domingo, 25 de septiembre de 2005

Entrevista Óscar Andrade












Las batallas de Óscar Andrade dentro y fuera de la pantalla
EL SEÑOR COBRANZA

El jueves volvió a sorprender al público de “Rojo Vip”. Acompañado de Isabel y Tita Parra cantó y fue ovacionado. Isabel Parra aprovechó la ocasión y tiró palos a la TV. Y tuvo que venir el músico de Alemania para que estuvieran en pantalla. A continuación el “Robin Hood” de la tele. ¿No será mucho Lucho?

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (25 de septiembre de 2005)

Después de la polémica que desató en “Rojo Vip”, cuando impugnó a Camilo Fernández como jurado, Óscar Andrade se ha convertido en “la voz de los sin voz”. Pero también es el problemático. El que “peina la muñeca”. El denunciante. El que cobra. El hombre que le provoca pesadillas a Fernández. Todo eso puede ser Óscar Andrade, según quien opine.
El “justiciero crónico”, como lo llamó Rafael Gumucio, asegura que tiene cajones de evidencias, en caso de que alguien quiera llevarlo a tribunales. ¿De qué tipo? No lo dice. Pero las tiene. “Por si las moscas”. Por si los sellos, Fernández, la Feria del Disco, los managers o cualquier otra persona aludida por él quisiera bajarle el moño. Mientras, sostiene parte importante del rating de “Rojo Vip” en sus hombros y no oculta la sensación de que no han podido derrotarlo, pese a todos los intentos.

-¿Por qué tanto escándalo con el tema de los contratos con Camilo Fernández, si en los años ’60 y ’70 la única forma de poder grabar un disco era a través de un sello que ponía sus condiciones?
-Eso se ha sabido siempre. Pero en la misma época en que la Violeta Parra recibía el 1,5% de sus discos, Ray Charles recibía en Estados Unidos el 75%. Aquí hay un abuso social muy fuerte. Todo lo que se ha armado ahora es producto de una verdadera red de gallos que piensan con el otro hemisferio del cerebro. Son capaces de matar el movimiento artístico chileno por comprarse un yate ¡Y cagan generaciones enteras!
El compositor de “Noticiero crónico” y “La tregua”, dos de sus canciones más conocidas, habla golpeado, con el tono de quien perdió el humor en el camino.
La primera vez que lo escuché y vi fue en “Patiperros”, de Cristián Leighton. En el programa, la voz en off inducía a la simpatía por el personaje. Andrade caminaba por las callecitas de Weimar, “cuna de la cultura germana”, como le gusta recalcar, de terno sport, bufanda al cuello y una cabellera con flequillo, más frondosa que la actual. Conforme pasaba, el documental registraba la mirada del chileno exiliado por decisión propia, que las ha visto negras. Pero se resiste al olvido, y al perdón.
Era choro el tipo. Se emocionaba. Contaba las mismas experiencias aprendidas en Alemania, que hoy esgrime para denunciar complots a diestra y siniestra e insistir en que los músicos deben hacerse cargo de su negocio.
En “Patiperros”, Andrade era una metralleta de frases para el bronce. Como ahora: “Los productores se coluden con los propios managers de los artistas, y el artista queda fuera del negocio. Yo tuve un despertar afuera con respecto al negocio, cuando me di cuenta que si tú querías contratar un músico -puede tener el pelo largo y el porro en la boca-, el gallo sacaba la calculadora y sabía perfectamente sus derechos, sus negocios y todo. En cambio, aquí si eres artista creen que eres tonto”.

-¿La culpa no es del artista? Es súper cómodo tener un tipo que maneje los números.
-No dejo de echarle la culpa a mis propios colegas. Y a mí mismo durante los ’80. A nosotros nos tenían engrupidos. Cuando tú firmabas un contrato y lograbas una ventaja, te decían: “No le digas a nadie, esto es para ti no más”. Y los tontos no nos decíamos nada. Pero estos son otros tiempos.

Estamos en un café del centro. Es el típico boliche de argentinos que llegaron a Chile escapando del estallido que dejó a media Argentina en la calle a fines del 2001. El músico conoce de destierros. Tanto como los dueños del local. Vivió casi 15 años en Europa. Quizá por eso Rafael Gumucio, en una columna, escribió que el cantante era un chauvinista a la inversa, que tenía el síndrome del chileno que vive en Europa y regresa al país sabiéndoselas todas. “¿Y por qué no? ¿Por qué no puedo hacer eso? ¿Quién dice que es incorrecto?”, responde enojado. “Además [Gumucio] debería informarse más. No tiene idea de lo que estoy haciendo allá. Dijo que yo estaba actuando para cuestiones latinas, pero hace años he actuado en un puro lugar latino, que es chileno, y me fui a la segunda canción por mal sonido. Para variar”.

“EL TEMA NO VA A QUEDAR AHÍ”

A Andrade le molesta que le reprochen que hable sobre lo mucho que aprendió en Alemania.

