domingo, 14 de octubre de 2007

Cómo la ex jefa de Sename prohibió denunciar abusos sexuales en Fundación Mi Casa


DELIA PAL GATTO


Hace un año y medio Delia del Gatto se convirtió en gerente de Fundación Mi Casa, una institución sumida en la ruina y el escándalo. Con su llegada los niños tendrían otra oportunidad. En vez de eso, la mujer ordenó bajarle el perfil a posibles abusos, aseguran dos ex directores de hogares. Esta es la historia. Con los testimonios y documentos.

Por Miguel Paz

-Estos cabros son remanipuladores y mentirosos así que esperarán. En este momento se para todo lo que es denuncia. Cuando Delia del Gatto Reyes pronunció estas palabras, asegura el ex director del Hogar 3 de
Fundación Mi Casa Marco Pizarro, se produjo un silencio gélido y todos se quedaron mirando. Era un día de principios de junio de 2006 y la flamante gerente general de Fundación Mi Casa estaba reunida con su equipo de confianza para tratar la amplia cobertura mediática que seguían teniendo las denuncias de abusos sexuales en algunos hogares de la institución. Algo que “a Delia le preocupaba sobremanera”, dice Pizarro recordando la escena en la antigua oficina de la gerencia en Ñuñoa donde también estuvieron presentes las directoras de hogares Andrea Velasco y Elsa Flores, la gerente técnico Ana María Cerda y su asistente Ximena Correa.
Del Gatto llegó a hacerse cargo de la Fundación el 17 de mayo de 2006, un mes y pocos días después de dejar la dirección del
Servicio Nacional de Menores. En el año 2002 lideró desde Sename la reforma de las políticas del servicio, en atención a la Convención de Derechos del Niño suscrita por Chile en 1990. Entre sus 54 puntos la Convención incluye el derecho que todo niño tiene a vivir en familia o con un “adulto significativo” (pariente o tutor). Esto significa sacar a los niños de los hogares y regresarlos a sus casas, mediante programas ambulatorios de fortalecimiento de la familia, de apoyo y monitoreo de su situación. La reforma a su vez promovió la sustitución de los hogares masivos de protección, como los de Fundación Mi Casa, por residencias de “ambiente familiar” con no más de 25 niños.
Por todo esto, la primera medida que tomó la mujer fue profundizar el proceso de reconversión de la Fundación a la atención ambulatoria y la reducción de la cantidad y tamaño de sus hogares. Así, Del Gatto pondría en práctica uno de sus proyectos más ambiciosos.
Pero para que la licenciada en Historia y militante DC pudiera llevar a cabo la iniciativa era necesario contar con recursos frescos y limpiar la polémica imagen de la Fundación, sinónimo en los medios de abuso e indefensión infantil desde que en 2003 se destaparon los casos que investigó la fiscal Greta Fuchloscher. En ese contexto, la ex directora del Sename desplegó una agresiva estrategia comunicacional, de alianzas y de captación de socios. Si seguían haciéndose públicas situaciones de posibles abusos sexuales, la campaña financiera y de relaciones públicas podría verse afectada, explica Pizarro.
Fue ahí que “Delia dijo que no se denunciaban más los hechos de abuso sexual porque estábamos en el ojo del huracán. Y que si habían cabros abusados tendrían que esperar uno o dos años más hasta que pasara esto, para la reparación. Pero antes no se denunciaban más hechos a la justicia”, dice el magíster en Educación y estudiante de Sociología
(ver entrevista).

