo del evento. El Banco de Andrónico Luksic Craig había ideado una fuerte campaña promocional junto a Travel Club con la idea de promover el uso de su tarjeta de crédito, ofreciendo a sus clientes televisores de pantalla de plasma, a pocos meses del inicio del Mundial de Fútbol de Alemania 2006. El gancho: cómodas 12 cuotas sin interés y la oferta de otros productos de electrónica, computación y telefonía celular en las mismas condiciones de pago.
La Feria IN Tecnología-Banco de Chile se realizaría entre el 6 y el 9 de abril de ese año en Casa Piedra pero bastó que el domingo 2 de ese mes apareciera un aviso de página completa, promocionando la feria en El Mercurio, para que se prendieran las luces de alerta en las oficinas de gerencia de Falabella y París. Los ejecutivos de las dos súper tiendas de retail salieron entonces a presionar a sus proveedores, amenazándolos de “retirar sus productos de las góndolas” si acaso osaban participar.
Cuando Michael Kanaan habló ese mismo lunes con Héctor Rodríguez, gerente de la división comercial de la multitienda París, el mensaje fue más claro todavía: “Me dijo que Travel Club es eso, un club para viajes, no un organismo para comercializar productos electrónicos, y que Sony no podía ser como las putas [sic] que se acuestan con unos y otros, que teníamos que elegir con quien nos íbamos a acostar”.
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