-Incluso te han tratado de loco.
-Es que aquí, cuando tú denuncias una situación específica te atacan con cuestiones personales... Yo me fijo en el ajedrez, en el tablero. No en el jugador. Pero este tema no va a quedar ahí nomás. Se produjo un proceso de investigación. Es por eso que no he hablado. No quiero farandulizar el tema. Aunque pasen meses o años se va a tener que solucionar igual.
-¿Y cuál es el tema?
-El tema es que aquí hay un vicio que está amparado por todas nuestras debilidades sociales, como el arribismo, el clasismo, y una serie de cosas que afectan a los artistas.

Una señora interrumpe la conversación. “Don Óscar, estamos con usted. Qué bueno que denuncie a los corruptos”, dice la mujer. Más tarde, dos tipos con pinta de junior le gritarán: “Éjale, güena, Óscar”. Otro le pedirá un autógrafo para su hija Javiera. Son personas del Chile que anda en micro, que reciben bajos sueldos y que llegan a la casa reventados a prender la tele y ver cómo Andrade se enfrenta a peces gordos. Tal vez por eso el músico tiene tanto arrastre popular. “Igual me arriesgaba a caer pesado cuando hablé, pero todavía soy el primero en la puntuación popular”, dice.

-Hablabas de no farandulizar el tema, ¿pero estás consciente de que “Rojo Vip” gana mucho con tus denuncias?
-Claro. Pero el asunto es que ganemos todos. No solamente ellos. Ellos pueden ganar rating, más dinero, y nosotros ganamos una tribuna donde se ha puesto un poco más seria la farándula, porque hemos tocado temas verdaderos, reales.
-“Rojo Vip” es un show donde van cantantes a jugar, y después entrevistan a Kenita Laraín.
-Puede ser. Pero yo abogo por la transversalización de un programa estelar. Se puede llevar incluso a Humberto Maturana a hablar un par de temas existenciales. El tipo es suficientemente sabio como para exponer temas profundos con palabras simples, y si después viene Luis Dimas, el descueve. Lo encuentro la raja.
-Perdona si te ofendo, pero “Rojo Vip” me parece igual a una kermés de colegio.
-Será que es parte de nuestras raíces culturales. No podemos negar que el Festival de Paine es parte del itinerario musical chileno. No es una ofensa. La Violeta Parra tenía una carpa piñufla en La Reina, pero no por eso dejó de ser Violeta Parra. Ella misma decía: “No es el escenario el que hace al artista, sino el artista el que hace el escenario”. Violeta Parra lo tenía clarito.
-¿Y tú qué has ganado?
-Relevancia dentro del programa y cosas que espero capitalizar. Espero dar el ejemplo a mis colegas. Nosotros también podemos aprender a sacar provecho de estas situaciones. Si nosotros nos quedáramos en ser empleados de los productores, o del editor periodístico, ganan ellos no más.

PINOCHETITOS

Hasta antes de “Rojo Vip”, la generación artística de Óscar Andrade se quejó de estar excluida de las radios y la TV. Su paso por los estelares que llenaron la pantalla en los ’80 fue parte de las razones que pesaron en su silencio televisivo. Pero las vueltas de la vida hicieron que Julio César Rodríguez, el mismo periodista que escribió en “Plan B” del 11 de septiembre de 2004 un duro artículo sobre la farándula de Pinochet y los cantantes de la TV en dictadura, los regresara en gloria y majestad a la tele con “Rojo Vip”.

-En una entrevista dijiste que Rodríguez te aseguró que no tendrías censura o cortapisas en el programa. ¿Ha sido así?
-Sí. Aunque reconozco que los chilenos tenemos una herencia. Pinochet dejó muchos pinochetitos, e incluso dejó pinochetitos con síndrome de Estocolmo, ese en el que el gallo secuestrado termina pensando como el raptor y hasta admirándolo. Ha pasado con mucha gente que estaba en contra de Pinochet, que ha actuado después con líneas muy similares a las que tenía la dictadura, pero de manera más sofisticada y abierta.

Andrade no nombra al cerebro de “Rojo Vip”, pero claramente lo alude. Ha tenido encontrones con él. Hace dos semanas, Andrade discutió con Rodríguez porque, según el músico, éste quería pautear los temas a tratar en una comida. “Consideré que no era correcto. Además, él quedó como una especie de profesor nuestro. Nos dejó con un tipo que tenía unas pautas anotadas en un papel, y se sentó en una mesa: ‘Ya, chicos; entonces, ahora vamos a hablar de esto’. ¡Ni cagando acepté eso! Y menos voy a aceptar que el editor periodístico diga temas que huevones de 40 ó 50 años vamos a hablar. A mí no me ponen temas en la boca”, dice desafiante.A Andrade le gusta el jaleo. Tiene la idea de llevar una cámara al programa, para registrar las peleas con la producción. “Si quieren reality abramos las cámaras, traigan a los que nos dejaron fuera por todos estos años”.