CÓMPLICE

Pizarro afirma que fue despedido de la Fundación en abril pasado por negarse a que los chicos del Hogar 3 fueran trasladados al Hogar 5, donde habían sucedido la mayoría de los casos de índole sexual. Se rehusó, añade, porque en el marco del proceso de reconversión se le prometió a los niños que saldrían del Hogar 3 a un mejor destino: una residencia de “ambiente familiar”. Cosa que no ocurrió.
Hasta antes de su despido Pizarro era considerado uno de los directores estrella de la “era Del Gatto”. Estaba convencido, al igual que muchos otros encargados de hogares, que la llegada de la ex directora del Sename solo traería cosas buenas para la Fundación. Como prueba de la confianza depositada en él está el hecho de que estuvo a cargo de tres residencias y le fue encargada la tarea de cerrar el Hogar 1. Cuando lo hizo, fue promovido a director del Hogar 3, donde debió preparar el traslado de los niños a un lugar mejor.
Ahora tiene otro trabajo y entrega su testimonio dispuesto a enfrentarse en un careo con Del Gatto y ratificar su denuncia en Tribunales de ser necesario. Su versión de lo ocurrido en la reunión de junio de 2006 es ratificada por Andrea Velasco. “Efectivamente se dijo vamos a detener las denuncias. Nuestra labor era investigar e informar a gerencia y gerencia te decía qué hacer. Siempre esas conversaciones venían de la gerencia técnica que correspondía a Ana María Cerda y Ximena Correa”, asegura Velasco.
La sicóloga llegó a la Fundación en 2005 para atender a niños con maltrato y al tiempo se le propuso ser directora del Hogar 5. En abril pasado renunció a ese cargo por su desacuerdo con las políticas implementadas por la administración de Del Gatto.
Su calidad como testigo es igual que la de Pizarro. Aparentemente no se trata de sindicalistas “picados” o de personas que puedan sacar algo de provecho para sí mismos con esta denuncia. Al contrario. Velasco es una mujer de clase media acomodada que ahora tiene un nuevo trabajo y está embarazada. Si algo pudiese sacar de sus declaraciones, sería un dolor de cabeza o que su actual empleador la etiquete de “problemática”. Lo mismo podría sucederle a Pizarro, quien incluso afirma haber sido “cómplice” de la administración de la Fundación y que ya no quiere volver a serlo.
Los testimonios no son los únicos en la historia reciente de la Fundación -en julio de 2006 Luis Hermosilla, subdirector del Hogar 5, dijo a “El Mercurio” que “hay abusos sexuales que no se han denunciado” y “disposición a bajarles el perfil a los abusos”-, pero sí es primera vez que se acusa directamente a Delia Del Gatto de dar una orden de ese calibre.

ABRIENDO CAMINOS

Jueves 27 de septiembre de 2007. Ocho y media de la noche. La Fundación Mi Casa celebra su aniversario número 60 en el Teatro Circus Ok de Coco Legrand en Providencia. “Mi Casa” está de fiesta y en sus discursos, la presidenta de la institución Josefina Bilbao y la gerente general Delia del Gatto hablan de su compromiso con los mil niños que acoge la entidad fundada por el padre Alberto Ruiz Tagle en 1947.
“Quise ser cura pero me di cuenta que era demasiado caliente y con un ‛cura Tato’ ya es suficiente”, confiesa luego el Coco en su rutina. Los asistentes a la cena de beneficio de la Fundación se ríen y aplauden el chiste que alude al sacerdote condenado en enero de 2005 a 12 años de prisión por abusar de diez menores.
A la misma hora, en la otra punta de la capital, en la zona sur de Santiago, en unos pabellones en mal estado, de ventanas rotas, muros de pintura gastada, ubicados en la avenida Lo Espejo de La Cisterna, cerca de 80 niños se aprestan a dormir. No tienen a Legrand para que les haga reír. Son los chicos del Hogar 5 de la Fundación y si es efectivo lo que dice Pizarro corren riesgo de sufrir el mismo destino de las víctimas del “cura Tato”, sin que la Justicia se entere de ello.
El nombre oficial de la casa de acogida es “Abriendo Caminos”. Pero al interior de la institución es conocida como un símbolo de los abusos sexuales. Porque desde 2003 y al menos hasta bien entrado 2005, cuando la fiscal Fuchslocher fue reemplazada por su par Ana María Quintana, no eran precisamente “caminos” los que se abrían detrás de los muros del Hogar 5, sino surcos en la piel desgarrada de algunos niños.
Los testimonios recogidos por el Segundo Juzgado de Menores de San Miguel -retomados por la fiscalía- hablan de estupro y violación. De abusos de monitores a chicos. De ultraje de niños mayores a más pequeños. En un caso hasta se relata la violación de H.A. un niño de nueve años que fue amarrado a un arco de la cancha de fútbol y violado por un grupo de compañeros. El mapa del abuso en su corta vida es dramático. Nacido de una violación incestuosa, abusado por su padre y hermano, recaló en “Abriendo Caminos” por una medida de protección judicial y volvió a ser abusado. En su historia están las claves para dimensionar por qué Marco Pizarro ahora está dispuesto a hablar. “No queremos un nuevo Tila. Ni otro Hans Pozo. Cuando ves que hay vulneración de derechos de los niños y el Estado nos financia para que podamos revertir ese proceso de maltrato y no se cumple con ese mandato legal, más que legal moral y ético, te complica. No quiero ser cómplice una vez más. Porque creo que yo sí fui cómplice”, dice el profesional dispuesto a asumir las consecuencias de su verdad.

GERENCIA DETERMINA

La historia no termina ahí. También hay dos actas de reuniones de funcionarios de Mi Casa donde se describe el procedimiento a seguir ante un eventual abuso. Son producto de la investigación realizada para este artículo en archivos judiciales.
La primera acta es de la reunión del 21 de julio de 2006 del equipo de la residencia “Padre Alfredo Ruiz Tagle” y está firmado por el propio Pizarro diez meses antes de su despido. Describe el procedimiento a seguir en un caso de posible abuso en el hogar: “El director (Pizarro) expone que sería muy irresponsable de parte de la persona que efectuó la denuncia ya que si existiese una denuncia se llamará a declarar a la niña, a M. y a la familia siendo más complicado, pues se estaría encontrando con otro escenario, ya que la gerencia general no quiere denunciar casos”.
El segundo documento está firmado por el coordinador nacional de proyectos de la Fundación, Raúl Heck. Con fecha uno de septiembre de 2006 dice lo siguiente: “Procedimiento en caso de develación de abuso sexual: todas las denuncias pasan por Gerencia y ellos determinan el proceder. Sólo en casos constitutivos de delitos. Los acuerdos son verbales. (…) En cuanto a los informes, mostrar sólo los hallazgos y sugerir que Gerencia tome las medidas pertinentes. En oficio interno sugerir los pasos a seguir”. Además de la rúbrica de Heck, en el acta se estampan las firmas de los ocho profesionales presentes en la reunión. Dos de ellos me señalaron que Heck también ordenó verbalmente que cualquier antecedente debe ser entregado a la gerencia general de la Fundación y no a los tribunales. Ahora le toca a Delia Del Gatto responder. >FIN.



CONTRACARA

Delia del Gatto rechaza las imputaciones en su contra. Son “mentira”.
“UN DELITO CONTRA UN NIÑO TIENE QUE DENUNCIARSE SIEMPRE”

En una extensa entrevista que resumimos a sus puntos centrales, la gerente general de Fundación Mi Casa rechaza enérgicamente las acusaciones en su contra, califica los testimonios de Marco Pizarro y Andrea Velasco como una “mentira” y dice que no es cierto lo que afirma Pizarro sobre la orden que habría dado en una reunión de junio de 2006. “No es cierto eso”. “Es tan descabellado porque es exactamente lo contrario a lo que es la lógica del trabajo técnico en materia de situaciones de delito contra los niños. No es cierto”. Además, muestra el reglamento interno de la Fundación con las normas de procedimiento para denunciar a la Justicia posibles abusos. “Estos son todos los procedimientos que se tienen que hacer ante situaciones de maltrato o de abuso. De los niños entre ellos, de un adulto, etcétera. Y eso es parte de las obligaciones de cada director y de los equipos técnicos. Los directores de las 22 residencias de la Fundación a nivel nacional tienen esas normas como normas de procedimiento desde octubre de 2005”, explica.
-¿Por qué mentirían Marcos Pizarro y Andrea Velasco?
-Hay un tema de credibilidad. Depende de las personas y las conductas en torno a este tema. Cuál podría ser la razón que uno pudiera tener para algo tan descabellado como eso ¿el que yo quiero que situaciones de abuso queden impunes? De dónde, no tiene sentido, me parece absolutamente contrario a lo que ha sido el eje de mi acción en materia de los derechos de los niños. Un delito contra un niño tiene que denunciarse siempre si hay situaciones de abuso y tienen que ser las fiscalías las que investiguen si la situación es cierta o no.
-Hay un acta firmada por Pizarro donde él dice “que la gerencia general no quiere denunciar casos”.
-Son dichos de él.
-¿Si está “sangrando por la herida” qué sentido tendría escribir un acta de ese tipo diez meses antes que lo despidan?
-La gente puede entender o presuponer o inventar algo y consignarlo de forma escrita y eso puede ser absolutamente incorrecto. Entonces cuando me lo planteas, si (Pizarro) dijo eso mayor razón para que nos hubiéramos dado cuenta antes de lo incorrecto que era la gestión de él como director. Lo único que ratificas con eso es que él está diciendo en una reunión con su gente algo que es absolutamente falaz y tanto así que todos nuestros proyectos tienen un acápite donde establecemos todas las normas de procedimiento interno. Hay un par de páginas largas que detallan todas las cosas que se tienen que hacer ante situaciones de maltrato o abuso. Eso es parte de lo que es la obligación de cada director y equipos técnicos. Entonces ¿cómo íbamos a contradecirnos tanto, de que por un lado tenemos por escrito determinadas cuestiones que obligan a hacer denuncias y por otro lado, en teoría, alguien entiende que alguien dijo en una conversación formal o informal que no se denuncie nada y que nos guardemos cosas que pueden ser delitos? Es descabellado. No es cierto.
-¿Qué puede decir respecto a estas denuncias entonces?
-Están mintiendo. Lo único que puedo decir categóricamente es que eso es mentira. No es cierto y lo único que podemos nosotros demostrar es lo que tenemos de normas. De qué otra forma lo podemos demostrar. Entonces o se equivocaron en lo que entendieron, que es una posibilidad para pensar que la gente no es mala, o que están mintiendo. La gente tiende a mentir o a torcer lo que pueda ser, porque se enojaron o algo, por razones muy diversas. Ahí yo no me puedo meter en la siquis de las personas.
-Hay otra acta, firmada por el coordinador de proyectos de la Fundación Raúl Heck y ocho profesionales, donde se señala que todas las denuncias pasan por gerencia y esta “determina”.
-Eso no es cierto. El error que se está cometiendo es garrafal. Uno puede decir necesitamos tener la información porque hay un registro de esto y hay procedimientos y sistemas formales por los cuales tienes que regirte. Esto no es como que cada uno hace lo que quiere porque esta es una institución ordenada. ¡Cómo puede haber un directivo que entienda que lo que tú estás diciendo es que no se denuncia!. No me cabe en la cabeza ese asunto.
-Es extraño que personas distintas entiendan lo mismo.
-Personas distintas pueden estar todas equivocadas o alguna equivocada o una influenciada por otro. Lo que yo te puedo decir es que no es así.