-¿Y no tienes temor de que cuando termine “Rojo Vip” nadie se acuerde de tus canciones pero sí de tu pelea con Camilo Fernández?
-No me preocupa. Una polémica no dura 15 años. Tiene mucha más duración el arte. Además, he dejado de manifiesto la actitud del poder con respecto a la gente. Cuando tú has sumado una cantidad de evidencia durante 15 años, todo lo que viene después es pan comido. Yo sumo evidencia para cuando vienen las discusiones de verdad, como un proceso judicial, por ejemplo. Tengo cajones de evidencias.
-¿Y las vas a revelar?
-No puedo hablar de eso.
-¿Cuándo te van a mandar a capilla?
-Si tuvieran mala intención, me mandarían a capilla poco antes de la final, con alguien pesado para ver si puedo quedar fuera... Si tuvieran mala intención.
-¿Y tu intuición que te dice?
-Que serían muy tontos en tener mala intención. Andrade suelta la última frase con picardía. Asegura que está gestionando una serie de acciones judiciales, pero no dice dónde, cuándo, cómo ni contra quién. Y mientras eso no salga a la luz, continúa peleando en “Rojo Vip” semana a semana su lugar. “Me robaron 15 años, confié en ellos”, dice. ¿Será tiempo de cobrar?

Columna 3 Oh my blog!



















OH, MY BLOG!
Sócrates de la Mirandola, el sexto candidato presidencial

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (25 de septiembre de 2005)

No entraremos en profundidades sobre la carta del Presidente Lagos a “El Mercurio”. Bastante se ha escrito y comentado ya en los blogs de Pato Navia, Leo Prieto, el senador “niño símbolo de los blogueros” Fernando Flores, y otros, sin contar la prensa nacional.
Porque si la famosa misiva dirigida a Agustín Edwards era privada o no, si era presión indebida o no, si se le atragantó o no el croissant a los chicos del segundo piso cuando la leyeron, da lo mismo. Mejor ir a la fuente virtual. En el “Diario del Presidente”, un blog en homenaje a Ricardo Lagos, el animal político se ríe del periodismo nacional, dando por superado el “impasse”. “Dicen que estoy sobregirado. Sé que inclusive asesores de palacio están estupefactos. (...) Las cosas hay que decirlas. Sin intermediarios. Sin medias tintas. Eso es también la carta al director del decano. De frente. (...) El poder está para ser usado. (...) El decano quiere beligerancia, beligerancia tendrá”. Toma.
Y eso que la generación MAPU se acabó, según el bueno de Eugenio. Tal vez tiene razón. Se necesita espacio para caras nuevas. Tiraje a la chimenea y promoción de las ideas. Por eso, buscando y buscando me topé con que Marco Enríquez-Ominami Gumucio de Doggenweiler, aparte de ser portada, junto a su señora, del último número de “Caras”, se hizo un blog: http://marcoenriquezominami12.blogspot.com
Buena opción para difundir su candidatura a diputado del PS, por el distrito 10 de Quillota y Petorca. Y también para abaratar costos de campaña, como pidió Bachelet.
Pero el blog político de la semana es el de Sócrates de la Mirandola. De la Mirandola, para quienes no lo conozcan, se acaba de proclamar como el ¡sexto candidato presidencial! El jueves pasado, acompañado de sus jefes de campaña, Shikó de la Mirandola y el profesor Jorge Castrol de la Barra, intentó inscribir su candidatura en el Servicio Electoral. Y es que su currículo lo precede: personal trainer, catador de jalea, peluquero militar, sicólogo de tocador, miembro del comando de Bachelet, asesor de Lavín, accionista de Lan y embajador de la cultura en la República del Congo. Digno de un estadista.
El único escollo para don Sócrates fue que el plazo ya había vencido. Pero da lo mismo. Si Aucán pudo, ¿por qué él no?

Sócrates de la Mirandola: http://hemorroideas.blogspot.com

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domingo, 18 de septiembre de 2005

Columna 2 Oh my blog!

OH, MY BLOG!
Clara Szczaranski, luchando contra las caries

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (18 de septiembre de 2005)

Llegaron muchas propuestas de blogs para comentar. Entre lo más destacable está el blog de Pequeñín y su entrevista exclusiva al lobo marino “El Guagua”, que confiesa que en realidad se llama Jaime Lobito Marino Guzmán y que es miembro ¡de las juventudes animalistas de la UDI!

Otro blog ideal para un día como hoy es el de Leonardo Rulova, que da diez técnicas para robarse una empanada. Pero, sin duda, la perla de la semana la encontré en el blog de Roberto Arancibia. Y se llama simplemente Clara Szczaranski. ¿Eh? Sí. La presidenta del Consejo de Defensa del Estado (CDE) y autora de una autobiografía con título a lo Corín Tellado -“El bisel del espejo: Mi ventana”- tiene blog. Y un eslogan notable: “Dudo de todo, pero creo en casi todos...”.

¿Por qué tanto asombro? Tal vez debido a que Clarita habla rara vez con los medios, pero aquí escribe, comenta, publica fotos de sus variadas actividades y pone a “Batman” entre sus cinco películas favoritas.

Veamos ejemplos. El jueves 15 de septiembre la dama está “prendida”. Escribe tres post sobre Colonia Dignidad. En vísperas de que parta la borrachera nacional que dura hasta mañana, en el CDE parece que no hay mucho que hacer.

En el primer post: “Villa Baviera iba a festejar el 18 de septiembre”, la autora critica a Jorge Zepeda luego de enterarse que el ministro de fuero anuló el procesamiento por asociación ilícita de los jerarcas de la ex Colonia Dignidad y ordenó el retiro del interventor Herman Chadwick.

Quizá, Clarita sabe que Zepeda lee su blog, como me aseguran en tribunales, y por eso escribe frases para el bronce: “El delgado árbol que empezaba a erguirse en esos campos deberá intentar sólo combatir el viento”. “El Estado de Chile no llegó a instalarse entre esos colonos”.

“Sobre Villa Baviera vuelven el miedo y el aislamiento”. Después, la reina del CDE promete recurrir a las armas de la justicia y se despacha sendos alegatos como si estuviera relatando ante la Corte Suprema. Alegato 1: “Una pista sobre asociaciones ilícitas” (presentación powerpoint incluido). Alegato 2: “Sí, hay asociación ilícita en Colonia Dignidad”. Quiero seguir leyendo, pero a la hora de entrega de esta columna aún no hay alegato 3. Lo que sí hay son fotos de Clarita en la Patagonia, o arriba de un tuc tuc en un viaje con su hijo Bruno Coulon; y tantas cosas más que puedes ver en el blog de esta incansable y luchadora batichica de Ciudad Cuática ¿Quedó claro?

Clara Szczaranski: http://szczaranski.blogspot.com/

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domingo, 11 de septiembre de 2005

Columna 1 Oh my blog!

OH, MY BLOG!

La guerra del Mamito

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (11 de septiembre de 2005)

“Soy Manuel Contreras Valdebenito (MCV). Egresado de Derecho, nacido en Santiago un 25 de agosto de 1962. Tuve la gracia o la desgracia de nacer en Chile y ser hijo de una familia estigmatizada por el cargo que ocupó mi padre en el Gobierno militar: la Dirección de Inteligencia Nacional”, dice el posteo del blog del hijo de Manuel Contreras, el “Mamo”.

El blog del “Mamito” se llama “Mi guerra”. Porque sigue en guerra, dice con tono dramático. “La sigo viviendo a diario, como pocos en este país”.

Lo cierto es que la guerra del “Mamito” viene de hace muchos años. De cuando su papá era el amo y señor de la noche, la parrilla y los ratones intravaginales. Entonces, la guerra era asimétrica e inversamente proporcional a las prerrogativas de las que gozaba el “Mamito”. Y él lo percibió hasta el fin de los días de Pinochet.

¿A mi minita la acompaña un compadre mayor que yo? Le paro los carros. ¿Me huevea el papá de mi polola que no entiende mi molestia? ¡Pumm! Balazo. ¿El suegro se muere por el tiro? Y qué tanto. Esa era la batalla del “Mamito” en 1988. En esos años no conocía el “blogger power”. Pero ahora sí. Vamos al tema:

“Agosto 25... Hoy cumplo 43 años (...) Jamás he podido tener relaciones estables y duraderas. Sigo soltero y sin hijos. Nunca pude formar una familia... y no estoy claro si es por los traumas que me dejó todo lo que he debido pasar o por problemas familiares. El tiempo lo dirá”.

Luego, MCV se adentra en el episodio en que su padre se atrincheró en el Hospital Naval de Talcahuano, para evitar la detención por el atentado a Orlando Letelier:
“Llegué, más menos, a la medianoche del 24 para el 25 de agosto, ya que quería celebrar mi cumpleaños 33 junto a mi padre. Me instalé en el hotel y me dirigí al hospital y estuve con él una hora hasta que llegaron ‘órdenes terminantes’ que debía abandonar de inmediato la pieza en que se encontraba mi padre. Apareció un médico que de mala gana venía a dar el cumplimiento de la orden. Mi padre en su lecho de enfermo se indignó y le dijo al médico-marino que a un almirante lo hubieran tratado mejor en el Hospital Militar. Pero yo al ver que le estaba subiendo la presión lo calmé y me retiré”.

“Mamito” sigue y sigue hasta rematar con un final feliz: “Llegamos a la habitación y todo eran sonrisas. Se terminó el ‘incidente’. Se fueron los uniformados y llegó a visitar a mi padre un diputado de la UDI, el señor (Jorge) Ulloa, quien mantuvo estrechas relaciones con mi padre hasta enero de este año 2005. Hoy no contesta ni el teléfono”.

“Mi guerra”: http://manuelcontrerasv.blogspot.com

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Entrevista Enrique Maluenda












Enrique Maluenda, a 20 años del fin del Festival de la Una
EL SUEÑO POR UN DÍA*

La semana pasada le hicieron un homenaje en TVN. El 18 lo pasará animando la mansa fonda que organizan sus hijos en La Florida. La nostalgia le sienta bien. El Rey del Mediodía ochentero quiere que “ojalá vuelva la onda retro” y cuenta cómo se apagaron las luces del set del Festival de la Una, un emblema de la televisión en dictadura. ¡Afírmese usted, compadre!

Por Miguel Paz / La Nación Domingo (11 de septiembre de 2005)
Foto: Ernesto Merino

“¡¿Hola, qué tal?!”, preguntaba Enrique Maluenda. ¡Festival!, respondía el público. “¡Afírrrrrmese usted, compadre!”, gritaba el animador. Y aparecía un perico de Graneros cantando más desafinado que Paulina Rubio. “Su sueeeño pooorrr un díiiii-iiiii-aaaaaaaa”, entonaba el coro de la orquesta de Horacio Saavedra, y anunciaba la sección más esperada del show. Era el acabóse. Al afortunado ganador lo sentaban en un sillón de mimbre pintado de blanco, con respaldo tipo pavo real, le cumplían su sueño y lo tapaban de regalos.

-“Su sueño por un día” era notable.
-Sí, era muy bonito.
-¿Qué le gustaba de la sección?
-Me gustaba porque había emoción.
-¿Qué caso recuerda con más cariño?
-Me acuerdo de un padre cesante que llevó a su hijo que sufría de un cáncer terminal. El niñito era músico y le gustaba la batería. Su sueño era que le regalaran un carrito para que su padre pudiera vender productos. Cuando entrevisté al niñito, por supuesto produjo emoción. Tenía ocho o nueve años y soñaba también con tocar la batería del Pato Salazar. El Pato se la cedió, y tocó un tema con la orquesta de Horacio Saavedra. Después de eso, el niñito recibió el carrito para el padre y se puso a llorar. La gente estaba toda emocionada. Yo mismo tuve que contenerme. Recibió productos, le regalamos de todo, le dejamos el carro listo para que saliera a vender el caballero, y cerramos regalándole una batería al pequeñito. Eso fue el quiebre total. Eso fue uno de los grandes momentos de “Su sueño por un día”.

Enrique Maluenda y el Festival de la Una siempre fueron sinónimo de televisión de dictadura. Pese a que el animador siempre se cuidó de hablar o participar públicamente en política. No como Antonio Vodanovic, que alegraba las noches estivales de la Quinta Vergara para las damas de rojo, alcaldesas designadas y militares con charretera de la platea.

Maluenda tenía su propio estilo. Uno que estrujaba el show para el pueblo. Pan y circo a la hora de almuerzo con el Mago Oli, Magali Acevedo, Zalo Reyes y el inolvidable Willy Benítez.

Otro clásico del Festival de la Una era la sabrosalsa Deyco. Maluenda abría una lata, se zampaba un bocado y le daba otro a sus modelos, que tenían que poner cara de “Hmmmm, qué rico”. El animador era tan convincente que un colega medio idiota de este reportero, en su infancia engulló una sabrosalsa completa y terminó mal.

“Lo que no le puede haber gustado a tu colega es que estaba fría. Pero se puede comer perfectamente. Por lo menos sabrosalsa Deyco”, dice Maluenda riéndose. Y para reforzar sus dichos cuenta que a veces hacía traer frente a las cámaras una caja de sabrosalsa y la vaciaba ante ellas. “Tomaba cualquier lata y la comía ahí para demostrar que todas estaban preparadas para servirse así”.

-¿Qué fue de Poncho Lindo, los órganos Bontempi, o betún Virginia? Un publicista me decía que hicieron un gran negocio porque la gente se acuerda hasta hoy de esas marcas.
-Virginia, que fue uno de los auspiciadores de harto tiempo, tiene una enorme industria en Viña del Mar. El otro día estuve allá invitado por el gerente general y me decía con orgullo: “Enrique, en gran parte, esta industria se debe a ti y al programa”. En el caso de Poncho Lindo y guitarras Tizona, ellos eran obsequiantes nada más. No eran auspiciadores. La gente todavía se acuerda, aunque no sé si están vigentes.
Lo mismo pasó con Enrique Maluenda. El año 87 todo acabó para el “Príncipe” de la TV. El Festival de la Una bajó la cortina. Después de nueve años en pantalla, un general designado por Pinochet quiso subirle el pelo a Canal 7 con miras al plebiscito del Sí y el No. De un plumazo le dieron la “PLR” a los Poncho Lindo, las ollas Marmicoc, los órganos Bontempi, la sabrosalsa Deyco, los calefont Splendid, el betún Virginia, las guitarras Tizona y a Enrique Maluenda.

¿La indemnización del animador? “Un par de pasajes a Europa como agradecimiento”, dice Maluenda con la vista fija en la cordillera, que da a su departamento de Vitacura.
Estamos en el piso 11. Esta entrevista sale el día 11. Ironías de la vida. Por un 11 como hoy, la imagen de Héctor Enrique Maluenda Meneses quedó asociada con el régimen militar. ¿Y su show? Quedó en la retina de más de una generación.

-¿Siente que lo castigaron en la tele después del Festival de la Una, que recibió el pago de Chile?
-No. Chile tiene un mal pago con su gente, pero en lo personal no me siento maltratado porque trabajé muy bien. Hice tres programas que fueron exitosos y me quedé muy satisfecho por eso.
-¿Y en todos estos años no intentó volver con el Festival de la Una?
-No, claro que no. Ahora menos que nunca porque hay gente nueva frente a las cámaras que es muy buena, como Felipe Camiroaga o Kike Morandé. Además, ya cumplí mis objetivos. Estuve 40 años en la televisión en Chile y trabajé en cuatro países.

El ex animador del Festival de la Una habla despacio. Es cuidadoso con sus palabras. Como Don Francisco, cuando le ponen un grabador enfrente. Se ve tranquilo.
En el living del departamento hay una mesa repleta de retratos familiares. Maluenda con su mujer. Maluenda con sus hijos. Maluenda embutido en un traje que brilla como el bronceado y los dientes blancos de la foto. Son instantáneas de cuando estaba en la cresta de la ola televisiva.

Pero el tiempo pasa. Incluso para un “rostro”. Él lo sabe. Quizá por eso no le interesa volver a la tele. ¿Para qué? “Si culturalmente los programas de hoy en su mayoría no aportan absolutamente nada”, argumenta. “Simplemente una entretención muy pobre en base a pelea, a chisme, a rencilla. Los programas que llaman la atención del público no tienen ninguna trascendencia, nada de cultura. Nosotros hacíamos programas de entretención más alegre, más bonita, más cálida. En fin, eran programas de mensajes bien hechos”.

A Maluenda le gustan las palabras “enseñanza” y “mensaje”. Incluso se ha comparado con un profesor. Precisamente, esta semana dio clases en “Buenos días a todos” durante un especial de lo mejor del Festival de la Una.

-¿Le gustó el homenaje?
-Fue una grata invitación y fui muy bien atendido. Me gustaría que lo recalcaras eso, que fui muy bien atendido en “Buenos días a todos”. Fue un verdadero homenaje. Qué bueno que nos miren como espejo. Eso me halaga muchísimo. Ojalá, y yo creo que va a ocurrir, que se vuelva a la onda retro, a hacer programas de ese tipo.

LA FONDA DE LOS MALUENDA

Las fiestas kitsch con “Pepito TV” a la cabeza se repiten incesantes. Eduardo, el hijo de Gonzalo Beltrán, está a punto de estrenar “80’s, el soundtrack de una generación”. El periodista David Ponce prepara el libro “Crónicas de resistencia cultural en dictadura: Alerce, La Bicicleta, Nuestro Canto y Centro Cultural Mapocho”. Álvaro Díaz, melómano insomne y uno de los creadores de “31 minutos”, escribe, cansado de tanto “revival”, que éste “es una buena mierda”. Maluenda, tal vez, no lo perciba, pero el país ya está en onda retro.

La fonda que preparan sus hijos Claudia y Rodrigo va por ahí. Ambos crearon -“en homenaje a su padre”, dice el ex animador con orgullo- la productora Enrique Maluenda, que organiza eventos que reviven las secciones del Festival de la Una, para municipalidades, cajas de compensación y otras instituciones.

Precisamente ahora están afinando detalles de “La semana de la chilenidad”, que realizan por tercer año consecutivo para la Municipalidad de La Florida en la plaza de Abastos (avenida La Florida con Américo Vespucio). Maluenda animará el jolgorio de punto en blanco desde el viernes 16 hasta el lunes 19. Promete que va a ser un tremendo espectáculo. “Tendremos tres grandes humoristas chilenos: Álvaro Salas, Che Copete y Dino Gordillo. Además va a estar Cecilia, Giolito y su Combo, Mario Guerrero, y tendremos un homenaje a Lalo Parra”, dice entusiasmado y se apura a pasar el aviso: “La página web es www.enriquemaluenda.cl”.

-Le van a hacer la competencia a la Yein Fonda.
-Sí. Para que el santiaguino tenga donde elegir. Y una de las opciones va a ser ésta.

Álvaro Henríquez en una entrevista, por esta misma fecha, el año pasado dijo: “Maluenda, pese a ser facho y todo, también es un referente”. Henríquez, en los ’80, vivía en Concepción. Él sabe lo que fue crecer con un universo televisivo reducido a la transmisión de Canal 7. Porque para quienes sólo accedían a la programación de los canales 13 y 11 con una semana de atraso, Enrique Maluenda era todo. Y eso no es poco. Aunque al autor de frases como “sígueme, camarita amiga” ya no le interesan los sueños que duran sólo un día.


*Esta nota apareció con el título "Retro entre los retros". Pero como este es el journalist cut le pongo el que iba originalmente.

domingo, 4 de septiembre de 2005

Entrevista Marco Enríquez Ominami













Un café con el cineasta más busquilla del país
PERDIDOS EN EL SHERATON


Marco Enríquez está en Tokio. Es el único chileno "civil” invitado a un encuentro de líderes. El ex "pendex" ahora lidera Chile Medios, un engendro que reunió a los presidenciables en desayunos pesados para hablar de tele. Su última obsesión. “Un ejecutivo de televisión es más importante que un ministro de Estado”, dice.

Miguel Paz / La Nación Domingo (4 de septiembre de 2005)

Marco Enríquez es raro. “Freak”, como diría Paz, Sergio. Y resbaloso. Como chancho enjabonado. Y rápido para hablar. Igual que Paz, el otro, cuando escribe. Que lo hace cortito. Con harto punto seguido, como dijo Alejandro Zambra al referirse a Sergio. Sí, Sergio Paz, el otro, que no es primo ni hermano ni padre ni tío de este reportero. Aunque siempre se lo pregunten. Tal como lo hace Marco Enríquez-Ominami apenas se baja de un Audi A4 que lo deja en la entrada del Hotel Sheraton.
Pero Marco sólo se parece en eso a Sergio Paz. Aunque diga que son amigos. Porque Marco Antonio Enríquez-Ominami no habla con punto seguido ni tira frases cortitas, como Paz. Marco, en realidad, tiene un aire a Charlie Kaufman, el guionista de “Quién quiere ser John Malkovich”, “El ladrón de orquídeas” y “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”. Guardando las proporciones, eso sí. Tartamudea como él. Se mueve en la silla como él. Y se hace el leso -como él- cuando le preguntan algo que no le gusta. Como, por ejemplo, de dónde saca la plata y el tiempo para armar la Fundación Chile Medios, hacer documentales, publicar un libro con Carlos Ominami, y hacer tantas otras cosas que no sabremos de él.
Entonces, Marco dice: “¿Ah, cómo, de qué cosa, de qué parte? Estás mezclando peras con manzanas”, y aprovecha los segundos de duda del periodista. Se arregla el pelo. Y se larga a mil palabras por minuto con el tema que le venga en gana. Igual que Kaufman cuando le pidieron un guión clásico, de buenos y malos, para “El ladrón de orquídeas”, y no le hizo ni puto caso a los productores.
Interior. Día. Café del Sheraton. Un par de mesas más allá, Luis Alberto Spinetta habla con una mujer de rulos cobrizos. La chica está alucinada con el autor de “Todas las hojas son del viento”. Spinetta dará un concierto esa noche en Santiago. No le costaría nada enganchar a la “pelo de fuego” y decirle: “Che, subamos a mi habitación a precalentar”.
Pero eso a Marco Enríquez le da lo mismo. Él quiere hablar de tele. De la nueva temporada de “La vida es una lotería”.
Hablemos de Chile Medios, mejor, le digo. “Qué lata. Es como lo obligatorio. Chile Medios es súper innovador”, responde Marco, como de memoria.
-Pero más allá de lo obligatorio. Después de la “preguntita” de Alfredo Jocelyn-Holt a Michelle Bachelet, ¿Chile Medios está top o no?
-Mi evaluación es que es espectacular nomás. Se conversó de una manera distinta, súper irregular. Y si bien el libreto de cada uno de los encuentros fue el mismo, hubo una capacidad de criticismo brutal sobre la televisión.
Brutal. Como la mezcla de individuos que agrupa Chile Medios (Rodrigo Hinzpeter, de RN; María Gracia Subercaseaux, el mentado Jocelyn-Holt, Ricarte Soto, Celso Gutiérrez, “dentista de las estrellas”; Patricio Polanco, productor de TV, más conocido como “Mister Rating”, y otros). La lista de personajes es más deslenguada y variada que TV cable en horario prime. Dejaría a cualquier entrevistado más saltón que enano robando paltas. Quizá por eso Michelle Bachelet no quiso desayunar con Chile Medios cuando la invitaron la primera vez. El grupito ya (se) había merendado a Tomás Hirsch, Joaquín Lavín y Sebastián Piñera, cuando Alfredo Jocelyn-Holt le pidió a la candidata de la Concertación que lo convenciera de que no es una “tapada de las fuerzas militares”.
¿Y el debate sobre la tele? Nadie se acordó. Salvo Marco. Aunque cuesta creer que el “affaire Bachelet” no fuera más importante para el reconocimiento de Chile Medios que hablar de la caja de 525 líneas. “Si no eres percibido, no existes”, dirá Enríquez después.

AHORA ¡TAPA!

La historia de Marco Enríquez siempre ha sido la de un provocador. Hablar es de las pocas cosas que siguen siendo gratis. Y él lo sabe. Por eso dice que quiere a la Licenciada Tetarelli en Chile Medios, aunque ahí mismo se le atore el desayuno a los otros miembros de la fundación. “Me tienen censurado. Todos ponen caras de pomposos, y yo soy acusado de frívolo”.
-También te acusan de esnob. Benjamín Galemiri dijo que a él y a ti les encanta ir a tomar café al Tavelli del Drugstore sólo para joder.
-¿Dónde dijo eso? ¿Lo dijo en público? Nos hemos reído mucho de eso. Sí. Es una provocación. Como tengo cara de roto, de izquierda, negro, sentarme aquí (en el café del Sheraton) es lo que más me gusta.
A unos diez metros, una modelo colombiana habla con una periodista, sentadas en un sofá. Cinco tipos con cara de guardaespalda-mánager escuchan aburridos. En el salón del hotel no hay televisores. A Spinetta, que sigue engrupiendo, parece no importarle. Pero Marco mueve las manos y habla como si estuviera en pantalla.
“Es un delito intelectual eso de suponer que la gente ve lo que quiere ver en televisión”, dice, y apunta a TVN: “Todos los ejecutivos que han estado en TVN han sido defensores de esto. En televisión pública tenemos siete noches de la semana exactamente idénticas. Se franjeó incluso el prime time, que es el horario de mayor contribución de identidad en Chile. Donde en los ’90, TVN fue tremendamente constructiva con “El show de los libros”, “Patiperros”... Y ahora ¡Tapa!
-¿El “Rojo Vip” te gusta?
-No me parece mal que exista el “Rojo Vip”. Esa es mi respuesta más trivial. Creo que “Rojo Vip”, rajuela, rajanda y rayuela y las declinaciones del Rojo no sé cuanto, es no querer abrirse a otros contenidos. No querer tomar riesgos. Aquí el futuro de TVN se decide en ¿cómo le va a “Versus”? Si le va bien o mal. Eso te demuestra que la televisión pública no se hace cargo de ser una oportunidad diferenciadora y de servicio público.
-¿Por qué le asignas tanta importancia a la tele?
-La televisión tiene un 80 ó 90% de encendido en esta época. Tiene niveles de perforación social altísimos. Construye verdades mediáticas que son verdades sociales o verdades sicológicas, y es una verdad política en el acto. Porque es una promesa que se actualiza todos los días, como “Prometeo encadenado”. Para mí, un ejecutivo de televisión es más importante que un ministro de Estado.

ACADÉMICO DE LA LENGUA

Cuando llegó a Chile, Marco Enríquez cargaba la mochila de ser el hijo del secretario general del MIR, Miguel Enríquez, y apenas entendía castellano. Durante su primer mes en la Alianza Francesa le gritaban ¡fleto! y él corría a preguntar: ¿qué pasa? Su primo Rafael Gumucio le había dicho que era un diminutivo de Marco. “Entendí muy tarde la palabra fleto”, dice Marco. El problema fue que cuando la comprendió ya hablaba castellano fluido y se entusiasmó con el lenguaje. Se convirtió en referente para hablar de todo. Un tipo puntudo. Cuando aún no se usaba la palabra, Marcelo Comparini lo tildó de opinólogo. “Yo me espanté y empecé a administrar mis opiniones”, dice el cineasta, que sigue creyendo en el lenguaje. “Cuando das batalla en el lenguaje estás haciéndote cargo de una frase muy importante: que el lenguaje hace realidad. Entonces, el lenguaje no debe dejar pasar ni una”, dice.
-Es que hablar no cuesta nada.
-Yo, a diferencia de muchos, no estoy en la acción y no soy cómplice de ninguna güevada. Me critican el lenguaje y me han dicho: es que eres un pendejo puntúo imposible ¡Pero si es una diferencia de lenguaje! Cuando me veas en la acción impútame cosas; pero en lenguaje, ¿cuál es mi delito? Entonces, cuando los periodistas me tratan de criticar, me parece una mariconada, porque yo batallo en el lenguaje. Si quieres me quedo callado y entonces no hay entrevista.
Sus palabras me hacen recordar su documental. Se llama “Chile, los héroes están fatigados”. En él, Marco entrevista a José Miguel Insulza, Óscar Guillermo Garretón, Enrique Correa, todos del MAPU. Les pide explicaciones. Intenta apretarlos contra las palabras. “Ponerlos frente a sus contradicciones”, escribe en la sinopsis del filme.
Pero en el intertanto, Marco se hizo amigo de Max Marambio, un ex GAP devenido empresario, igual que algunos de los entrevistados del documental. Se casó con Karen Doggenweiler, y su imagen de chico puntudo se afectó. Lo acusaron de contradictorio. De que también estaba fatigado. “Yo no estoy nada fatigado”, dice Marco Enríquez-Ominami cuando le pregunto. “Además, te estás contradiciendo. Me preguntaste por la cantidad de cosas que hago, Fatigado no estoy”, retruca.
En eso estamos cuando de la nada aparece una especie de secretario suyo. “Marco, estamos en la hora”, le dice. Marco asiente. Tiene un almuerzo con alguien importante. Se niega a decir quién es. Se despide corriendo: “Te llamo, hablemos después; págate los cafés, por favor”. En el salón quedamos la fotógrafa en práctica, Luis Alberto Spinetta y su chica, la modelo cafetera, sus gorilas y yo. “Su cuenta”, dice el mozo. ¡4.500 pesos por tres cafés! Y yo sin ni uno. "Ahora si que estamos perdidos en el Sheraton", le digo a la fotógrafa.