Marco Pizarro, testimonio de un arrepentido
“DELIA DIJO QUE NO SE DENUNCIABAN MÁS ABUSOS”

En este resumen de una larga entrevista el profesional detalla cómo se habría dado la situación. “A principios de junio del año pasado en una reunión que tuvimos para ver este tema que salíamos en los diarios y en la televisión todos los días, Delia dijo que no se denunciaban más los hechos de abuso sexual porque estábamos en el ojo del huracán. Que si habían cabros abusados tendrían que esperar uno o dos años más hasta que pasara esto, para la reparación. Pero antes no se denunciaban más hechos a la justicia.
-¿Quiénes estaban en la reunión?
-Estábamos yo, Andrea Velasco, Elsa Flores y Ana María Cerda, la gerente técnico, y también Ximena Correa, su asistente.
-¿Qué pasó entonces?
-Cuando Delia plantea no denunciar los hechos, Ana María Cerda le dice: “Pero Delia, es que esto es grave”. “No”, respondió. “Acá esperarán. Estos cabros son remanipuladores y mentirosos, así que esperarán uno o dos años más. En este momento se para todo lo que es denuncia”.
-¿Qué hizo Cerda?
-No dijo nada. Asumió lo que Delia dijo: que no se denunciaba y que todos los informes de abuso tenían que ser enviados primero a gerencia técnica y que esta unidad iba a filtrar, lo iba a chequear.
-¿Intentó informar al directorio de la Fundación?
-Nunca tuvimos acceso al directorio.


CONFLICTO DE INTERÉS

Su inmobiliaria compró un hogar: El mea culpa del directivo de la Fundación Eduardo Gras.
"CUANDO LO SUPE ME PARECIÓ IMPRESENTABLE"


En marzo
LND publicó un reportaje sobre la venta de propiedades de Mi Casa vía remates. Los entonces gerente de finanzas de la Fundación Rodolfo de Bonnafos y presidente de la Fundación Herman Chadwick dijeron que los remates aseguraban que todo fuera “transparente”. El remate del hogar Valdivia no lo habría sido. El 24 de enero fue comprado por Socovesa en $400 millones. A la fecha de la adjudicación, el dueño de Socovesa, Eduardo Gras, era del directorio de Mi Casa.
-¿Acaso no hubo conflicto de interés?
“Cuando salió el remate yo estaba de vacaciones y la oficina de Valdivia sin conocimiento ni permiso mío participó en el remate. Cuando lo supe me pareció impresentable y retiré la oferta pero ya estaba adjudicado. Además me hicieron presión en la Fundación y me dijeron: ‘Si usted no compra, nos va a dejar complicados porque tenemos compromisos financieros’. Después de esto envié mi carta de renuncia a la Fundación porque me parecía absolutamente impresentable la situación”, dice Gras mostrando la misiva que envió a la presidenta de la entidad Josefina Bilbao y su respuesta. El resultado del intercambio epistolar no varió un hecho: Socovesa se quedó con el terreno. El plazo de entrega ya se venció. Veinte niños siguen ahí. No les han informado adónde se irán.


LAS DUDAS SOBRE EL DIRECTORIO

Los estatutos de Fundación Mi Casa, aprobados en 1990, señalan que su directorio estará compuesto por 12 personas pero en 2004 se modificó su composición, quedando en siete. Sin embargo, antes de cualquier cambio en la estructura directiva de una institución se hace necesario cambiar los estatutos y enviarlos al Ministerio de Justicia para que los apruebe. Hasta ahora, señalan en el Departamento de Personerías Jurídicas del Ministerio, los estatutos no han sido modificados por lo que la Fundación y su directorio estarían actuando de forma irregular o fuera de la ley vigente.






No hay comentarios.: